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4 de septiembre de 2016

Colombia feliz



Un dibujo de Carolina, la hija del poeta José Luis Díaz Granados, en 1997.

28 de agosto de 2016

Sí a la paz, de José Luis Díaz Granados


1

La guerra es un áspero crepúsculo
sin espera o certezas, sin fulgor.
Sangre escrita en el mapa, oscura ola,
marejada de sombras, trueno insomne,
sonrisa entre las balas y el espanto,
zozobras incitadas por la furia,
silencios fugitivos de sí mismos,
paloma hecha de cólera y de pólvora.


Guerra sucia, impostora. Sorda y ciega
efusión de exterminios y de ruinas,
malogrado proyecto del rencor,
beso abortado, vientos de ceniza.


2


Pero llega la paz, palabra dócil
y concisa para expresar la luz
o el amor o todo lo que quieras
para una primavera popular.


Paz, nada más, para este cuerpo herido
---cuerpo cicatrizado, rosa ardiente---,
de la intrépida patria combativa.


3

¿Es la paz espejismo? ¿Fantasmagoría
para los despiadados guerreristas
que abominan y ofenden el fragor
de este goce que hoy cabalga en alas
de la blanca paloma de Picasso?


¡Por fin las aves, tantos años tácitas,
canturrean delante del cazador!

¡Por fin las armas fúnebres, siniestras,
se han ocultado y se han enmudecido!

Mi corazón es un violín o una manzana.
Alba en el mar de la bahía ferviente.

4

Si la guerra ha cesado, yo he cesado mi arenga
de rebelión. Hoy mi poema
es oda del amor, hoy mi palabra
es sinfonía coral de la alegría.

La misma mano que con puño cerrado
respaldó la guerra de liberación,
es la misma que con trazo rotundo
escribe hoy la palabra reconciliación.

José Luis Díaz Granados
Bogotá 2016



9 de abril de 2016

Los autores colombianos de El Tren Dorado


José Luis Díaz Granados, Albeiro Echavarría, Carlos Hernando Rico, Margarita Londoño, Luis Darío Bernal Pinilla.
Sin foto: Christian Schuster, Nora Cecilia Navas.

30 de marzo de 2016

Homenaje del Partido Comunista Colombiano a cuatro creadores


Huída hacia la eternidad, de José Luis Díaz Granados

José Luis Díaz Granados
Caminando lentamente
irremediablemente hacia la muerte,
solo quiero, entretanto,
ir tocando esta luz, esta semilla,
esta tierra;
                ir sintiendo el sabor
de esta fruta recién cogida,
y de este labio que la novia ofrece
con su profunda delicia,
para cuando llegue la hora de la huida
inventar en la eternidad
el beso
          y el fruto
                   y el poema.



(C) José Luis Díaz Granados
De la antología La Fiesta Perpetua


20 de marzo de 2016

Edición conmemorativa 30 años de Las puertas del Infierno de José Luis Díaz Granados


"Es una novela que recoge todas las preocupaciones estéticas de lo que pudiéramos llamar novela contemporánea latinoamericana [...] El solo título de la novela puede hacernos pensar en toda aquella genealogía de poetas del mal: Rimbaud, Verlaine, Baudelaire. Todos ellos tienen mucho que ver con la novela de José Luis, en la medida que hicieron novela o poesía de confesión, de testimonio, procurando, tal vez, ser más incisivos en los pecados que en las virtudes" (MANUEL ZAPATA OLIVELLA).

15 de marzo de 2016

Manuel José, de José Luis Díaz Granados



Manuel José, así te decían tus tías y tus amigos.
Yo también te voy a llamar en esa forma
porque ya somos iguales en esta edad adulta.
Además, siempre fuimos amigos, muy amigos, compadre,
y fíjate bien que a lo largo de toda mi poesía
tan grave y solemne, siempre te llamo padre,
padre mío, compadre, pero aquella poesía funeral
cumplió ya su misión, justo a tiempo, Emejota.

A veces cuando camino por calles solitarias,
de noche, veo tu sombra y me alegro, y es mi sombra.
En las mañanas, cuando me miro ante el espejo
veo de pronto tus ojos castaños bajo mis cejas,
y me estremezco, ah caramba, y me asusto.
Cuando hablo en voz baja, yo te escucho, papá.
Cuando acaricio, amoroso el cabello de mi hijo
yo siento tu caricia en mi cabello de niño . . .

Manuel José, la vida es hermosa, te lo digo ahora:
quisiera contarte tantos episodios que te harían gozar
y no sé ya por donde empezar, hay tantas cosas,
y a veces yo siento que soy nuevamente tu vida
y entonces, no lo dudo, comienzo el monólogo largo
y me pasan las horas contándote esto y aquello
y el tinto se enfría, Manuelito, y la noche cae . . .