Quijotes vuelve en esta primavera 2013 con la mirada puesta en el futuro. Auspiciada por el Comité municipal de la UNEAC en Puerto Padre, dedica el presente número a la creación para niños y jóvenes "desde la perspectiva de artistas consagrados al difícil camino de variadas manifestaciones del arte". Frank Castell, su Director, ha reunido en estas páginas a diferentes voces y miradas: Eduard Encina y la mexicana María García Esperón, el cuento de Renael González, el estudio de Ronel González, la poesía de Reina Esperanza Cruz y Diosneldo Salazar, la trovadora Rita del Prado, el grupo de teatro guiñol Los Zahoríes. Ilustraciones de Helier Batista, reseñas de Gustavo Alonso Curbelo y Mayda Amias Martínez, la entrevista de Jorge Luis Peña Reyes y la presencia de Enrique Pérez Díaz. La literatura infantil y juvenil vive en la actualidad un boom mundial. Quijotes llega en el mejor de los momentos para presentar una selección del interesante trabajo que se lleva a cabo en una Cuba abierta al futuro.
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7 de mayo de 2013
La creación para niños y jóvenes en el nuevo número de Quijotes
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María García Esperón
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5/07/2013 07:13:00 a. m.
Quijotes vuelve en esta primavera 2013 con la mirada puesta en el futuro. Auspiciada por el Comité municipal de la UNEAC en Puerto Padre, dedica el presente número a la creación para niños y jóvenes "desde la perspectiva de artistas consagrados al difícil camino de variadas manifestaciones del arte". Frank Castell, su Director, ha reunido en estas páginas a diferentes voces y miradas: Eduard Encina y la mexicana María García Esperón, el cuento de Renael González, el estudio de Ronel González, la poesía de Reina Esperanza Cruz y Diosneldo Salazar, la trovadora Rita del Prado, el grupo de teatro guiñol Los Zahoríes. Ilustraciones de Helier Batista, reseñas de Gustavo Alonso Curbelo y Mayda Amias Martínez, la entrevista de Jorge Luis Peña Reyes y la presencia de Enrique Pérez Díaz. La literatura infantil y juvenil vive en la actualidad un boom mundial. Quijotes llega en el mejor de los momentos para presentar una selección del interesante trabajo que se lleva a cabo en una Cuba abierta al futuro.
14 de noviembre de 2011
Frank: hombre de corazón itinerante, por Jorge Luis Peña Reyes
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María García Esperón
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11/14/2011 07:21:00 a. m.
Frank: hombre de corazón itinerante
Por Jorge Luis Peña Reyes
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Imagen: Helier Batista |
Quien vio a Frank con una desgastada libretica bajo el brazo, detrás de la mesa no sospecha ahora, al cabo de los meses, que su libro salido a la luz por Letras Cubanas, es un trozo de esas tardes grises en las que molestaba hasta el exceso de paz. Tampoco tiene cómo sopesar las aguas que lo empujaron, si solo vio las tímidas palabras sobre el papel.
Escribir y contrastar el destino final de los volúmenes, con solo mirar los estantes de libros, convence del sacerdocio que supone enfrentarse a la hoja en blanco, con la única esperanza de trasmitir a ese remoto lector que tal vez no llegará, un poco de lo que es común a todos los humanos, pero que no todos pueden sentir con la misma intensidad.
Corazón de barco, nació entre la prisa de los usuarios que procuraban un buen libro de la Biblioteca de Puerto Padre y entonces Frank era Borges o Novás entre esos anaqueles infinitos que testimonian el paso de los ángeles por el mundo:
Ahora regresa complacido a entregarnos esta criatura, como si al hacerlo se le fugara el corazón con la parsimonia de los barcos o hiciera duradera la noble acción de recomendar una buena lectura.
Corazón de barco es el tercer libro de Frank Castell González. Las Tunas 1976. El primero en nacer en un lugar de salitre y marisma, pero eso poco importa si el mar no se le hubiera hundido dentro. Al leerlo uno comienza a sentir el sabor de la diáspora, del destierro, aún cuando los muros no son infranqueables barreras en el mapamundi.
Ese intento de ser universal desde la aldea lo caracteriza mientras uno se traga los poemas verso a verso y puede sentir al hombre frente al mar. “Viejo Constantino: Todos llevamos el amargo espíritu del náufrago” Dice en uno de esos poemas tristes.
Sí, Corazón de Barco es un libro triste, quien quiera cantar con él, está equivocado. Frank sabe que la tristeza es el hilo que une a todos los poetas convocados. Ángel Escobar, Raúl Hernández Novás, César Vallejo, León Felipe, Kavafis, todos sintieron lo mismo: una música o una sombra en cualquier sitio de este mundo. Frank cree en medio de tanta experimentación y frialdad en sus latidos y los atiende como la melodía más importante.
Simultáneamente a los naufragios interiores el autor acerca su mundo a los demás y constantemente arma y desarma su espacio para que la comunicación con el lector sea plena.
Quien se pierde de una ciudad y escribe poemas difíciles no queda exento del olvido, ni de Dios. Por eso me arranco la piel y busco la libertad o el gozo de no doblar estas rodillas. De todas formas existe el mar y es suficiente.
Considerado por el autor su libro más maduro, Corazón de barco no deja espacio para la duda, es un libro intenso en el que la prosa poética, el soneto, el epigrama y el verso libre se unen armónicamente en un afán de acercarnos el mar y todo el conflicto del hombre ante la inmensidad.
8 de septiembre de 2011
Helier Batista: Video Arte
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María García Esperón
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9/08/2011 12:33:00 p. m.
Helier Batista Hernández
Puerto Padre, Las Tunas, 1977
Pintor y fotógrafo
Fotografía:
Junior García
Sonido directo:
Julio Rodríguez
Edición y musicalización:
Joan Bárcena
Asist. programa:
Sara Pavón
Videoteca:
Bárbara Martín
Onelia Maceo
Transportación
isidro Rodríguez
Roiler Rodríguez
Asist. técnica:
Carlos Roque
Alexander Ricardo
Julio Rodríguez
Producción:
Eloísa Mendoza
Asesores:
Rolando Téllez
Grechel Calzadilla
Guión:
Carlos Téllez
Director asistente:
Frank Castell
Dirección:
Carlos Téllez
Música
Réquiem de Mozart
17 de agosto de 2011
Helier Batista: Entre las dos orillas, por Jorge Luis Peña Reyes
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María García Esperón
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8/17/2011 01:00:00 p. m.
HELIER BATISTA
Entre las dos orillas
Por: Jorge Luis Peña Reyes
A los quince años yo dibujaba como Miguel Ángel; he tardado cuarenta años en aprender a dibujar como un niño.
Pablo Picasso.
Me pregunto cómo la hojarasca de las dos orillas puede silenciar la mano consagrada de Helier Batista Hernández. (Puerto Padre, 1977)
Aunque pueden contarse varias series que definen sus etapas creativas, me inquieta un grupo considerable de obras dominadas por los códigos infantiles sin que el término se confunda con facilismo o lo naif. Tal vez es aquí donde más trabajo conceptual o al menos sedimentación académica existe, en la que Helier se encuentra con el niño que es, mientras mancha de acrílicos esos paisajes continentes de un profundo conocimiento del color y un sinnúmero de técnicas y corrientes plásticas.
Con sobrado dominio del dibujo, Helier acumula más de ocho trabajos de ilustración con especial inclinación hacia libros de poesía tanto para adultos como para niños. Él sabe aprovechar esa posibilidad de reproducir su obra miles de veces, por eso pone su empeño en que los trabajos de ilustración no sean menores que aquellos expuestos en varias galerías cubanas.
Soy testigo de que cada acercamiento de Helier a la obra literaria es una reinterpretación que lejos de limitar o reproducir el texto, lo extiende a zonas insondables de lo sugestivo y polisémico como conviene a la poesía de buena factura.
Un espíritu inquieto le revolotea dentro y lo obliga a trabajar sin hacer concesiones. Le exige que cada casa sea más que su forma básica o que los árboles nos remitan a esos esbozos infantiles que empiezan a iluminarse con trazos aquí y allá sin más orden establecido del que impone colores y facturas.
No siquiera Miami, esa tierra apócrifa cubana, le borra sus sueños de artista. Gesta proyectos que le tienen muy ocupado. Ya ofrece un mural pictórico en la escuela de su hijo o expone con esa fuerza poética de quien le urge no disolverse entre el bagazo ornamental que sobreabunda.
Son los barcos desde adentro: a grafito, pincel o sobre el celuloide, útiles para encarar la distancia entre las familias de una y otra orilla, pero bien pudieron ser los zapatos o las siluetas de su abandono en cualquier arena cubana para referirse al éxodo que tanta sal pone ante nosotros.
Por eso el poeta Frank Castell dice: Los barcos son ciudades que se marchan…
Duele distanciarse de un amigo que es un artista pleno y que por estrecheces políticas no pueda contarse entre los creadores cubanos que viven en cualquier parte y bajo cualquier bandera con vínculo de las instituciones de la tierra que le vio nacer. Aun así, sigue Helier con esa lealtad del cubano de a pie. Me consta que Helier no dejará de ser el artista que en mi país arribaba el tren lechero para respirar el ambiente de los ferrocarriles y la espera; y hacer luego sus propias imágenes, como si un cronista se propusiera semejante ejercicio. Ver sus habitaciones cada vez más estrechas debido a su tenacidad creativa me convence de su éxito, de su búsqueda.
Lejano está quizás el día del reconocimiento, la oportunidad de vivir de su vocación, y no continuar como un rudo vigilante de cargas en cualquier almacén de la Florida. Bien sabe él que las orillas también son extremos y que los hombres difícilmente encuentran el punto meridiano de la felicidad.
Mientras tanto, no hay descanso, tampoco sombras de derrota. En Helier Batista su trabajo es su idioma y no la pretensión necesaria de asumir ahora el lenguaje de la opuesta orilla que le vio nacer…
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