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29 de diciembre de 2015

Una alarma para América Latina, por Carlos Marianidis

Carlos Marianidis



14 de noviembre de 2015

Nada detiene a Carlos Marianidis

Ana Laura Delgado y la ilustradora Adriana Campos presentaron Nada detiene a las golondrinas en la FILIJ


Me une al escritor argentino Carlos Marianidis una larga y profunda amistad literaria que dio inicio en diciembre 2006 cuando él se puso en contacto conmigo a propósito del Premio Latinoamericano de Literatura Juvenil Fundalectura. Desde entonces, no hemos dejado de compartir letras y vida a través de Internet y ahora tengo la oportunidad de presentar su novela Nada detiene a las golondrinas en la exquisita edición de El Naranjo, ilustrada por Adriana Campos.

Nada detiene a las golondrinas es un joven clásico latinoamericano. Merecedora del exigente Premio Casa de las Américas en 2002, se posó en la isla de Cuba con una propuesta que unánime levantó al jurado a su favor, entre ellos al escritor Enrique Pérez Díaz, que quedó subyugado por la calidad literaria de la novela del argentino. En la isla la novela conquistó a muchísimos lectores y ha sido objeto de tesis y ensayos que se maravillan ante ella y destacan su originalidad al abordar el difícil tema del despertar a la sexualidad y el lenguaje cristalino, resplandeciente, que roza lo poético y que fluye con la naturalidad y encanto que solo poseen los grandes escritores.

Porque Carlos es un grandísimo escritor. Es un hombre muy alto que muestra en sus rasgos físicos su ascendencia griega y altas son sus letras que han salido a pelear la guerra de Troya por una literatura infantil y juvenil de calidad, que no haga concesiones a la facilidad y que, como alguna vez me dijo en una carta, iguale a los lectores hacia arriba, reúna fuerzas en ascenso que hagan crecer la sensibilidad, la inteligencia, las aspiraciones de los lectores.

Café y letras
Carlos Marianidis es un hombre comprometido con la infancia. También posee un agudo sentido social y en su quehacer siempre se solidariza con las causas mejores. Está convencido que la pluma y la palabra son más poderosos que las espadas y los golpes. Nada detiene a Carlos Marianidis. Nunca deja pasar una injusticia, la detiene, la cuestiona, escribe, reflexiona y hace reflexionar. Una de sus más recientes novelas, Prohibido soñar, ha tocado el corazón de Argentina por ser testimonio de las vivencias de la infancia en la época de la dictadura. En sus palabras: “Pero no hablo de los grandes detalles que se pueden leer en cualquier buen libro de Historia. Me refiero a pequeñas cosas que nos marcaron a los que crecimos en aquellos días difíciles, cuando estaba prohibido soñar”.  
Las letras de Carlos han estado no solamente cerca de nuestro país, sino dentro, desde hace muchos años. Ha colaborado con el Instituto Latinoamericano de Televisión Educativa, aportando sus textos, cuentos y poemas, además de su disposición para dialogar y entablar correspondencia con los niños que a través de este medio lo leían.

Nunca deja de responder un mensaje que algún pequeño o joven lector le envían a través de Internet. Gusta además de tener correspondencia con sus amigos escritores y disfruta de cada letra que traza y envía y de cada letras que recibe y que lee. Tiene un gato blanco precioso que se llama Helios, toca el violín y es un poeta exquisito, que nos pone el alma en vuelo con la melodía incomparable de sus versos. 

Y como la mejor manera de suscitar una presencia es a través de la poesía, dejo para ustedes a Carlos Marianidis a través de estos tres poemas que reflejan sus constantes, presentes por supuesto en Nada detiene a las golondrinas: Pequeñas cosas, esas pequeñas cosas infinitas que compartimos con nuestro mejor amigo de la infancia. El pasajero, donde confiesa y honra su condición de ser puente y Si volvemos, donde se posan las golondrinas del amor, la amistad y la eternidad.

Pequeñas cosas

Lo conocí en la escuela. Nos prestamos la infancia,
el banco, los recreos, el sol del mediodía,
los vuelos del regreso a su casa, a la mía
y compartimos tardes de olímpica vagancia.

Jugar durante horas, aun cuando llovía,
mirarnos con un gesto de estudiada arrogancia,
lanzarnos mil abrojos con cruel beligerancia
y pedazos de tierra hasta que anochecía.

 Tirarnos en el suelo y sentir la fragancia
de la menta aplastada... Y ahora, a la distancia,
me pregunto por qué no guardé de algún día

un puñado de abrojos de los tantos que había,
o un trébol, o un cascote con marcas de alegría.
Era mi amigo. El resto, no tenía importancia.


El pasajero

Yo tomo del camino de otros seres
la mejor realidad para mi vida.
No ignoro el llanto ni la misma muerte,
pero le debo al alma una alegría,
o al menos la intención de estar alegre.

Otros hombres y bestias y mujeres
y pájaros se forjan con mis días
una parte –también- de sus presentes,
de modo que hay destinos que se inician
o siguen a través de mí su suerte...

Tan sensible es la red que así se hila,
que a veces el sufrir ajeno duele,
o una dicha lejana es compartida.
Y encuentro que soy puente entre mil puentes
y el mundo no es sino una roca antigua
que de infinitas formas florecidas
ha cubierto sus pliegues.

Soy en la Tierra sólo un accidente;
no más que un hongo, un ave, una bahía.
Soy una flecha altiva,
tallada en una vara humilde y fuerte,
que en el aire se quema mientras siente
que un nuevo arco espera su caída.

Si volvemos

Si después de esta vida existe un tiempo,
un lugar donde ir, otros caminos;
si volvemos a estar, pero distintos
y nos queda de hoy algún recuerdo,

tengamos algún plan para que, al vernos,
nos acerquemos sin ningún motivo.
Trataremos de darnos un indicio
para saber si somos quienes creemos.

Harás algo, si es que me ves primero,
para que no me vaya de ese sitio:
un destello, un perfume, un movimiento...

Y yo te nombraré con mil sonidos
y como un pajarillo, en cada hueco,
preguntaré si estás... e iré contigo.

13 de noviembre de 2015

Nada detiene a las golondrinas, de Carlos Marianidis, en FILIJ


31 de octubre de 2015

Presentación de Nada detiene a las golondrinas, de Carlos Marianidis. FILIJ 2015


9 de noviembre de 2013

Prohibido soñar, de Carlos Marianidis, en los 30 años de democracia en Argentina



Carlos Marianidis

Cada cuatro años, Argentina elige presidente, gobernadores de provincia e intendentes de ciudad. Y, cada dos, renueva sus representantes en el Congreso. La decisión la tomamos nosotros mismos, personas comunes que poblamos la patria y cumplimos los requisitos para ser ciudadanos. De esto se trata la Democracia. Pero no siempre fue así.

Durante mi infancia, yo creía que la manera normal en que cambiaban las autoridades era por la fuerza. Cada tanto, un hombre de uniforme verde sacaba al que estaba gobernando y se proclamaba él mismo como nuevo presidente. Esta costumbre se llamó Golpe de Estado y duró mucho tiempo. Demasiado.


Al crecer, descubrí que no solamente nuestro país había sufrido tristeza e injusticia. Mientras el hombre volaba por primera vez a la luna, en Europa los estudiantes se lanzaban a las calles a reclamar su futuro. Y, en casi toda América Latina, los pueblos luchaban por construir sus propios gobiernos y una vida digna.

En Argentina, finalmente, el 10 de diciembre de 1983 volvió a sentarse en el sillón más importante de la Casa Rosada alguien elegido por el pueblo.

Fue algo histórico. Los que tenemos cierta edad, recordamos hasta dónde estuvimos y con quiénes compartimos aquel día.

A las diez de la mañana, yo hacía equilibrio en el borde de un cantero del Congreso Nacional -en ese tiempo, ni los edificios públicos ni las plazas estaban cercados con rejas-. Desde allí, con lágrimas en los ojos, escuché la voz que salía por los parlantes colocados en la entrada y a lo largo de la Avenida de Mayo. Tras largo tiempo de dolor para todo el país, sin libertad de elegir un gobierno ni representantes de ningún tipo, alguien juraba como presidente. Era un ciudadano común, como cualquiera de nosotros.

Dos horas después, se abrió el portón del palacio. Y aquel señor de bigotes gruesos que llevaba una banda celeste y blanca cruzándole el traje oscuro nos sonrió a todos. Luego subió a un brillante Cadillac que lo condujo hasta la Casa Rosada. Despacio, muy despacio... Muchos jovencitos trotamos cerca del convertible negro mientras el hombre saludaba feliz, con sus dos manos unidas en el aire. Se llamaba Raúl Alfonsín.

Desde entonces, los argentinos decidimos nuestro destino mediante el voto en las urnas. Con pensamientos diferentes y hasta con fuertes discusiones. Pero siempre en libertad.

Desde entonces, soñé con escribir un libro sobre lo que había pasado antes. Sobre lo que había costado llegar a aquel día en que la alegría se desató en cada calle de nuestro país.

En el fondo, cuento lo mismo que había ocurrido en nuestros países hermanos. Pero no hablo de los grandes detalles que se pueden leer en cualquier buen libro de Historia. Me refiero a pequeñas cosas que nos marcaron a los que crecimos en aquellos días difíciles, cuando estaba prohibido soñar 


Editorial Estrada. Colección Azulejos, Serie Roja. Ilustraciones: María Jesús Álvarez

5 de diciembre de 2012

Felicitación de Carlos Marianidis desde Buenos Aires


9 de julio de 2012

"Confundido", de Maribel Suárez, premio LIBRESA 2012 de álbum ilustrado



La ilustradora mexicana Maribel Suárez  obtuvo por unanimidad el Premio 2012 del Concurso Internacional de Literatura Infantil Julio C. Coba- LIBRESA, en la modalidad de álbum ilustrado por su obra Confundido.

El jurado destacó “la correlación perfecta entre el texto y la ilustración, la proyección de la cotidianidad manejada de una manera lúdica y divertida, la admirable síntesis y sencillez del lenguaje en que se alude a los intereses de los lectores a quienes está dirigido el libro álbum, la ampliación que el lenguaje gráfico hace de la historia contada, el humor fresco y característicamente infantil del que hace gala, y la reivindicación del afecto del niño por sus mascotas”.

Maribel Suárez nació en la ciudad de México. Estudió la Licenciatura en Diseño Industrial en la UNAM y la Maestría en Design Research en el Royal College of Art en Londres, Inglaterra.
Trabajó en la Dirección General de Actividades Musicales de la UNAM como responsable de la programación y producción de eventos especiales de la Sala Nezahualcóyotl (1995 -2000).
Ha hecho esmalte y grabado en metal, y desde 1985 se dedica a la ilustración de libros infantiles, habiendo publicado más de 70 títulos en México, EUA, España y Colombia.
En 1991 obtuvo el Premio Juan Pablos por el libro Las letras.

Este año el  Premio LIBRESA ha reunido las propuestas de libro álbum de importantes creadores latinoamericanos, algunos amigos de estas páginas y muy apreciados por mí en lo personal, como el escritor argentino Carlos Marianidis, el escritor y editor cubano Enrique Pérez Díaz y el ilustrador cubano radicado en México Enrique Martínez. Todos ellos quedaron finalistas del premio y sus obras serán publicadas por LIBRESA.

Desde Voz y Mirada, hemos querido manifestar las más calurosas felicitaciones para Maribel, con quien pude conversar un poco a propósito de su triunfo y de su obra.

MGE: ¿Cómo nació "Confundido"?


MS: Me encantan los animales, tengo 2 perros y he pasado por todas las situaciones que salen en el libro,
pero aunque nos hagan pasar peripecias son adorables compañeros, así que me gustó compartir estas experiencias con la niña del cuento.

MGE: ¿Qué sentiste cuando te enteraste que habías ganado?


MS: La verdad no me lo esperaba, yo creía que si bien me iba, lo podrían seleccionar para su publicación y cuál fue mi gran sorpresa de ganar el premio.

MGE: ¿Qué es lo principal que debe tener un libro ilustrado para niños?


MS: Yo creo que un libro ilustrado debe resultarle atractivo al niño, debe tener su parte lúdica y si además puede transmitir un mensaje pues cumple mejor su cometido de acercar a los niños a la literatura.

MGE: De entre toda tu producción ¿cuál o cuáles han sido tus proyectos preferidos?

MS: Aunque disfruto mucho mi trabajo, algunos de los títulos que he disfrutado más son:


Suárez, Maribel
El cordoncito
Editorial Grijalbo, 1999

Namm, Diane
Pick a pet
Children´s Press, 2004


Robleda, Margarita
Este soy yo
Santillana USA, 2006

Dubovoy, Silvia
¿De qué color es el mar?
Editorial Everest, 2007


Suárez, Maribel
Somos diferentes
Editorial Everest, 2010

MGE: ¿Qué significa para ti como creadora haber obtenido el Premio Libresa 2012?

MS: Aunque me encante mi trabajo, saber que funcionan mis ilustraciones y en este caso el libro entero para los niños, es muy satisfactorio, me ayuda saber que voy en el camino correcto, y me da mucho ánimo para seguir explorando con proyectos personales.

26 de junio de 2012

Ganadora y finalistas del Premio Libresa de Literatura Infantil 2012


El Premio 2012 del Concurso LIBRESA de Literatura Infantil fue obtenido por la escritora e ilustradora mexicana Maribel Suárez Sitges. Esta edición del certamen ha significado un enriquecimiento de la literatura infantil y juvenil latinoamericana con la publicación en la colección Garabato de 7 obras más. Felicidades a todos los autores seleccionados y un abrazo muy especial para Carlos Marianidis, Enrique Martínez y Enrique Pérez Díaz, amigos muy queridos de estas páginas. (VyM)

Concurso LIBRESA de Literatura Infantil Ganadores 2012

10 de junio de 2012

Eudris Planche Savón: Lo singular en "Nada detiene a las golondrinas", de Carlos Marianidis


En torno al libro Nada detiene a las golondrinas (Premio Casa Américas 2002) del escritor argentino Carlos Marianidis, el crítico literario cubano Eudris Planche Savón ha realizado un trabajo espléndido que  explora los cuatro rumbos cardinales de una novela extraordinaria. (MGE)


EUDRIS PLANCHE SAVÓN, Crítica Literaria de NADA DETIENE A LAS GOLONDRINAS, de CARLOS MARIANIDIS

15 de diciembre de 2011

Un buen 2012, de Carlos Marianidis desde Argentina

19 de septiembre de 2011

El Disco del Cielo: un blog, una novela, una aventura



El Disco de Nebra también llamado Disco Celeste de Nebra o Disco del Cielo, fue descubierto en Sajonia Anhalt por buscadores de tesoros en 1999 e insertado en el mercado negro. El arqueólogo Harald Meller rastreó la pieza y pudo recuperarla. El hallazgo no fue dado a conocer al gran público sino hasta principios de 2004 principalmente a través de la revista National Geographic.

Por esas mismas fechas yo terminaba de escribir la novela El Disco del Tiempo (sobre el Disco de Festos) y la enviaba al concurso de literatura infantil y juvenil El Barco de Vapor. Supe del Disco de Nebra y sin saber si ganaría o sería publicada mi primera novela comencé a redactar la secuencia, con el Disco de Nebra como tema principal. El proceso se reveló como una investigación fascinante y como una experiencia en que la literatura se entreveraba con la vida y con el acontecer que rodeaba a este objeto, declarado patrimonio de Sajonia, mientras era sometido a los más minuciosos exámenes científicos para comprobar su autenticidad.

Mi novela, El Disco del Cielo, pudo llegar a ver la luz por primera vez en mi amada isla de Cuba, gracias a los puentes tendidos entre creadores de excepción: el escritor argentino Carlos Marianidis me presentó al escritor cubano Enrique Pérez Díaz, quien preparaba las colecciones de la Editorial Gente Nueva, la decana de las editoriales que se dedican en la isla a la literatura infantil y juvenil. El Disco del Cielo fue publicada a principios de este año 2011 en la colección Ámbar (ciencia ficción y fantasía) y en estos días viaja gracias a Enrique hasta la isla de Creta, donde por continuar la aventura iniciada en El Disco del Tiempo en torno al disco de Festos, irá a las manos de Gareth Owens, investigador británico de las escrituras minoicas.

El blog El Disco del Cielo irá recogiendo la vibración de esta aventura que hace 7 años comenzó con un sueño de palabras. (María García Esperón)

10 de enero de 2011

El Disco del Cielo en Cuba

La editorial cubana Gente Nueva, con más de 30 años de experiencia en la literatura infantil y juvenil, a través del ya mítico editor Enrique Pérez Díaz, ha destinado un puesto en su colección "Ámbar" a mi novela El Disco del Cielo, la segunda parte de la trilogía Los Discos del Tiempo.

La vinculación con esta importante casa editorial cubana pudo realizarse a través del escritor argentino Carlos Marianidis, quien me presentó a Enrique, dando inicio a una andadura que espero sea larga porque si algo me ha hecho ilusión es la posibilidad de que mi LIJ llegue a los niños y jóvenes cubanos. Gracias a Carlos y Enrique esto ya es una realidad. Gracias también a Josué Tacoronte, mi querido amigo guitarrista flamenco que llevó mis libros a Cuba, y le dio a Enrique personalmente el abrazo que le envié,  a Jorge Luis Peña Reyes, quien desde La Habana me escribió para decirme que tenía el libro en sus manos. Y a Philippe Plagnol, el joven ingeniero francés que me inspiró el personaje central de la trilogía y que me ha escrito para festejar una nueva vida de páginas.

El Disco del Cielo

Pocas veces la escritura de una novela puede asimilarse tanto a una aventura real como en el caso de El Disco del Cielo. La empecé a escribir a fines de 2003, cuando leí acerca del hallazgo en 1999 de El Disco de Nebra en la localidad alemana del mismo nombre. Acababa de terminar El Disco del Tiempo y de enviar esta novela al concurso El Barco de Vapor  y no tenía publicado ni un solo libro. De modo que lo que guió mi escritura fue la curiosidad y la pasión por conocer y develar el misterio encerrado en este objeto arqueológico, que intuía relacionado con el Disco de Festos, tema de mi primera novela.


Los signos del disco de Festos y los asterismos del Disco de Nebra me llevaron a explorar el conocimiento astronómico de la Edad de bronce europea. Las pistas dirigieron las palabras del laberinto de Creta al laberinto de Hawara en Egipto. La escritura se convirtió en un viaje a la tierra de los faraones en dos planos temporales: el contemporáneo de los protagonistas Nuria, Philippe y Marco, acompañados ahora por el radioastrónomo J. K. Struck y el del siglo XVII a.C. en el que Aléktor, el pintor de Knossos, Nefereset, la bailarina egipcia y el ingenioso arquitecto Dédalo tienen que lidiar con la magia y la sabiduría de la hechicera Melkis, heredera de un linaje maldito de faraones de nombre borrado, quien quiere recobrar su poder temporal al tiempo de pretender dominar las fuerzas de la muerte.


Como en El Disco del Tiempo, los hechos científicos, arqueológicos y astronómicos que se relatan en la novela son reales. Reales los nombres de los científicos y puntual la narración del descubrimiento del Disco de Nebra en Alemania. Fundo en la textura de la novela la apasionante (y casi suprimida por la ciencia oficial) teoría de ese genio llamado Immanuel Velikovsky, que cometió el "pecado" de usar la mitología comparada para sustentar su tesis de que la Tierra sufrió colisiones con otros planetas -Venus y Marte, principalmente- y que el electromagnetismo es primordial en la mecánica celeste. Propuso una cronología revisada del Egipto antiguo que afectaba las cronologías de Israel, Grecia y las civilizaciones del Cercano Oriente.


De la mano de este sabio me subí a la barca del Sol -uno de los signos del Disco de Nebra y del Disco de Festos- navegué sobre el dorso del Danubio, del Nilo y de la vía Láctea; recorrí las 3 mil habitaciones del laberinto de Hawara, del que nada queda y del que dijo Herodoto que a su lado las pirámides no eran de tanta maravilla; ingresé a la corte del Faraón Cocodrilo Sobekhotep y recorrí los subterráneos de la Casa de la Muerte -que es la casa de la vida eterna- y descubrí  el Disco o Cuadrante de Dardania, un sencillo disco de arcilla encontrado en Troya y que es, como el Disco de Festos y el Disco de Nebra, una Palabra.

María García Esperón

28 de septiembre de 2010

Carlos Marianidis en Suite 101, por Anabel Sáiz Ripoll


En Suite 101, Anabel Sáiz Ripoll aborda el quehacer de un polifacético autor argentino:

Carlos Marianidis: la poesía como forma de ver el mundo

17 de mayo de 2010

Carlos Marianidis y su Corazón de Colibrí



El argentino Carlos Marianidis (Buenos Aires, 1959) es una de las voces más plenas con las que cuenta hoy la literatura infantil y juvenil en el mundo hispanohablante. Narrador, poeta, dramaturgo, obtuvo en el año 2002 el premio Casa de las Américas por su novela Nada detiene a las golondrinas, caracterizada por la magistral construcción de sus personajes y una fineza narrativa notable que volvemos encontrar en la muy reciente Corazón de Colibrí, recomendada para su publicación por el jurado de prestigiado Concurso Internacional de Literatura Juvenil LIBRESA en 2008.

Beto y Mara son dos hermanos y dos puertas abiertas a las memorias. Según recuerda Beto las cosas acontecen desde la percepción de un niño de 6 años y según recuerda Mara, el tiempo y sus objetos transcurren al ritmo impaciente de una chica de 14 años. Al final del libro se nos revelará la verdadera naturaleza del recuerdo, su valor y su inapresable hermosura, pero al comenzar a leerlo de inmediato nos solidarizamos con las muy presentes privaciones económicas por las que atraviesa la familia -padre en el desempleo, madre enfermera, dos hijos, abuela de visita- y junto con ellos se nos apaga la luz eléctrica por falta de pago y...

... se enciende la luz de las velas para que acontezcan las sombras chinas que engolosinan a Beto, que desesperan a Mara, para que la española abuela Milagros desgrane la Granada infinita de su memoria y para que en una modesta vivienda argentina se encienda la luz del majestuoso candelabro invisible con que Federico García Lorca alumbró sus sueños de luna.

Tanto para nosotros como para Claudio, el chico por el que Mara suspira, el que la abuela Milagros haya conocido al poeta de Granada y compartido con él un rayo de luna nos resulta mítico. Y vamos con Milagros al encuentro del recuerdo que anhelamos: Federico llegó a Buenos Aires, a presentar Mariana Pineda, y la abuela no tenía dinero para comprar un boleto, pero fue a verlo y se abrió paso a empellones y...

 Los recuerdos de la abuela proyectarán su luz -y también su sombra- sobre la vida de Mara, quien aprenderá de manera dolorosa que no hay un camino trazado de antemano para vivir el amor como si fuera un cuento o un poema y que, si acaso, los cuentos y los poemas surgen, paradójicamente, de este dolor.


Pero ahí está la abuela Milagros para restañar el dolor de la herida de Mara, y Beto para comer con ella merenguitos.

Y la comprensión que ocurre a lo largo de la novela de que el mágico pasado es un territorio que se crea a golpe de presente y que luego se conquista a golpe de esperanza:

Envueltos en un perfume de madreselvas, allí estamos los dos, eternamente niños, sentados hombro con hombro, balancéandonos con los ojos cerrados.


Corazón de colibrí 
Carlos Marianidis
Il. Guido Chaves
LIBRESA, Quito, 2009

7 de mayo de 2010

Carlos Marianidis: el don de volar


María García Esperón

Si le preguntaran a muchos niños de México el nombre de un poeta, ellos contestarían con la naturalidad con que salen a recreo: "Carlos Marianidis"
Porque la poesía de este autor argentino ha volado a través de Internet y en México en particular, a través de la red escolar del  ILCE. Los niños mexicanos han leído a Carlos en la escuela y cientos de ellos han conversado con él a través de los foros creados por esta instancia educativa que aprovecha la tecnología para difundir la poesía.

En 2010, a través de la editorial colombiana Libros y Libros, ve la luz de forma impresa un poemario entrañable de Carlos Marianidis: Recetario de Juegos, que dedica a Alberto Morales, su amigo de infancia:

Para Alberto Morales, mi compañero de banco hasta que el portón 
de la escuela se nos cerró detrás y, en un descuido, crecimos.

Los versos de Carlos logran una síntesis que parece increíble: son sencillos, alegres y accesibles al lenguaje infantil y al mismo tiempo son una reflexión filosófica del significado de la infancia, de la fugacidad del tiempo, de la imposibilidad de volver a esos espacios soleados de la niñez y de la necesidad de intentarlo a través del poema.

...Y ahora, a la distancia,
me pregunto por qué no guardé , de algún día,
un puñado de abrojos de los tantos que había,
o un trébol, o un cascote con marcas de alegría.

Carlos Marianidis posee una formación multidisciplinaria: estudió música, teatro, psicología. Pero por encima de todo es poeta y no deja que el peso de la teoría asfixie al poema en su ligereza. Su Recetario  se levanta no en el condicionamiento del instructivo, sino en la libertad, en la suprema libertad del niño que juega, así, dice en Receta para hacer amigos:

Vuela
Como quieras.
Sin vergüenza o temor.
Que volar junto a ti sea una fiesta.
Y que volar con ellos sea un don.

Si la poesía nos libera de nuestras cargas cotidianas, en Carlos Marianidis es además una invitación a adquirir el don de volar. Volar a ese espacio que construye la nostalgia, con base en imágenes que nos revelan la infancia como el territorio de la belleza, de los sabores y de los colores iniciales:

Colorido y alegre
va un camaleón
y en mi blanca pared,
recién pintada,
va tu crayón.


El adulto que lee la poesía de Carlos siente aparecer como en un sueño los contornos del país de su infancia, cuando la tarde es tan bella y todos los árboles son mágicos:

Con los ojos cerrados
me recuesto a la sombra de un ciruelo.

País de nostalgia donde las emociones definen los paisajes y todas tienen sabor y color y olor que sale de los pinos y queda pegajoso entre las manos. País poético de Carlos Marianidis en el que todos, al pasar sus páginas,  podemos adquirir el don de valor.


1 de abril de 2010

Leer es el principal modo de ser libre: Carlos Marianidis

Anabel Sáiz Ripoll
   Mundo de Letras
 Literatura

Anabel Sáiz Ripoll ha dedicado en la revista electrónica Arena y Cal un estudio al escritor Carlos Marianidis. Su muy abundante producción, su versatilidad, su compromiso social y su genuina preocupación y ocupación por la niñez se ven reflejadas en estas líneas que son, como el autor estudiado y la ensayista, cálidas,  hondas, humanas, propositivas (MGE):

“PORQUE VIVIR… ES UNA EXPERIENCIA APASIONANTE”


ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS: este planeta es maravilloso
 
Carlos MarianidisCarlos Marianidis se define a sí mismo como: “Un agradecido de la vida. Nací con meningitis, dentro de una familia pobrísima y fui internado en un hospital público. Al cabo de tres meses de incubadora y respirador, los médicos me desahuciaron. Pero mi madre les rogó un poco más de tiempo, porque confiaba en que yo iba a reaccionar. De ahí en adelante, todo fue un regalo. Y no es que las cosas hayan sido fáciles. Digo que, a pesar de las dificultades –que no son otra cosa que desafíos-, vivir es una experiencia apasionante. Y este planeta es maravilloso. Ojalá todos pudieran darse cuenta y cuidarlo más.” 
Carlos Marianidis, a quien dedicamos estas líneas, nació en Buenos Aires, Argentina, el 19 de agosto de 1959. Estudió violín en el Conservatorio Municipal, Óptica Técnica en la Universidad de Morón, teatro en el Conservatorio Nacional y psicología en la Universidad de Buenos Aires. Es un hombre versátil, al que le interesan los deportes (fútbol, tenis, atletismo) y es aficionado al ciclismo y al tenis. (...)



LEER Y ESCRIBIR: la libertad sin educación no es libertad

En el momento en que le preguntamos desde cuándo escribe, nuestro autor recuerda algunos episodios de su infancia y nos cuenta que: “Crecí en un pueblo con calles de tierra, con zanjas [ canales angostos que corren junto a las calles] por donde el agua de las lluvias se quedaba por varios días. Según la estación del año, había mariposas, renacuajos, ranas, caracoles, algunos peces de color; plantas rastreras de pétalos rosados y campanillas azules. En ese ambiente, escribí mi primer cuento a los siete años. Más tarde, me cayó en las manos Rimas y Leyendas (Gustavo Adolfo Bécquer) y empecé mis primeros poemas. A los catorce años, un semanario comenzó a publicar algunos y en poco tiempo me convertí en el poeta del colegio. En realidad, debo decir que muchos compañeros se burlaban de mí. Pero hoy son queridos amigos.” 

(...)
Para el poeta, pues, la lectura es una actividad imprescindible que defiende de esta manera tan poética: “Es el principal modo de ser libre. Un niño que lee tendrá siempre mayores posibilidades de salir adelante en la vida. Un hombre que lee, difícilmente pueda ser engañado. Luego, la libertad sin educación no es libertad.” Además es consciente de que los niños de hoy en día quizá lean menos, aunque no se muestra alarmista, más bien es constructivo al aportar soluciones. En sus siguientes declaraciones hay mucho de buen juicio, de reivindicación histórica y de honestidad. El lector o lectora hará bien si las lee despacio: “Globalmente, ha disminuido la lectura tal como mi generación la conoció. Esto es: niños con un libro abierto entre las manos que disfrutan el hábito de leer bajo un árbol. Internet ha significado un gran cambio, pero no es la única responsable. Y te digo más: de no haber existido, no sé si los niños tendrían el nivel actual. Por supuesto, ese nivel varía según la región del mundo en que se lo mida. En América Latina sucede algo paradójico: mientras las principales ferias aumentan cada año su público, el vocabulario que manejan los niños –sobre todo, los adolescentes- disminuye. A menudo hablo con chicos a los que les cuesta poner en palabras una idea, un concepto. 

2 de febrero de 2010

ELQUI, de Carlos Marianidis, en la voz de María Eugenia Mendoza Arrubarrena


Elqui

(En mapundungún: lo heredado)




Es cuestión de tiempo, nada más. Ahora juegan entre sus cerros. Sólo juegan.
Pero mañana, en un mes, el año que viene, serán como querubines ensayando, inocentes, la sonrisa del diablo.
Dónde estará su familia, se preguntará un hombre bien vestido que les rechazará la estampita, los mirará con desprecio y continuará cenando con los amigos y diciéndoles que no, que no se puede creer que en una tierra donde en otoño se te cae una semilla de maíz y en primavera hay una planta llena de choclos pasen estas cosas.
- Dónde estará su familia -repetirá, indignado, y enseguida preguntará por los goles del domingo.
Su familia

En el principio, araron la propia tierra. Después fueron perseguidos y se resignaron a arar la tierra de otros. Avisaron que no se podía sembrar soja todo el tiempo; que había que dejar descansar a la mapu, pero nadie los escuchó. Y su esperanza murió en los surcos resecos.
Entonces aprendieron a ser mineros. Y la piedra cambió de dueño.
Al final, fueron ferroviarios. Pero sin cosecha y el cobre de los cerros consumido, el ramal cerró.
Pronto dejaron hueco el caserío. Igual que bestias en medio de un incendio, de la montaña bajaron a la sierra, de la sierra bajaron a los llanos, de los llanos al pueblo, del pueblo a las ciudades.
Por cada uno bajaron mil, porque en medio de la huida, muchos escondieron el miedo en un abrazo y le hicieron hijos a la miseria en esas noches que para consolarlos les abrió las piernas flacas.
Sin mesa familiar, sin horno humeante, sin pan caliente en qué reconocerse, perdieron la razón de enseñar los oficios. O tal vez ocurrió que perdieron los oficios y, después, la razón. Como fuera, no les quedó nada.
Ahora, espoleados por el hambre y la injusticia, agolpan su terror amenazante frente a cada palacio de gobierno; cada hilera de escudos, cascos y bastones, para pedir por un techo, algunos surcos, un arado. Les contestan a golpes que el mundo cambió, pero nadie les dice por qué lo hizo sin ellos.
Y la vida se les pasa. Es una vigilia eterna de oscuros pensamientos. Porque allá lejos, en el Congreso, donde los diputados sólo piensan en las tierras que le van a dejar a sus hijos, ¿quién le prestará atención a su peñi, el que fue a hablar por los hijos que le van a dejar a esta tierra? ¿Quién estará en la fragua cuando retorne el cobre? ¿Quién quedará que sepa laborar la semilla cuando el campo despierte? ¿Quién sabrá unir dos letras para decir que no?




Mientras tanto, ajenos a todo, los niños cantan. Saben dos o tres canciones. Son coplas en la lengua que hablan sus padres, sus abuelos, que también las cantaron en la infancia y entre los mismos cerros. Caminan y caminan desde sus chozas hasta llegar al río. Cargan baldes colgados por las puntas de una pesada rama que les atraviesa los hombros. Tienen ojos saltones y mirada de pájaro, barrigas hinchadas, piernas tan flacas como sus brazos, pero cantan.
Y vuelven ya, torciendo el espinazo como si fuera un juego. Hablan muy poco, sí. Apenas las palabras con que nombran lo que les falta: auco si se acabó el agua, caleu si hay que buscar otro río. Para qué más. Mientras en la capital los niños de su edad estudian inglés, computación o piano, ellos construyen su cultura por sonidos. El agua hierve cuando tiembla la tapa del cacharro, la cabra anuncia lluvia cuando corre con su cencerro de latón al cuello; hay que salir al monte por más leña cuando ya no se escucha chispeo en el brasero. Sólo el ruido en la panza los confunde casi todos los días. Si ruge ahí, a la altura del ombligo como si fuera un pan que se retuerce, es hora de ir a dormir aunque haya sol. Lo demás es muy simple: despertar y seguir como si nada, ordeñar los colores de la tarde, beber la noche, buscar su estrella.
Con algo de suerte, cuando crezcan un poco más se irán a vivir a la gran ciudad. Entonces, todo será diferente. Como jamás imaginaron.
Para empezar, pasarán el día buscando papel. Mucho. Si es blanco, mejor. Alrededor de las diez de la noche, la hora en que el andén se ennegrezca de espectros, ellos aparecerán con su cargamento. Se encontrarán con sombras que fueron hombres y mujeres, caballos tristes y bicicletas oxidadas que arrastrarán la miseria rescatable. Atados de cartón, papeles, plástico, todo lo que pueda salvarse en los depósitos y acaso valga un poco, suficiente para calmar aunque sea por unas horas ese ruido que hacen las tripas.
A veces, alguno verá un brillo en la basura y se beberá las dos últimas gotas de un placer ajeno; luego arrojará la lata, la pondrá bajo un pie y aplastará varias veces su destino desgraciado junto a tantos rencores que poco a poco le doblarán la espalda hasta domarlo o convertirlo en un ladronzuelo precoz.
El resto de la noche será más liviano. Entrarán en pandilla a los restaurantes y se dividirán el laberinto de manteles. En cada mesa, dirán que tienen hambre. Con su grito de flor, con su mirada nueva encallecida de arrodillarse demasiado pronto, esperarán firmes hasta que los echen o les den algo.
- En una tierra donde en otoño se te cae una semilla de maíz y en primavera hay una planta llena de choclos -dirá ese hombre de traje.
A la madrugada, le abrirán la puerta de sus taxis a la gente que sale de los teatros, se untarán el invierno por los brazos, se repartirán el frío y las monedas. Pocas, como siempre. Se sacarán el espanto con alguna palabra prohibida que hayan aprendido o un gesto adulto que les irá plegando la piel sobre los labios suaves. Con suerte, después comerán un pedazo de pizza.

Pero aún falta para eso.
Ahora juegan entre sus cerros. Sólo juegan.

Autor: Carlos Marianidis (Buenos Aires - Argentina) Imágenes: María García Esperón (México) Voz: María Eugenia Mendoza Arrubarrena (México) Música: Brasilian dance, Heitor Villa-lobos (Parte I) Luiggi Mozzani, Feste Lariane (Parte II)

Agradecimiento a Carlos:

Hace unos días, después de la publicación de la reseña de Nada detiene a las golondrinas Carlos tuvo la gentileza, tan característica de él, de enviarme un correo electrónico en el que anexó una emotiva carta de agradecimiento, acompañada de dos cuentos, uno de ellos es Elqui, obra ganadora de un segundo lugar en el "Primer Concurso Regional de Narrativa Des-CONTAR EL HAMBRE", organizado por la Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

"El arte es una poderosa forma de sensibilizar y fomentar el debate social respecto a los problemas que enfrentamos", dice la convocatoria a la que respondieron más de 600 escritores.
Después de leer este cuento le pedí a Carlos su autorización para publicarlo. Agradezco su respuesta y el valiosísimo apoyo técnico y artístico de María García Esperón para la producción de este video.

María Eugenia Mendoza Arrubarrena


11 de diciembre de 2009

Carlos Marianidis: Un deseo para 2010



Sería fantástico que en el 2010 comenzáramos, más que una década,
un nuevo modo de pensar el mundo.

Un mundo en el que los gobernantes reconocieran sus errores,
los gobernados corrigieran los suyos
y todos obráramos de acuerdo al sentido común.

Un mundo en el que millones de brazos sin trabajo
se unieran a millones de hectáreas sin sembrar
y así llegara el alimento a millones de hogares.
Y que algo tan simple se mantuviera en el tiempo
para las próximas generaciones.

Un mundo en el que los primeros años de vida de un niño fueran sagrados
y el desarrollo de su cerebro y su corazón fueran la máxima aspiración.
Que en ningún parlamento del planeta se hablara de otra cosa
hasta tanto no tener resuelta esa cuestión fundamental,
pues allí estaría la clave para disolver el resto de nuestros problemas.

Sería fantástico que esto sucediera...
Hagamos, cada uno, la parte que nos corresponde.
Que el 2010 sea, de verdad, un buen año para todos.

Carlos Marianidis
Argentina

29 de octubre de 2009

El Pasajero, de Carlos Marianidis



El pasajero

Yo tomo del camino de otros seres
la mejor realidad para mi vida.
No ignoro el llanto ni la misma muerte,
pero le debo al alma una alegría,
o al menos la intención de estar alegre.


Otros hombres y bestias y mujeres
y pájaros se forjan con mis días
una parte –también- de sus presentes,
de modo que hay destinos que se inician
o siguen a través de mí su suerte...


Tan sensible es la red que así se hila,
que a veces el sufrir ajeno duele,
o una dicha lejana es compartida.
Y encuentro que soy puente entre mil puentes
y el mundo no es sino una roca antigua
que de infinitas formas florecidas
ha cubierto sus pliegues.


Soy en la Tierra sólo un accidente;
no más que un hongo, un ave, una bahía.
Soy una flecha altiva,
tallada en una vara humilde y fuerte,
que en el aire se quema mientras siente
que un nuevo arco espera su caída.

(C) Carlos Marianidis
(Argentina)
Voz: María García Esperón
(México)
2009
Música: Caireles, de Manolo Sanlúcar. Disco: Sanlúcar

15 de octubre de 2009

Mira al cielo, de Carlos Marianidis



Mira al cielo

Mira al cielo y su sol de madrugada
cuando escurre colores sobre el día.
Ve en el árbol temblar a la hoja fría
y al gorrión que comienza su jornada.

Sal como él, con el alma desatada,
sostenido en esfuerzo y fantasía.
Goza cada momento la poesía
de luchar por la hora más soñada.

Pero anda sin llorar, que si confía
el pájaro en volver a su morada
con algo de comer para su cría,

lo harás también, si ríe tu mirada.
Y casi siempre, un poco de alegría,
si la sabes buscar… no cuesta nada.

(C) Carlos Marianidis (Argentina)
Voz: María García Esperón (México)
2009