Mostrando entradas con la etiqueta Frank Castell. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Frank Castell. Mostrar todas las entradas

9 de junio de 2018

El solitario oficio de la resistencia, de Frank Castell



Frank recibe el premio de manos del alcalde de la municipalidad de San Salvador y el Embajador de España en El Salvador.




El escritor puertopadrense Frank Castell González culmina su gira promocional por España y El Salvador luego de una intensa agenda de entrevistas, presentaciones y lecturas en centros universitarios y sociales de ambos países.

El poemario El solitario oficio de la resistencia encontró muy buena acogida tanto en la nación centroamericana como en Madrid en las que firmó más de quinientos ejemplares en diferentes momentos y ofreció entrevistas para la televisión, la radio y periódicos.

 Los organizadores del premio Hispanoamericano de poesía de San Salvador precisaron en Casa de América que esta edición que ganó el poeta cubano Frank Castell González, antecedida por una argentina y un panameño, es la más mediática y difundida desde la primera convocatoria en 2016.


 Más en Frank Castell González
 https://­m.youtube.com/­watch?v=0a204swRgts

22 de agosto de 2016

Fragmentos de Isla Agosto 2016



28 de julio de 2016

Fragmentos de isla, julio 2016



15 de septiembre de 2015

Para acercarnos a El país de los miedos, por Frank Castell




PARA ACERCARNOS AL PAÍS DE LOS MIEDOS
Por Frank Castell

Después de leer el más reciente libro de Jorge Luis Peña Reyes (Puerto Padre, Las Tunas, 1977) y comprobar que desde la poesía se puede acceder a universos tan increíbles como la realidad, no me queda otra opción que escribir.

El país de los miedos, volumen que sale a luz por la editorial Gente Nueva, confirma que estamos en presencia de uno de los escritores para niños y jóvenes más auténticos de Cuba. Lo más sorprendente de esta nueva propuesta es el enfoque que Jorge Luis ofrece en cada uno de los textos.

Ya es conocido el modo de asumir el discurso en su amplia y atractiva obra poética. Libros como Donde el jején puso el huevo y Vuelo crecido, evidencian la capacidad de este autor para sorprendernos con maneras bien interesantes de enfocar la literatura. Otros volúmenes salidos de las manos de Jorge Luis se mueven dentro de las aguas del cuento, La corona del rey  y Las doce migajas.

Llegar hasta el gusto de niños y jóvenes presupone conocer bien de cerca cuáles son sus intereses. De modo que cada entrega es un ejercicio de investigación y madurez.

El país de los miedos explora con acierto parte de la tradición cubana en la que Jorge Luis se adentra en personajes locales y nacionales con los que padres y abuelos asustan a los niños. El romance País es la entrada:

En el país de los miedos
era tímida la gente,
si los fantasmas venían
eran siempre grandes huéspedes.

Una singular manera de mostrar el objetivo del poemario: cómo hacer que el lector vea a los personajes como seres palpables, seres que no representan motivo de espanto, sino todo lo contrario. Es uno de los aciertos de esta obra: construir un universo que le permitirá al niño encontrar nuevos significados. Una de las historias más empleadas para neutralizar a niños y niñas es la del viejo del saco. Sin embargo el autor construye una historia que cambia por completo el significado de la misma:

Yo soy el hombre del saco,
abuelo de mala fama;

Camino medio encorvado
por un hechizo que llaman
escoliosis persistente
¡que no se quita con magias!

Que el pánico se transforme en motivo de risa, que la risa nos enseñe que el miedo se puede vencer, he ahí una de las tantas ganancias de este libro. Quien se adentra en sus páginas descubre la ingeniosidad y el poder de seducción propios de la obra del autor de una docena de títulos merecedores de importantes premios en certámenes nacionales e internacionales. Y es que Jorge Luis sabe manejar el lenguaje y el secreto de las estrofas, el ritmo y la musicalidad que necesita un libro para abrirse paso.

Estructurado en dos partes, Barrio de fantasmas y Queridos monstruos, el libro recoge en sus 38 páginas a brujas, jígües, ciguapas, espantapájaros, cagüeiros, entre otros, y juega desde el poema con ellos como es el caso de Solicitud de trabajo; Atención a la solicitud de trabajo por parte del Departamento de Reubicación y Réplica última donde décima y romance recrean la comunicación entre una bruja que solicita trabajo y las exigencias que tiene que sortear:

Yo soy una bruja auténtica que prefiere escobas plásticas.

El país de los miedos está bien pensado. La mezcla de humor, lirismo, filosofía y dominio técnico de las estructuras poética, hacen de él un texto interesante que sobrepasa las fronteras de la edad. Los cementerios, prosa limpia y breve, demuestra el viaje inverso del autor hacia la infancia y sus cuestionamientos:

A propósito, ¿es lógico que le pongan guardias a los muertos y cercas a los cementerios?
Tal vez sea porque, a pesar de toda la ciencia conocida, el hombre moderno no está seguro de que los muertos no salen.

La búsqueda de temas que motiven la creación es una constante en este autor de una docena de títulos. Sin embargo, no hay una pretensión de insertarse en las modas y la superficialidad tan presentes en la literatura para niños. Jorge Luis cree en el niño. Por eso escribe para responder preguntas incómodas que muchos padres no saben cómo enfrentar.

La definición de qué es el miedo ofrece, a modo de cierre, una imagen hermosa cuando dice:

El miedo es un gato oscuro
que nos cruza por delante.

Aunque sus libros desaparecen de las librerías y asume la literatura como un sacerdocio, su proyección merece mejor suerte. Quienes conocemos y esperamos cada una de sus publicaciones, estamos conscientes de que el factor promocional no le ha favorecido. No obstante, me atrevo a afirmar que el futuro le abrirá las puertas y concederá un lugar privilegiado en el panorama literario cubano.

Si me preguntan, ¿dónde está el país de los miedos? Puedo responder que está en nosotros, los niños que crecimos sin la magia de un libro como este, pero que nunca perdimos la fe en encontrarlo.

Gracias, Jorge Luis, por derribar el muro y contar con nuestros hijos hoy.

Puerto Padre, 23 de abril de 2015

1 de septiembre de 2014

Frank Castell: un gladiador que escribe para no morir














Idea original: Carlos Téllez
Fotografía y cámara: Raúl Verdecie
Serie: Para el Milagro
TUNAS VISIÓN 2014

2 de junio de 2014

La poesía puede estremecer los cimientos de una nación: Frank Castell

José Luis Estrada Betancourt
estrada@juventudrebelde.cu
31 de Mayo del 2014 19:35:40 CDT
 
Frank Castell González llegó a la poesía desde muy joven. Era ajedrecista y estudiaba en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) de Las Tunas, cuando participó en un taller literario, gracias a su amigo Isael Pérez Campos, lamentablemente fallecido. Ese hecho marcó sus inicios, antes de matricular en el Instituto Superior Pedagógico Pepito Tey. «Un período intenso que recuerdo con satisfacción, porque no fui un alumno excelente, pero supe aprovechar ese tiempo», reconoce.
Tampoco olvida la etapa en que casi todas las tardes iba con Osmany Oduardo a casa de Guillermo Vidal, a conversar sobre los proyectos, las preocupaciones y los demonios que acechan al escritor. «Guillermo se convirtió en un padre, por eso la mejor manera de rendirle homenaje es asumir con responsabilidad todo cuanto escribo, porque la vida está llena de tristeza. De hecho, mis poemas son una coraza para vencer el olvido del presente». Y para demostrarlo, ahí está su más reciente poemario Salmos oscuros, que vio la luz en la pasada Feria Internacional del Libro y que acaba de presentarse en la VI Jornada literaria Orígenes, que organiza la Asociación Hermanos Saíz de Contramaestre, en Santiago de Cuba.
—Por un buen tiempo estuviste muy al acecho de concursos literarios. ¿Valió la pena?
—Cuando se es joven y se busca atraer la mirada de críticos e instituciones, los concursos ofrecen la oportunidad de darse a conocer e ingresar a la Asociación Hermanos Saíz. Durante los años 90 del pasado siglo, era casi la única manera de publicar. De modo que concursé y alcancé algunos premios nacionales, mientras en Las Tunas se me abrieron las puertas a las publicaciones.
«Los premios no son un medidor de la calidad de un escritor, pero sí un estímulo para continuar trabajando. En la actualidad apenas concurso, porque cada día es más difícil salir victorioso de las modas de este tiempo. Me horroriza el nivel de cabildeo que existe y la desventaja de los que estamos fuera del circuito de vencedores que prevalece ahora. Soy poeta que escribe lo que siente y padece. No someto mi obra para ganar un premio. Para mí el reconocimiento mayor es el aplauso o la llamada de alguien que no conozco, pero que se identifica con mi poesía».
—Tienes cinco libros publicados y apareces en más de 15 antologías nacionales e internacionales. Entonces, el fatalismo no te ha afectado tanto pese a vivir en Puerto Padre. ¿Qué le debe tu obra literaria a esa tierra?
—Puerto Padre constituye un municipio con una tradición cultural muy grande. Es la tierra de Emiliano Salvador, Juan Pablo Torres y Enrique Peña, por solo citar a tres figuras importantes. Aquí nacieron mis proyectos literarios motivados por el distanciamiento de los círculos «de poder»: dígase viajes al exterior, eventos importantes, acceso a la promoción. Llevo diez años en este lugar escribiendo como un desesperado náufrago, porque tengo un compromiso con el tiempo, y mi obra es testimonio de este país. En los pequeños pueblos de Cuba se viven intensas historias, conflictos más trascendentes que en La Habana o en cualquier otra ciudad.
«Me molesta que directivos e incluso colegas se sorprendan al escuchar mis textos o los de otro autor de esta zona. No hay necesidad de que esto suceda si existiera la promoción adecuada. Una vez lo dije en la capital: “soy de Las Tunas, un lugar lejano de La Habana, pero muy cerca del mundo”. El fatalismo no me ha afectado de forma tan directa porque trabajo y leo, y no siento temor a escribir lo que algunos prefieren callar».
—Escribes teatro, narrativa, críticas artístico-literarias, pero el mayor peso de tu creación recae en la poesía. ¿Por qué? ¿Consideras que todavía esta se puede vender?
—La poesía es un género de trascendencia. Durante años la asumo como una voz necesaria. Ahora se está dando un fenómeno en las editoriales cubanas relacionado con el mercado y con publicar lo que vende. Hay algo que no se debe descuidar, y es la promoción del libro. Un libro de poesía se puede vender si se realiza una buena campaña promocional y se buscan los espacios idóneos para su distribución y venta. Se necesita más profesionalidad en las instituciones culturales para lograr un mayor impacto.
«En 2003 tuve la oportunidad de recorrer el país en la gira La Estrella de Cuba, junto a poetas y trovadores. Nos presentamos en muchos lugares. Llenamos parques, teatros, y el público se identificó y compró los libros. Eso dice mucho. Hay que tener cuidado con la palabra “mercado”. Debe existir equilibrio. Hace unos días conversé con el poeta Roberto Manzano sobre este tema, quien me alertó con la mirada puesta en el futuro: “Estoy preparado para realizar autoediciones si en el peor de los casos se impusiera el mercado sobre el arte”».
—Dentro de la poesía, la décima te atrae especialmente...
—Me inicié escribiendo décima y lo agradezco. La décima me ofreció el camino: empezar bien y cerrar el poema de forma contundente. Tuve la suerte de pertenecer al taller literario Cucalambé, que dirigía el poeta Carlos Téllez. Éramos jóvenes que comenzábamos a despuntar: Osmany Oduardo, Jorge Luis Peña Reyes, José Alberto Velázquez, Ray Faxas. Éramos la continuidad de Guillermo Vidal, Ramiro Duarte, Alberto Garrido, Carlos Esquivel, y teníamos unos inmensos deseos de escribir. La décima en los años 90 hizo aportes a la poesía cubana, y Las Tunas era parte de esa revolución, porque confluían autores de todas partes de Cuba como José Luis Serrano, Ronel González, Yamil Díaz, Jesús David Curbelo, Alexis Díaz Pimienta. Pero también estaba un libro tan contundente como Hambre del piano, de Carlos Téllez.
«La décima me enseñó que la poesía es síntesis, es fuerza. Por eso mi primer libro, El suave ruido de las sombras, lo escribí de esa manera. En 2012 cerré el ciclo de la décima con Final del día, una deuda con esos años duros y hermosos del taller literario. Ahora me mueve más el verso libre. En sus “aguas” me siento con mayor seguridad. Pero agradezco, de esos primeros años, la presencia de la décima, el filo implacable de su música».
—Tu más reciente publicación, Salmos oscuros (Editorial Oriente, 2013), ha sido muy elogiada. ¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a escribirla?
—Es un libro que nació del dolor y de las preguntas difíciles que me hago todos los días. Preguntas que respondo con la mayor honestidad posible, porque el poeta es un cronista del tiempo que le toca vivir. Lo entregué a la Editorial Oriente y para sorpresa mía fue aprobado. La ilustración de cubierta es de mi amigo, el poeta y artista de la plástica Eduard Encina, un intelectual que asume su obra con valor en un lugar llamado Baire, donde hay más poesía de la que se piensa. El libro se presentó en la Feria Internacional de La Habana y en Las Tunas.
«Son poemas que van a la esencia de la Cuba de hoy. Quien se adentre en sus páginas podrá conocer cómo piensa y sobrevive Frank Castell. Salmos oscuros es mi forma de reafirmar que la poesía, aunque esté en desventaja respecto a otros géneros literarios, y sea vista como que interesa solo a minorías, puede estremecer los cimientos de una nación».
—Igual apareces en Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero, de Ediciones La Luz...
—Ediciones La Luz, en el tiempo que   tiene de fundada, ha asumido una labor editorial interesante. Poderosos pianos amarillos… es una antología que se le «escapó» a La Habana, y eso demuestra que desde las provincias se gestan proyectos atractivos y competentes. Además del homenaje a Gastón Baquero, habían salido dos selecciones con resonancia: La Isla en versos y Todo un cortejo caprichoso. Hay que resaltar que de La Isla… se logró grabar 25 de los cien poetas recogidos en ella y se realizó un audiolibro en el que por suerte estoy. Luis Yuseff y su joven y dinámico equipo de trabajo merecen el reconocimiento de artistas y directivos por llevar a la práctica ideas tan buenas.
—¿A qué le atribuyes que Naufragios, un texto que contiene cinco piezas teatrales, aún permanezca inédito? Bueno, es la suerte que también están corriendo Confesiones de papel (entrevistas y reseñas), Los hijos de Caín (novela), así como Fragmentos de Isla, Caída Libre y Teatro de la noche (poesía).
—Soy en esencia poeta. Respeto mucho el resto de los géneros literarios. Por eso no me molesta que esos textos se mantengan inéditos. Soy muy exigente con mi obra y, aunque me gustaría verlos publicados, prefiero se den a conocer cuando estén creadas las condiciones. Sé que todavía estoy ante los tantos caminos que la literatura dispone para mí. Por ahora me queda la satisfacción de disfrutarlos en silencio desde la soledad de mi casa. El tiempo dirá la última palabra.
—¿Qué sucedió con Los reyes solitarios, aquella novela que escribías sobre el mundo del ajedrez?
Los reyes solitarios es mi deuda con el ajedrez. La comencé a escribir en el año 2003 mientras pasaba por una etapa compleja de mi vida: el divorcio. Fue gratificante, aunque duro, levantarme todos los días a las tres y treinta de la madrugada y caminar varios kilómetros hasta el Centro Provincial del Libro para trabajar hasta cerca de las siete de la mañana. Es un compromiso que tuve con Guillermo Vidal y por razones diversas no pude concretar. Pero sé que pronto estará lista, para que el lector sea parte de esa historia de ficción con elementos de la realidad.
—Coméntame sobre la revista de pensamiento literario Quijotes.
—Esta revista representa el sueño de varios amigos de darle a Puerto Padre ubicación en el mapa cultural del país. Es un proyecto ambicioso que tiene tres números publicados. Ahora está al salir un dossier sobre el erotismo desde diferentes puntos de vista. Comenzamos en formato digital, pero aspiramos a que se imprima y se distribuya por toda la Isla. Estamos en el engorroso trámite de legalización para la búsqueda de apoyo financiero. Sería excelente que cristalizara, porque es una propuesta interesante.
—¿Qué te aportó formar parte, en cierto momento, del proyecto cultural La Isla en el Centro, que organizan el Centro Dulce María Loynaz y el Instituto Cubano del Libro?
—La Isla en el Centro significó ir a La Habana y participar en varias actividades. Resultó grato compartir mis poemas en la librería Fayad Jamís, en el espacio Aire de luz. Una tarde espléndida, porque asistieron muchas personas a escucharnos a María Liliana Celorrio y a mí. También participé en el programa A trasluz, una entrevista con el poeta, narrador y crítico Jesús David Curbelo. Es necesario que los escritores se integren de forma sistemática a la vida cultural de la capital, para que la crítica conozca lo que se escribe más allá de sus muros. Fue una experiencia que me estimuló a continuar esta carrera de fondo que es la literatura.

29 de abril de 2014

La luminosa oscuridad de Frank Castell

Un poema de Salmos oscuros, de Frank Castell

Frank Castell, poeta cubano, tiene circunstancia, azul y hondura para padecer el mundo en la palabra.
Siente como pocos la patria y su tristeza, el mar inexorable y el dolor de saberse tan humano como breve. Profeta, Frank es la voz que clama en el desierto azul del fantasma que envuelve a Puerto Padre. Por su boca hablan los poetas grandes, quizá sea su boca la boca de la sombra, quizá por ella hable también su padre y el padre de su padre y los ojos y los rizos de Tartessos, extrañada en La Habana, la capital más triste...

Salmos oscuros pero luminosos. Luz a doler. Poeta Frank de la noche a la sur, de la mañana al norte. Voz crucificada en medio de la nada. Voz enzarzada en la recurrente disputa con el ángel. Y la escala ahí tendida, recortada oscuramente en el luminoso azul de Puerto Padre.

Parece desesperanza, pero no lo es. La belleza que mira Frank Castell con sus ojos hechizados es la de un mundo recién creado. Ese mundo le ha explotado a él, al poeta, ante la mirada en la primera hora de la creación. El poeta de esta palabra dolorosa ha proferido a Dios. El poeta lo profetiza. Y a ese Dios o a Dios, oscura, luminosamente, le dice:


Déjame el horizonte,
la música del éxodo,
las mañanas y el juicio
para escribir mi vida.

Salmos oscuros es un libro inquietante, un libro que nos impone la lentitud de un tempo de calvario. Se juega la vida por el verso y en él. Sacraliza, oficia y derrama sus libaciones de palabra. Clama. Perdona. La arena infinita de la playa nombrada por este Adán es nuestro reloj cósmico. El poeta nos ha entregado su palabra. Sobre ella sopla el viento de la creación. Y en ella, salmo oscuro, el profeta nos deletrea el Nombre impronunciable.

Frank Castell, que anda por las calles de la vida en Cuba, es un poeta de los grandes. De esos que nosotros conocimos en los libros: los fusilados, los desterrados, los martirizados. Esos que caminan letra a letra al sacrificio. Esos, que tienen sangre de palabra. Los que llevan asombrados las raíces en las manos. Los que nos bautizan implacables de luz y nos lavan la cara. Los que nos ungen con el sagrado aceite de su verso. Los que nos convierten a su fe de paria y nazareno. Los que nos inician en el misterio de ser un brote humano en una isla, siempre ante el mar y con la historia a cuestas.

María García Esperón
México

11 de marzo de 2014

Los salmos luminosos de Frank Castell por Jorge Luis Peña Reyes



RADIOREVISTA ACTUALIDADES
11 DE MARZO DE 2014/ COMENTARIO


Los salmos luminosos 

Por Jorge Luis Peña Reyes


Una de las críticas más visible de la actual poesía cubana, coherente con el postmodernismo que se respira en todas partes, es la estridente experimentación y la frialdad de sus propuestas, que incluye palabras obscenas o motivos baladíes que dejan a un lado la transmisión de un ambiente emocional, elemento que durante mucho fue y aún es para mí, la esencia misma de la lírica, a pesar de sus varios siglos de vida. Tal vez como tantas cosas, esa motivación primigenia desaparezca del mundo actual o tal vez yo, en nombre de otros muchos, me resista a esta nueva naturaleza que exhibe hoy el poema contemporáneo. Por eso cuando releo el poemario Salmos oscuros del escritor Frank Castell González, (LasTunas 1976) recién publicado por el sello editorial Oriente en el que la honestidad se respira en todos y cada uno de sus textos, me afirmo en este distanciamiento a gusto, y rechazo tácitamente esa manera otra que algunos concursos de las urbes estandarizan y protegen como poesía moderna y que muchos interpretan como obligado camino.

Frank dice: Qué falta me hace caminar sobre una cuerda. Dejar el pecho a la deriva y no pensar en el residuo que el ayuno deja. Qué falta le hace a mi dolor un verso o un antifaz para romper esta costumbre.

Todo es cuestionable a partir de esta mirada mía o acaso la tristeza, el desarraigo y la desesperanza no alimentan ya a los poetas del tercer milenio, pero como dijera el evangelio: si la sal se desvaneciera de qué servirá sino para ser pisoteada.

Encuentro en estos poemas breves una contención sugerente y universal, como si lo cubano se extendiera hacia mundos inescrutables y me hallo en cada uno de estos reclamos existenciales a orillas del mar e intento como él ser cronista de este mismo sentir. No hay en Salmos oscuros poses experimentales, sino una conexión con esos autores que siguen siendo la dieta predilecta de Frank Castell; Vallejo, K. Cavafis, Miguel Hernández, Ángel Escobar, Heredia y otros que se filtran en su aliento de autor consagrado a describir su más inmediata realidad con el corazón como tintero. En sus libros anteriores se reconoce esta línea discursiva para conforman así una obra poética coherente, honesta, al margen de todo oportunismo promocional. Por suerte, muchos lectores agradecen estos salmos... que por oscuros no deja de ser luminosos o acaso la luz es más reveladora si se mira desde dentro del túnel, que propone Frank.

12 de noviembre de 2013

En un parque de las tunas, por Frank Castell

Frank Castell
Frank Castell

La literatura es un oficio ingrato, nos dijo Guillermo Vidal aquella tarde de 1996 en su pequeña casa de Ramón Ortuño No.190, en Las Tunas. Por aquel entonces Osmany Oduardo y yo estudiábamos en el Instituto Superior Pedagógico y soñábamos con ser grandes escritores.

Alguien nos dijo que había un hombre que escribía novelas rarísimas, llenas de palabras filosas, pero a la vez profundas. De modo que decidimos visitarlo para ver si nos ayudaba en nuestro caro empeño.

Nos recibió su mujer, lamentando la ausencia del autor de Matarile. “Está fuera de la provincia, presentando su libro de cuentos Confabulación de la araña, vengan el jueves”.

Y así fue.

El jueves, poco después de almuerzo, tocamos a su puerta. Nos sorprendió un hombre de unos cuarenta y cinco años, barbudo y con el cabello largo, con una sonrisa, ¡Ah, son ustedes, pasen!

La tarde fue maravillosa, pero trató de disuadirnos de nuestro empeño. “¿Ustedes no ven como yo vivo? Miren mi casa, mi ropa, lo que tengo para comer. Esta (la Literatura) es una carrera difícil. Te buscas problemas. Caes mal. No tienes dinero. En fin, estás jodido”, concluyó.

Las razones, viniendo de un escritor acechado por lectores que se robaban sus libros de las bibliotecas, parecían ser concluyentes. Sin embargo por más que lo intentó, no pudo cambiar nuestra decisión: seremos escritores, vale la pena correr el riesgo.

Poco tiempo después, en un parque de La Habana, sitio donde confluíamos mi amigo y yo para hablar de proyectos, concursos y nuestras miserias materiales, recuerdo discutíamos sobre uno de los tantos poemas incoherentes míos. Así pasábamos las horas de hambre y sed ante los ojos de turistas felices de vacacionar en Cuba.

Por lo general cuando alguien decide dedicar su tiempo a la literatura, y si lo que escribe está signado por la razón de llevar la realidad, cruda e insoportable de esta Isla, tiene que pasar por obstáculos que, de no flaquear la voluntad, llevan a uno hasta la más absoluta pobreza. Las Tunas tiene eso, a uno le queda el consuelo de recorrer sus calles y escribir. Eso.

Mi amigo y yo conocíamos el riesgo de seguir las huellas de César Vallejo, Miguel Hernández, León Felipe y de otros que sangraron su obra. Eran el espejo. No sabía a dónde irían, pero estaban conscientes de que llegaría a donde se lo propusieran. En ese parque, de cuyo nombre no quiero acordarme, nos sucedió algo que aunque queramos, difícilmente olvidemos. Todas las tardes por los alrededores del parque un personaje aparecía: eran un loco, muy simpático, al que se le conocía por “Asere”, porque decía siempre: “Asere, dame una moneda para comer”. Unos le daban su monedita; otros le ofendían.

A mí me molestaba su presencia porque se parecía a mi tío Tomás, un hombre al que la bebida lo redujo a perro callejero. Asere tenía el cabello rubio y una nariz tan larga como la de Cyrano de Bergerac. Recitaba poemas y hacía piruetas, muchas piruetas, para luchar algo de dinero.

No digo que eran tiempos difíciles porque aquí los tiempos siempre han sido difíciles. Nosotros, jóvenes poetas de una promoción fragmentada e incoherente, escribíamos poemas que ahora, después de varios años, es que comprendemos.

Una de esas tardes se nos acercó porque éramos unos tipos raros, con pinta de turistas, a los cuales veía en el mismo banco del parque. “Asere, dame una moneda para comprarme algo de comer”, extendiendo la mano. Mi amigo lo miró como un inquisidor y le dijo de forma tajante: “¿Tú no te das cuenta que nosotros somos poetas? ¿No te das cuenta que nosotros permanecemos en este parque pensando y escribiendo?” El loquito vaciló un poco, quizás convencido de su falta, y en voz baja respondió: Ah, poetas, son poetas. Introdujo la mano en su bolsillo, sacó una moneda de un peso y nos la entregó. “Perdonen, perdonen, perdonen”, y se fue saltando hacia donde se encontraba un turista, con la esperanza de tener mejor suerte…, que nosotros.

Por eso me vienen a la mente unos versos del poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé: “Se sabe de muy viejo que un poeta/ es rareza que cargue una peseta.”//

7 de mayo de 2013

La creación para niños y jóvenes en el nuevo número de Quijotes


Quijotes vuelve en esta primavera 2013 con la mirada puesta en el futuro. Auspiciada por el Comité municipal de la UNEAC en Puerto Padre, dedica el presente número a la creación para niños y jóvenes "desde la perspectiva de artistas consagrados al difícil camino de variadas manifestaciones del arte". Frank Castell, su Director, ha reunido en estas páginas a diferentes voces y miradas: Eduard Encina y la mexicana María García Esperón, el cuento de Renael González, el estudio de Ronel González, la poesía de Reina Esperanza Cruz y Diosneldo Salazar, la trovadora Rita del Prado, el grupo de teatro guiñol Los Zahoríes. Ilustraciones de Helier Batista, reseñas de Gustavo Alonso Curbelo y Mayda Amias Martínez, la entrevista de Jorge Luis Peña Reyes y la presencia de Enrique Pérez Díaz. La literatura infantil y juvenil vive en la actualidad un boom mundial. Quijotes llega en el mejor de los momentos para presentar una selección del interesante trabajo que se lleva a cabo en una Cuba abierta al futuro.






1 de marzo de 2013

Final del día, de Frank Castell: Lección de eternidad


Fuente: Periódico 26

Publicado el Sábado, 23 Febrero 2013 06:45
Escrito por José Alberto Velásquez (Escritor) / Foto: Norge Santiesteban Vidal


Las Tunas: Por sobre todas las cosas, poesía es un puñado de palabras que consigue atrapar el instante y convertirlo en eternidad. Tal quiere ser la premisa del cuaderno Final del día, del escritor tunero Frank Castell González, título bellamente facturado por la editorial local Sanlope, la cual, en cuanto a diseño se refiere, parece estar alcanzando una necesaria (aunque demorada) mayoría de edad.

Castell es un poeta intenso. Desde su principio, en aquellos inolvidables años 90 del pasado siglo, cuando "éramos muy pobres y felices"-frase de Hemingway que a Frank le gusta repetir-, nos acostumbró al ejercicio de una poética exacta, cotidiana y trascendentalista, vertiginosa en el concepto y de una raigambre humana que posee su referente literario más cercano en César Vallejo.

A Final del día lo articula una estrofa tradicional muy cercana a los tuneros: la décima. Sin embargo, aquí los elementos técnicos y de estilo, magistralmente manejados, no constituyen el principal atractivo. En cada una de sus casi 70 páginas, la melancolía (el mayor de los tonos poéticos, según Edgar Allan Poe) se purifica, va alejándose sucesivamente de la insana neurosis de la modernidad, para erigirse en oxígeno, afecto, sublimidad.

Encuentra un tiempo perdido en el que hay hermanos, amigos, padre; suicidas resplandecientes y sobrevivientes innobles. Los somete a la persistencia de la luz, de su luz, debemos decir, y sin proponérselo, determina un nuevo nacimiento del mundo cada día.

Martí inauguró entre nosotros el linaje de los poetas iluminados: hombres y mujeres con un talento fuera de serie, equilibrado este último por el peso de la eticidad. Son únicos y aunque lo saben, jamás se dejan morder por la arrogancia, sus cuerpos nunca van a dibujar una sombra dudosa. Quienes conocemos a Castell estamos seguros de que pertenece a tal estirpe.

Al aproximarnos a las páginas de su hermoso poemario descubriremos muchas verdades: con la muerte no termina todo; antes que nuestro día se acabe, la esperanza habrá fabricado un puente, un gran puente, en el que el amor nos lleva de la mano hacia una isla de permanencia. Eso es poesía: palabra, gesto, inmortalidad. Eso seremos si nos adentramos en ella.

3 de enero de 2013

Poemas de Frank Castell en La letra del escriba



En el número 106 de la revista La letra del escriba, se han publicado varios poemas de Frank Castell, entre ellos,

Verdades de la vida náufraga:

Cada sueño tiene algo de Fénix.
Renace para abrir heridas
o silogismos
o zonas muertas.
Cada verdad tiene su precio,
su viaje sin milagros.
Cada dolor tiene su música.

Frank Castell
La letra del escriba




11 de noviembre de 2012

Final del día, el nuevo libro de Frank Castell



El poeta cubano Frank Castell ha publicado un nuevo libro en la Editorial Sanlope de Las Tunas, Cuba.
A decir de Tony Borrego, se trata de un "libro revelador, de oficio valioso que aporta en acabado palpable, mesurado y escrito en décimas". En él homenajea a varias figuras de la poesía cubana y universal y como primicia, el poeta nos ofrece para estos espacios de la red su estremecedor Desde la calle fría, dedicado a Miguel Hernández, a partir del cual se siente a golpes certeros de belleza que la Eternidad acontece en la Poesía.


DESDE LA CALLE FRÍA

                                           Miguel Hernández
Vuelves, Miguel, a la vida
sin importarte que el miedo
es un animal tan ciego
como el dolor que respiras.
Nadie comprende la risa
del golpe, la tos y el hambre.
El mundo no pudo darte
una verdad menos triste.
Y fue tu canto imposible
en la voz del caminante.

España, Lorca, el vacío,
una mudez, un disparo,
la tierra y el desamparo,
sangre del eterno río.
España, espejo sombrío
que te arrancó la quimera,
la madre, el hijo, la espera,
muertes de un morir profundo,
la eternidad de un segundo
lanzada sobre la hoguera.

¿Quién responde la pregunta
mortal de un pájaro herido
cuando se pierde el camino
y la muerte se desnuda?
¿Quién apuesta, quién augura
otro país, otro acierto
otra verdad, otro cielo
sin importarle el naufragio,
o el signo de algún humano
corazón desde el silencio?

Nunca apagaste la voz,
niño yuntero sin tierra
para enfrentar a la guerra
que te hizo ausente y feroz.
Nunca olvidaste que Dios
estuvo bajo tu piel,
que la verdad siempre es fiel
y la vida incierta y corta.
Tú vives, ya nada importa.
Eres eterno, Miguel.

(C) Frank Castell
"Final del día".
Editorial Sanlope. Las Tunas, Cuba, 2012
Voz: María García Esperón
Música: Chris Spheeris
2012


2 de octubre de 2012

Broche de oro para la Jornada de Literatura Puertopadrense

Foto: Jorge Luis Peña Reyes


Cerró con broche de oro Jornada de la literatura puertopadrense

24 de septiembre de 2012

Frank Castell: Escribir para el futuro, por Jorge Luis Peña Reyes

Frank Castel

Frank Castell es un joven poeta cubano. Su honda y muy personal palabra se levanta como una pura voz desde su isla para el mundo, entonando la belleza de la aventura humana, con sus limitaciones y su dolor, su esperanza y su vuelo. En este mes de septiembre se le han dedicado las Jornadas de la Literatura de Puerto Padre y el poeta periodista y amigo Jorge Luis Peña Reyes ha realizado los siguientes documentos que a través de Radio Libertad permiten conocer más la humanidad y la palabra de Frank Castell. (María García Esperón)


Fuente: Radio Libertad
Frank Castell Escribir Para El Futuro

21 de agosto de 2012

Corazón de barco, de Frank Castell, por el grupo KEREYA


Corazón de barco
Frank Castell
Musicalizado por el Grupo Kereya de Puerto Padre, Cuba

Los barcos se marchan
nos queda saborear
y abandonar por siempre
ese minuto.


Hijo no te vayas
quédate a soñar
quizá nadie te espere
tras el muro

Sueña y espera
utiliza esa libertad
Sueña y espera

Los barcos se marchan
se nos muere otra mitad
los ancianos callan de fracaso
frágil el oficio
de crecer mirando el mar
cuando al corazón le falta espacio

Sueña y espera
utiliza esa libertad.
Sueña y espera.

Unos dicen patria
otros dicen libertad
y ojalá el camino encuentre Roma

y aunque en esta orilla
los intentos duelen más
Dios nos da sus barcos
y el mar las olas.

(C) Frank Castell
(C) Grupo Kereya
2012

5 de agosto de 2012

Frank Castell, para escuchar




12 de julio de 2012

Malecón, de Frank Castell


MALECÓN

A la orilla del mar sentado y ciego
El infinito azar los hilos mueve.
Raúl Hernández Novás

Los barcos son ciudades que se marchan.
Mirarlos es saborear
el sueño de partir
y abandonar por siempre este minuto.
Todos se han reunido como espectadores
de una película vacía.
Han llorado el aire,
el verde anclado en sus costumbres.
"No vayas hijo,
deja el azul para las aves".
Pero mamá ignoró las estampidas
y no era yo el muchacho
en busca de suerte,
esa medalla apenas distinguible.
Tampoco el pescador
o el poeta vencido por un batir de alas,
ni el jardinero con su voz ausente.
Los elegidos reían desde sus rones importados,
y las puertas simulaban
un país virtual
de refrescos amargos como la ley.
¿Y Dios?
Dios era el barco,
Dios se alejaba
llevándose la duda y la razón
para dejarnos huérfanos.
Los barcos ya no están y es una lástima
que el malecón enferme de tanta soledad.


(C) Frank Castell
Corazón de barco
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
2012

29 de junio de 2012

Frank Castell y María Liliana Celorrio en la tertulia Aire de Luz en La Habana

Frank Castell con Basilia Papastamatíu en la Librería Fayad Jamís en La Habana
Foto: Cuba Literaria

Fuente: Cubaliteraria

Las Tunas, cerca del mundo y cerca de Aire de Luz

Yohamna Depestre Corcho, 13 de junio de 2012


Aire de Luz, tertulia que sesiona los primeros jueves de cada mes en la librería Fayad Jamís, se hizo eco de la mejor poesía tunera representada por María Liliana Celorrio y Frank Castell.

Antes de comenzar el recital, María Liliana obsequió la plaquette «Rayuela» a Basilia Papastamatíu; impreso que recoge el poema galardonado años atrás por la conductora del espacio, y que sirviera de motivo para ambas conocerse.

Basilia Papastamatíu valoró la lírica de esta joven creadora como:

«En la poesía de María Liliana Celorrio, que conocimos después de haber leído con entusiasmo su narrativa, encontramos al igual que en esta, una irrupción libre y desenfadada de la realidad. Y cuando digo realidad, en su caso, se trata primero ante todo, de la propia realidad de la autora, comenzando por su propio yo, su propia corporeidad, como materia y como sensibilidad […] Y su escritura se vale para ello, al mismo tiempo, tanto de formas versales clásicas como de las formas más coloquiales y duras del lenguaje oral. Porque la poesía todo lo legitima cuando es buena».

Para iniciar su lectura la poeta escogió: «Elogios de las palabras», «Musgo verde» y un texto dedicado a su hijo «Carrusel de la casa».

Al referirse a la poética del segundo invitado Basilia expresó:

«En los poemas de Frank Castell siempre me ha llamado la atención ese sentimiento de desarraigo existencial que denotan, como un sentimiento permanente de no pertenencia, o, mejor dicho, de no permanencia en un solo lugar; es decir de estar sin estar o poder estar, o deseando al mismo tiempo volar, navegar, traspasar, trascender espacios, incluso la atracción del salto al vacío, o sea el salto a la nada: se trata de una pasión por la lejanía, lo desconocido, […] pero, al mismo tiempo, se advierte el desgano del desarraigo, el amor por lo que se tiene y se deja; quedaría atrás lo más entrañable, surgiría el padecimiento de la necesidad del regreso, la angustia de la pérdida definitiva, que se parece tanto a la eternidad de la muerte, a la desaparición absoluta. Y todo esto lo comunica el autor, en un lenguaje pulcro, elegante, que no excluye citas de escritores afines, de historias reales o mitológicas que le son tan caras como su propia vida».

Castell eligió, para su lectura: «La nube en los bolsillos», «Heredia y yo», «Mirar al vacío», «Esperando a los bárbaros» y «La suerte y el olvido».

En la segunda parte del recital, la Celorrio dio lectura a un excelente poema: «Del amante». Los versos se destacaron mucho más por la apasionada declamación. Luego siguieron los textos «Patria» y «Tengan piedad de los poetas».

Por su parte, su coterráneo, no quedó mal parado por su modo de declamar; con soltura, e igual apasionamiento, recitó: «Final del día», «Lejos de Dios», «Tardes paralelas» y «La fe».

Además de hacer al público partícipe de sus composiciones, los dos poetas revelaron interioridades del mundo imaginario y real del que se nutren. María Liliana confesó cómo era gobernada por la poesía y su reacción cuando la musa le susurraba al oído. Ya al final, el también novelista y guionista de teatro dijo no perdornarle a un escritor el que no afrontara su tiempo, lo increpara, y no fuese identificado a través de sus libros con una voz propia.

12 de enero de 2012

Fotografías, postales y un país, de Frank Castell


Navegantes de lejanas tierras
,¿quién ha dicho que mi patria es solamente el milagro?
¿Quién asegura el otro sueño,
la razón más pura que me guía?
Las tardes reconfortan
cuando deambulo
y nadie me pregunta por el porvenir.
Ustedes no entienden,
nunca entienden
porque han salido a buscar el aire limpio
de un país minúsculo.
Qué les importa el parque donde no existe Dios,
solo un mendigo debajo del almendro.
Tampoco entienden los poemas
o las imágenes
que sus cámaras desnudan.
Qué pueden saber de este país,
paraíso de una foto vacía y eterna.


(C) Frank Castell
Lejos de Dios