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La palabra en la cuna: Caballitos de sal, de Anabel Sáiz Ripoll



Caballitos de sal
Anabel Sáiz Ripoll
Ilustraciones: Yolanda Mosquera
Editorial Pintar-Pintar
Asturias, noviembre 2013


Anabel Sáiz Ripoll ha situado la palabra en la cuna. Al oído del niño y de la niña acude un murmullo de origen. Es una nana y a través de ella el lenguaje se abre paso hacia esa vida de amor y de creación constante que es la del niño pequeño, de la pequeña niña.

Al borde de la cuna acuden los más bellos gestos: el abrazo, la inclinación del cuerpo, la sonrisa... necesitamos palabras para expresar esas noches y esos días de oblación tan pura que nos define cuando somos padres.

La escritora española tiene en su lenguaje una ternura infinita que bebe de la fuente de su propia infancia. Siempre está dispuesta a recibir la influencia bienhechora de la niña que fue y que vive en el centro de su ser. El nacimiento de su hija Teresa, el hecho maravilloso de dar la vida, se le tradujo en versos y canciones que vinieron a reunirse a los poemas que había compuesto para celebrar el advenimiento de los niños de su entorno familiar y amistoso.

Anabel es una mujer de letras. De letras que aman y se compadecen, que vibran y ensalzan, que buscan y sueñan.  Caballitos de sal es el primer álbum ilustrado que publica esta escritora prolífica, esta enciclopedista de la literatura infantil y juvenil contemporánea, esta madre convencida de que al alcance de Teresa siempre haya un núcleo de poema. Con estas nanas de musical delicadeza, Anabel convence al mundo de que se ocupe de la niña, del niño. Sin estridencias ni manifiestos atrae a los nuevos padres a la vieja sabiduría de cantar una nana y a través de ella entregarle el universo entero:

Si no te duermes, niña,
el sueño se escapará,
se irá volando por la noche
y a los otros niños desvelará.

Si no te duermes, niña,
la luna no saldrá,
las estrellas no jugarán al corro
y la tierra no descansará...


Los poemas que constituyen Caballitos de Sal son irradiaciones. Luz de luna emerge de estas páginas para inspirar a padres y madres, para invitarlos a aprovechar el tiempo iluminado de la primera infancia de sus hijos y admirar que haya sueño, que haya luna, que haya vida y esta duerma acunada en imágenes dóciles, en palabras bellas.

La luna viene cantando
su melodía de hilos de plata.
Las estrellas la acompañan
y el aire susurra notas.
Un sueño azul llena la casa.
Arrorró, mi niña bella.
Arrorró, mi cielo.

Caballitos de sal está ilustrado por Yolanda Mosquera con una combinación de técnicas que acentúan el encanto infantil de estas nanas. Papel recortado, tercera dimensión, dibujos sencillos y mucha poesía en la punta de los lápices... La ilustradora bilbaína tiene una habilidad extraordinaria para hallar asociaciones poéticas entre las cosas y crear imágenes que conquistan de golpe todos los sentidos del lector. Se apetece pasar los dedos por las ilustraciones para apreciar táctil e imaginativamente las diferentes texturas y los distintos planos que los recortes crean. Transmite la frescura de la mirada infantil e invita a navegar sobre la página la imaginación y a tomarse deleitosas e infantiles libertades. ¿Por qué no rascar suavemente con la uña para levantar unos de los pececillos que transitan suaves por ese sueño azul? ¿O tomar con mucho cuidado la red del marinerito y por fin, de una buena vez, atrapar esa luna?

Caballitos de sal nos hace cabalgar la infancia encantada, la cuna de nuestro origen. Con la sencillez de su arrorró nos restituye estrellas, nos libera de nuestras cargas y frustraciones, nos devuelve el amor a la palabra.  Caballitos de Sal, uno de los libros con que la Editorial Pintar-Pintar despide el año 2013 y saluda el 2014, nos instala, de nuevo, en la esperanza.
María García Esperón






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