Romance a mi negrita
Han pasado ya veinte años
desde esa noche clara.
Fue Baltasar quien la trajo,
dejándola en mi ventana,
envuelta en papel dorado,
de cartón blando la caja,
como una cuna de espuma.
Negra es la piel de su cara,
azules sus dos ojitos.
La puse sobre mi cama,
y, al jugar, le mordí un dedo;
pero no quise dañarla.
Mi abuela le tejió un gorro
y era alegre su mirada,
cuando le cosió la borla.
Chaqueta le hizo mi hermana,
en un momento, una tarde,
azul, no había otra lana;
luego yo un vestido rojo
y unas braguitas muy blancas.
Se le hundió el ojo derecho,
deprisa le puse gafas.
No le queda casi pelo,
no son sus vetas rizadas.
Daño tiene en la rodilla,
pues se cayó una mañana.
Ahora sigue mirando,
sentada está en la almohada,
mi muñeca Milanita,
a quien guardo aún en el alma.
(C) Anabel Sáiz Ripoll
De su libro Eco de pasos detenidos
(España)
Voz: María García Esperón
(México)
2009