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17 de marzo de 2010

Vicente Molina Foix


Ayer tuve la ocasión de asistir en la Facultad de Filología de Oviedo a la conferencia del novelista, poeta, dramaturgo y crítico de cine Vicente Molina Foix (Elche, Alicante, 1946), galardonado con el Premio Nacional de Narrativa 2007 por 'El abrecartas', una novela que recorre el siglo XX intercalando personajes reales y ficticios.
'El abrecartas' arranca con unas misivas que un amigo de la infancia escribe en los años veinte al poeta Federico García Lorca y concluye en 1999 con un mensaje que se cruzan por Internet dos anónimos personajes. A lo largo de más de 400 páginas desfilan figuras como Vicente Aleixandre, Miguel Hernández, Rafael Alberti, María Teresa León, Eugenio D'Ors, Fernando Sánchez Dragó, Enrique Múgica y Josep María Castellet. Entre medias, y trenzando historias con los primeros, aparecen otros de ficción, como Eulalia Taberner o Setefilla Romero.
 
A partir de ese primer episodio de una correspondencia quizá nunca 'correspondida', el lector seguirá el curso de lo que el propio Molina Foix llama 'novela en cartas', para señalar que no ha querido sumarse al ilustre género de la narrativa epistolar sino hacer un libro en el que cada capítulo, en principio independiente, acaba formando parte de un único argumento desarrollado a través de unos protagonistas que en lugar de hablarse se escriben.
Aquí os dejo la primera carta, sirva de ejemplo y quizá de "tentación lectora".


1
Señorito Federico:
   Usted no va a acordarse de mí ahora porque ha pasado el tiempo y es famoso y yo solo soy un chico del pueblo, de su pueblo eso sí. me llamo Rafael, Rafael González Sanahuja, y a lo mejor lo de Sanahuja le trae algo a la cabezaporque a usted ese apellido mío le parecía de cuento de príncipes encantados, «una aguja que está sana, como tú, Rafica, tan sanísimo y tan buen niño». bueno pues aunque no se acuerde de mí por los años que han pasado sin vernos las caras yo a usted sí le recuerdo de Fuente Vaqueros y de después, porque ser un poeta muy grande nos da esa ventaja a los demás, oigo hablar de usted leo cuando le hacen interviús en los periódicos y me he comprado los dos libros que ha hecho. yo sé muchísimo de usted y usted me ignora.
   Lo que más me gusta suyo es lo que tiene escrito para la obra de «Impresiones y Paisajes» sobre «Mi Pueblo», que es el mío. una conocida me dio hace mucho la hoja de ElNoticiero Granadino, allí cuentan que usted estuvo leyendo trozos del libro en el Centro Artístico de Granada, y sacan ellos entera la parte de «Mi escuela» y «Mis juegos». todo lo que dice de Fuente Vaqueros es como si lo dijera yo, pero usted lo dice con palabras muy bien puestas y yo sólo lo pienso, sin saber ponerlo en ningún sitio más que en mi cabeza. habla usted de la escuela del pueblo y de Don Antonio el maestro y me reí con eso de que «en las mañanas del invierno iba yo con una capita roja con su cuello de piel negra y por eso me envidiaban los demás niños». si fuera la capita roja y nada más. usted Señorito Federico iba cada día más vestido que el anterior, y sólo porque éramos muy chicos no le tomábamos el pelo con chufletas, que a los niños nunca les gusta que otro niño se ponga por encima de ellos en nada. presumido usted ya lo era al poco de echar a andar, pero lo de envidia no.
   Tendrá usted la foto del grupo de la escuela de Fuente Vaqueros que yo tengo, mi madre la quiso y persiguió al fotógrafo hasta Pinos Puente para que le vendiera una, su dinero que le costó. lo serios que estamos todos los niños, ni uno sonriyendo. yo estoy en la última fila por ser de los mayores de la clase que le saco a usted más de dos años. aunque pobrísima al lado de su familia la mía yo estoy de los más aseados en la foto. no le diré cuál soy. mi madre me pasaba el peine una hora por la mañana y aunque corbata o pañuelo no llevo como otros niños de la foto el cuello cerrado siempre iba blanco y limpio. cosa de mi madre también o de ser yo el hijo único. pero lo principal de la foto, sin poder saber nadie entonces que usted sería el que es, es ese niño Federiquillo sentado en el centro de la fila baja con un vestido y botones de dos colores y el sombrero de paja que parece perdóneme usted como para ir a una boda o de romería. ¿qué tendría usted entonces tres añitos?
   Yo siempre le veía salir de su casa porque la mía, sin los tres balcones que tenía la de sus padres, con uno nada más, estaba casi enfrente en la misma calle de la Iglesia, y a mi madre le gustaba ver salir al niño de García Lorca, su hermano Paquito era muy pequeño y no iba a la escuela pero lo sacaba su madre Doña Vicenta al balcón para despedirse los tres. siempre tan bien puestos esos niños decía mi madre, y entonces aún me daba ella más friegas en la cara y más peine en el pelo, que lo he tenido siempre muy duro y levantado. a ver si con esto suyo sobre la escuela que le copio de su «Mi pueblo» se va acordando usted un poquico más de mí. «Mi sitio era en el segundo banco al lado de dos muchachos muy pobres pero muy limpios. Los dos eran grandes amigos míos, y todos los días les llevaba terrones de azúcar o granos de café que les gustaban mucho». qué verdad Federico. todavía con 25 años soy de dulces y golosina. ellos a cambio, dice usted, «me traían frutas verdes que en casa no me dejaban comer y me hacían tarricos con remolacha y faroles calados de estrellas y cometas con los melones que quitaban en las huertas». bueno lo de las moras verdes y la remolacha claro que me acuerdo, y los melones que yo he cogido del campo para comérmelos yo ¿pero eso de las cometas y los faroles no se
lo inventa?
   Tampoco voy ahora a criticarle Señorito Federico. no me sale llamarle de Don a alguien que nació enfrente mío y cuatro años fue conmigo a la escuela y me daba dibujos de risa que hacía en las clases.
Suyo, con afecto
Rafael (perdone usted Federico cómo escribo. Aunque faltas de ortografía habrá pocas porque eso siempre ha sido un orgullo, fijarme mucho y no hacerlas)

16 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES



El portavoz de Castilla

"Ha muerto el portavoz de Castilla. Quizás la ciencia consiga algún día que las buenas cosechas no dependan de la suerte ni del pedrisco. Quién sabe si los precios agrarios y la contaminación de los ríos ya no se someterán nunca a debate en las cantinas.

Pero cuando todo resulte tan distinto, la imagen universal de Castilla seguirá arraigada en Miguel Delibes; y se comprenderá que el presente -cualquiera que sea el presente en ese momento- continuará hundiendo su raíz en el monte donde Lorenzo bajaba unas perdices, en la sabiduría natural del señor Cayo y en la tenacidad díscola del difunto Mario, porque nada habrá descrito mejor esa tierra que el lenguaje preciso y seco de estos personajes.

La literatura de Miguel Delibes sirvió siempre para narrar la triste suerte de los castellanos, que el régimen de Franco no le permitía contar en "El Norte de Castilla". El periódico vallisoletano había recuperado poco a poco bajo la dirección de Delibes (1958-1963) la línea liberal, agraria y castellanista que la dictadura arrebató a la publicación tras la guerra civil.

Delibes ideó los suplementos "Las cosas del campo" y "Ancha es Castilla", y acometió campañas informativas en favor de los intereses castellanos: "Creación y mejora de escuelas", "En defensa del arte castellano", "En defensa de la Universidad de Valladolid"...; y una insistencia de diez años en favor del Plan de Tierra de Campos, y la necesidad de dignificar la vida de los municipios castellanos, y de elevar el precio del trigo, y de elaborar un plan social para los pueblos.

José Francisco Sánchez cuenta con detalle y con documentos en el libro "Miguel Delibes, periodista" (Destino, 1989) éstas y otras valentías, así como los enfrentamientos que el entonces director de "El Norte" sostuvo con los sucesivos ministros de Información, entre ellos Manuel Fraga. Y no hay que olvidar que en aquel tiempo los directores de periódico dependían de la Dirección General de Prensa, ni que la censura vigilaba cada rincón de una página.

Delibes no pudo mantener por más tiempo su pulso con el Gobierno, y se refugió de lleno en la literatura. Los censores acabaron, pues, escribiendo derecho con renglones torcidos, porque el novelista que ya había ganado el premio Nadal (1948) se adentró aún más en los problemas y en las gentes, y halló un lenguaje y un sentido que se hizo universal, y vadeó así las tijeras represoras para dar a luz "Las ratas" o "Viejas historias de Castilla la Vieja"... Y al final su talento y sus novelas alcanzaron un efecto todavía mayor que sus censurados criterios periodísticos.

Con la obra de Delibes, Castilla ha tomado conciencia de su pobreza material y de su riqueza etérea. De aquel lado, la austeridad irremediable; de este otro, el vigor de las raíces que alimentan al ser humano. De una parte, la gente desamparada; y gracias a eso, el pueblo que se basta a sí mismo. La pobreza sin industria; pero la naturaleza persistente.

Miguel Delibes, portavoz periodístico y literario de Castilla, deja vivos todos los lenguajes del pueblo, el recuerdo de las servillas que visten los pies silenciosos por el pasillo, la imagen de los dujos donde duermen las abejas, el olor de la retama escarchada que disfruta el canelo antes de salir de caza con su amo. Cientos de palabras castellanas que ya iban a desaparecer le sobreviven en sus libros y seguirán dormidas en ellos durante siglos esperando sin prisa hasta que los ojos de un lector las desperecen."
(ÁLEX GRIJELMO, La Voz de Asturias, 12/03/10)

Miguel Delibes, El camino (fragmento)

“Comprendía Daniel, el Mochuelo, que ya no le sería fácil dormirse. Su cabeza, desbocada hacia los recuerdos, en una febril excitación, era un hervidero apasionado, sin un momento de reposo. Y lo malo era que al día siguiente habría de madrugar para tomar el rápido que le condujese a la ciudad. Pero no podía evitarlo. No era Daniel, el Mochuelo, quien llamaba a las cosas y al valle, sino las cosas quienes se le imponían, envolviéndole en sus rumores vitales, en sus afanes ímprobos, en los nimios y múltiples detalles de cada día.
Por la ventana abierta, frente a su camastro quejumbroso, divisaba la Creta del Pico Rando, hincándose en la panza estrellada del cielo. El Pico Rando asumía de noche una tonalidad mate y tenebrosa. Mandaba en el valle esta noche como había mandado en él a lo largo de sus once años, como mandaba en Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso, su amigo Roque, el Moñigo. La pequeña historia del valle se reconstruía ante su mirada interna, ante los ojos de su alma, y los silbidos distantes de los trenes, los soñolientos mugidos de las vacas, los gritos lúgubres de los sapos bajo las piedras, los aromas húmedos y difusos de la tierra avivaban su nostalgia, ponían en sus recuerdos una nota de palpitante realidad.”

Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada (fragmento)


" Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la cuidad comenzaban a acusar la ofensiva de la estación. Por las calles había hojas amarillas que el viento, a ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad. Tengo impresos en m cerebro los menores detalles de aquella mi primera experiencia viajera. Los cascos caballos martilleaban las piedras de la calzada rítmicamente, en tanto las ruedas, rígidas y sin ballestas, hacían saltar y crujir el coche con gran desesperación de mi tío y extraordinario regocijo por mi parte. Ignoro las calles que recorrimos hasta llegar a la placita silente donde habitaba don Mateo. Era una plaza rectangular con una meseta en el centro, a la que se llegaba merced al auxilio de tres escalones de piedra. En la meseta crecían unos árboles gigantescos que Cobijaban bajo sí una fuente de agua cristalina, llena de rumores y ecos extraños. Del otro lado de la plaza, cerraba sus confines una mansión añosa e imponente, donde un extraño relieve, protegido en una hornacina, hablaba de hombres y tiempos remotos; hombres y tiempos idos, pero cuya historia perduraba amarrada a aquellas piedras milenarias. "

21 de octubre de 2009

Inter-Nos, de Isabel Bueno Bravo



Inter-Nos
(Crónica de una amistad)


Fragmentos

Al cumplir los cuarenta, vislumbraba un horizonte esperanzador. Con un Mar en calma, inmenso y reconfortante, sobre el que podía caminar como Jesús en Tiberiades. Era un hermoso mes de mayo y no llovía (...)
¿Cómo podía ser? Me encontraba fenomenal, pero el doctor decía que algo no estaba bien y que tenía que ingresar en el hospital inmediatamente. La operación confirmó sus sospechas y me sumió en un rosario de operaciones, pruebas, y venenos que pretendían limpiar mi Mar de la marea negra que lo amenazaba.
(...)
Cada uno nos enfrentamos a estos horrores como buenamente podemos. nadie nos enseña a encarar los lados dolorosos dela vida. Deberíamos aprender, al mismo tiempo que a leer, que la muerte forma parte de la vida y que la una no se entiende sin la otra.
(...)
Empecé también a escribir, un sueño largamente acariciado y siempre aplazado para "otro momento"; di conferencias por media España. Yo, que no soy capaz de dar los buenos días ni al cuello de mi camisa, y así, entre tanto ajetreo, tanto mail -maravilloso invento- , encontré personas de lo más variopintas. Entre ellas estabas tú, mi querido Vicentet, Vicentet. El Puta.
(...)
Ambos pertenecemos al club de los supervivientes y aunque él lleva vividos 30 años más que yo... Pero, no adelantemos acontecimientos y las explicaciones a su debido tiempo.

(C) Isabel Bueno Bravo
Inter-Nos
(Crónica de una amistad)
Mandala Ediciones, 2009, Madrid.