Para Susi-Maracuyá, de dulce canto, que ama a su flor incondicionalmente
Mburucujá, antes de ser flor, fue una hermosa doncella que se clavó una flecha en el pecho para acompañar a su amado en la muerte. Desde su corazón brotó una flor apasionada y efímera en la que los sacerdotes católicos vieron los atributos de la pasión de Cristo, los clavos, las llagas y la corona de espinas y en el fruto, la sangre sagrada.
Mburucujá es una flor del Sur, una palabra guaraní hecha de pétalos y hojas apasionados por el Sol, con cuyos rayos se abre y en su poniente se cierra, una flecha clavada en el pecho de la oscuridad.
En diez minutos mágicos la flor de las fotografías se abrió ante una mirada que la ama.
Y la mirada me ha enviado su misteriosa Pasionaria, con los frutos que logró salvar de las aves, ávidas como ella de alimento en la belleza.
María García Esperón
Fotos: Susi-Maracuyá. Capítulos