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Rufina Cambaceres, una leyenda porteña



En el año 2002 se cumplieron 100 años de la muerte de Rufina Cambaceres, la joven que se transformó en una de las leyendas más populares de Buenos Aires.
Unos años antes, en 1998, yo sabía de la leyenda pero no tenía datos muy precisos sobre su historia que se confundía con la de la Dama de Blanco, otra leyenda porteña. Un viernes de mayo, precisamente el 29, decidí retirar de la biblioteca un libro de Poe porque tenía ganas de leer algún cuento sobre catalepsia.
Ese fin de semana el tiempo estuvo feo y el domingo 31 de mayo se presentó frío y gris. Alrededor de las 15 horas me recosté en mi cama y tomé el libro de Poe pero inmediatamente me arrepentí y agarré una revista Todo es Historia que me habían prestado y cuyo contenido no conocía. En su portada se destacaba el título “Los inmigrantes y la cultura nacional”, y en el índice se hacía referencia a ese tema, al aporte italiano en la arquitectura argentina y a los extranjeros en Luján. Abrí la revista al azar y me encontré en la página 34 con un título que no figuraba en su índice: Rufina Cambaceres, un sino trágico hermosamente esculpido, perteneciente a la sección Redescubriendo Buenos Aires.

Así comienza el artículo:

Rufina Cambaceres Q.E.P.D. Fallecida el 31/5/1902. Su señora madre Luisa B. de Cambaceres y demás familia invitan a sus relaciones a acompañar los restos mortales al cementerio del norte, hoy domingo 1º a las 3 p.m. Casa mortuoria AV. Montes de Oca 269. En la Cochería Iribarne habrá carruajes hasta las 2 y ¼. (Fuente, Todo es Historia, citando al Diario la Nación del 1º de junio de 1902).

El historiador que firma el artículo es Horacio J. Spinetto. El cita, además, al Semanario Festivo, Literario, Artístico y de Actualidades Caras y Caretas Nº 192, año V, del día 7 de junio de aquel año, en su sección Necrología que dice:

Señorita Rufina Cambaceres. Terminando su toilette para ir a la ópera, la sorprendió la muerte en su palacete de la avenida Montes de Oca. Era la hermosa señorita, descendiente directa y única de Eugenio Cambaceres, el esclarecido escritor argentino, autor de Los silbidos de un vago, que tanta notoriedad le dieron en su tiempo. Era la más genuina representante intelectual de los Cambaceres, y se preparaba a ser en el porvenir digna sucesora de aquel que le legara con su nombre su cuantiosa fortuna., su aristocrática belleza y su fino espíritu. En la sociedad argentina había sabido marcar una huella, que será indeleble, pues su paso en la vida era sucesión de simpatías y de respetuoso cariño. Sintetizaba todas las altas dotas de su familia, que fue honor y gloria de la corte de Francia durante el Imperio, y entre nosotros ejercía ya una positiva influencia social, a pesar de su juventud, pues se le reconocía una altísima cultura y una ilustración poco común. El sepelio de la señorita Rufina Cambaceres fue una sincera manifestación de duelo de sus buenos amigos, que eran tan numerosos como distinguidos. Imborrable impresión ha dejado esta muerte, acaecida en circunstancias que la hacen aún más sensible.

Horacio Spinetto hace referencia puntual a dos versiones sobre la muerte de Rufina, y que dan origen a esta leyenda tan emblemática de Buenos Aires: una es la versión de Elba Bombai Villafañe quien sostiene que Rufina padecía ataques de catalepsia y fue enterrada viva. Luis F. Núñez dice que fue víctima de un ataque fulminante que hizo que su familia la creyera muerta. Este autor supone que ese ataque quizás fue de catalepsia.

El funeral de Rufina se hizo un día domingo, es por ello que luego del funeral, su ataúd quedó en el depósito del cementerio debido a que ya era tarde. A la mañana siguiente, se dice haberla encontrado muerta agarrada a la reja del portón principal. Otras versiones sostienen que unos días después el cuidador encontró la tumba abierta y avisó a la familia.

A partir de ese momento nació la leyenda, e infinidades de datos y otras historias que intentan explicarla, cada una con matices muy diferentes.



En los años del Centenario y, según Spinetto, también muchos años después se decía que durante el anochecer, entre las bóvedas de la esquina de Azcuénaga y Vicente López, se paseaba una sombra femenina vestida con una túnica al viento. Otros creían que, la también popular Dama de Blanco, era justamente Rufina Cambaceres.

Su mauseoleo es uno de los más hermosos del Cementerio de la Recoleta. Fue construido por el alemán Ricardo Aigner en la sección 13, zona 44 y se constituyó en una de las construcciones más representativas del art nouveau en Buenos Aires. Fue realizado en mármol, con rejas de hierro y ornamentaciones muy bellas y delicadas. Allí aparece Rufina de pie, hermosa y cubierta con una túnica, tomando con su mano el picaporte de la bóveda.

El historiador Spinetto termina su nota diciendo:

Las campanadas de la vecina iglesia del Pilar nos avisan que el cementerio está próximo a cerrar. Buscando la salida, pasamos frente a la tumba de Sarmiento, y apenas un momento después nos cruzamos con la de Facundo; esta situación me hace pensar en la leyenda que vi un rato en el piso de una bóveda, la que decía “Aquí se terminan todas las vanidades”.
Ya en la calle Junín, y caminando hacia el Centro Cultural, entre los malabaristas, y tratando de no pisar a quienes sentados en el suelo ofrecen develar el futuro con sus cartas de tarot, un frío helado, pese a los 26º de la tarde de febrero, recorrió mi espalda. Una muchacha muy joven y risueña que parecía mirarme, desapareció con su moto por la avenida Alvear: su cara era exactamente igual a la de Rufina en la escultura de Aigner.


Leyendas e historias políticas y urbanas surgieron a partir de Rufina y su trágica muerte a los 19 años que rozan hasta al mismísimo Yrigoyen: hay quienes afirman que la madre de la joven, la bailarina italiana Luisa Bacichi fue su amante luego de la muerte de Eugenio Cambaceres y que tuvo un hijo con él. Se dice también que ella le habría dado un somnífero para ir a encontrarse con él pero ese día la dosis fue más potente y le provocó el ataque que finalmente mató a su hija en la tumba, situación que la llevó a vivir por el resto de su vida en estado de desesperación por la culpa.

Se cuenta que fue una niña solitaria y triste que sufrió la censura y el rechazo que generaba su madre, apodada despectivamente La Bachicha, por la clase alta argentina pero Rufina era tan hermosa que los jóvenes de su época no podían resistirse a su belleza, lo que le generaba tener una gran cantidad de pretendientes. Están quienes dicen que nunca fueron aceptados. Otras versiones sostienen que amaba en soledad a un joven sin que esto fuera público, y están también quienes creen que tenía un novio.

Una versión cuenta que Rufina sufrió un síncope cuando una amiga le contó -mientras se arreglaba para ir al teatro- que su madre era la amante de su novio. También se cuenta que él se suicidó un tiempo después frente al Café Tortoni a la vista de la gente del lugar.

En 2006 Pablo Tesorieri filmó el documental No hay más sombras Rufina Cambaceres. Dice el autor:

Un mito ha nacido.

Como un estado especial de completa rigidez, inmovilidad e insensibilidad, únicamente interrumpido bajo el impulso de ciertos estímulos, es calificada la catalepsia, estado del que se desprende el miedo de todo ser humano a ser sepultado vivo.

Tomando como partida la macabra historia de Rufina Cambaceres el documental “No hay más sombras Rufina Cambaceres” hace un recorrido por el significado de mitos urbanos, leyendas, ritos funerarios y creencias del imaginario popular.

“Un cuerpo flotando en el vacío. Gira, gira, gira calesa absurda, duerme duerme tu cumpleaños quemado por un sueño impuesto, rígido, sin calores ni padecimiento. Rueda, rueda pluma endeble en el umbral de la nada…trata de abrirla, trata de abrir la nada pesada como tapa de mármol blanco puerta falsa, corredor donde el corazón late a la velocidad del vértigo… ¿hay pasaje?…

En la arista ella se alza sobre la piedra empujando una puerta que no”.

Quizás Rufina Cambaceres sea la mujer de blanco del que más de un joven jura haberse enamorado al verla transitar las vecindades del cementerio.

En 2001 Alfaguara publicó Historias ocultas de la Recoleta que es un texto literario creado por María Rosa Lojo basado en los estudios históricos de Roberto L. Elissalde fundamentados en documentos y, también, la tradición oral de las familias.

En una parte del relato dice:

Rufina Cambaceres ha sido siempre mirada en exceso, no siempre con deseo. Más bien con una prevención distante que desde muy niña la ha separado levemente de todo, como si hubiese sido la convaleciente de una grave enfermedad contagiosa. Rufina sabrá luego que la miran así porque ha nacido en un lugar ominoso y fascinante que hace resplandecer los ojos de los caballeros y bajar, púdicamente, los párpados de las señoritas. Las señoras mayores lo llaman “pecado” en las conversaciones a media voz que se interrumpen cuando ella entra. Durante mucho tiempo creerá que “pecado” es una tierra extranjera, acaso la tierra de su madre, que parece ser, en Buenos Aires, la principal representante de la condición malsana.

Más adelante agrega:

Luisa Bacichi prefiere que su hija lleve lo único que da verdadera libertad: el dinero. Rufina Cambaceres, quizás porque siempre ha sido rica, lo desprecia. (…) La risa de la madre estalla detrás, en las manos que la toman de los antebrazos, en las chispas que saltan hacia el espejo. “¿No te gusta, ma petite?”. Rufina se lleva la mano a la garganta. Es necesario hablar, agradecer ¿Cómo devolverlo sin agraviar a su madre? Pero no hay palabras y las piedras presionan, hieren, estrangulan, como hiere un dogal de lujo al cuello del animal hermoso al que engalana y domestica. Cae de espaldas entre los brazos de Luisa y el mundo se le cierra en un golpe de silencio oscuro.

Una de las canciones más hermosas de Charly García es Rasguña las piedras, canción que también es leyenda, ya que al día de hoy se sigue discutiendo sobre su origen. Mientras algunos creen que se inspiró en Rufina para hacer su hermoso tema y otros en una novia que tuvo el músico y que fue enterrada viva por sufrir de catalepsia, están quienes afirman que la canción es un claro himno contra las dictaduras, en defensa de la libertad. Lo cierto es que Charly dijo:

Ni catalepsia ni nada. La canción es pura fantasía poética y la hice un día cualquiera. Estaba viviendo con María Rosa Yorio en una pensión y ella fue a comprar papas o algo así. Cuando volvió, la canción estaba lista”. (Fuente: Wikipedia)


Lo que sí puede afirmarse es que Rufina Cambaceres murió trágicamente, a los 19 años, el mismo día de su cumpleaños, luego de haber sufrido un posible ataque de catalepsia, y que su tumba fue encontrada abierta. Sabemos también que Rufina es eterna y hermosa como Buenos Aires.

Alejandra Moglia


Bibliografía y recursos de información

Espósito, Susana. Amor. En: Cementerio de la Recoleta. Disponible en: http://www.cementeriorecoleta.com.ar/amor.htm

Lojo, María Rosa. Historias ocultas en la Recoleta. Buenos Aires : Alfaguara, 2001

No hay más sombras Rufina Cambaceres. (Galería de fotos del documental) Disponible en: http://www.flickr.com/photos/lemper/2096424687/

Rufina Cambaceres. En: Wikipedia. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Rufina_Cambaceres

Spinetto, Horacio J. Rufina Camabaceres, un sino trágico hermosamente esculpido. En: Todo es Historia. Nº 344. Buenos Ares, (marzo, 1996). –p. 34-35

En: Un tango al sur de la luna
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