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El Mundo Recuperado: sobre un personaje de Marcelo Suárez De Luna



Por María García Esperón

Ni a Lope, ni a Quevedo, ni a Góngora, les fue dado el crear un hombre. Ellos hicieron extraordinaria literatura, proyectaron en el cielo sus fuegos de artificio, divirtieron a sus contemporáneos, escribieron todo lo que les pidieron... y por supuesto, lo que no les pidieron.

Pero sólo Cervantes pudo forjar un hombre, Alonso Quijano el Bueno. Y lo alumbró desde el primer capítulo de su novela. Lo modeló desde la arcilla de las primeras palabras de su extraña obra. No es que se pueda o deba prescindir de lo demás -la especie de miscelánea que incluye novelas pastoriles, epístolas, muestras de versificación de la época, romances de moros, profesión de cristianía en un clima sobresaltado por la pureza que demandaba la inquisición, etc- pero quien quiera conocer a Don Quijote lo tiene entero desde la primera letra en el primer capítulo y si, lector influido por la tradición y el entrenamiento, ingresa a la lectura tomándolo por un loco o un gracioso, se entera en el quinto que el hombre no está loco, que sabe perfectamente quién es, pero que ha asumido con heroísmo la construcción de su propia aventura humana:

Yo sé quién soy -respondió don Quijote- y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aún todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías.

Estas reflexiones cervantinas me fueron suscitadas por el más reciente personaje creado por el escritor y blogger argentino Marcelo Suárez De Luna. Se trata de Francis Oliverio Recúpero, como Don Quijote nacido en clave de broma dentro del muy vivo mundo de su blog La Menor Idea. Como Alonso Quijano el Bueno, alumbrado entero desde la primera letra y como el Caballero de la Triste Figura, mostrado ajeno al mundo de todos los demás. Paladín, como Hamlet y Segismundo, de la locura, palabra con la que en el mundo de todos los demás se nombra la nostalgia. La terriblemente bella nostalgia.



Suárez De Luna creó a su personaje poderoso desde las primeras líneas. Lo hace sentarse, invisible, au Coin du Table, el célebre cuadro de Fantin Latour, entre Rimbaud y Mallarmé. ¿Que no hubo un poeta maldito argentino? ¡Vaya que lo hubo! Y mejor que los doce pares de Francia y los que se sientan en el Coin de Table, porque tiene alientos para hacer todo lo que ellos hicieron, para escribir lo que ellos escribieron... y todavía más.

El autor apunta en la biografía de su poeta maldito:

"Francis Oliverio Recúpero nació en Tapiales, Argentina, el 11 de octubre de 1.909. Nunca perteneció a ninguna de las corrientes literarias de su época, y ese desarraigo lo pagó con sangre en la única oportunidad que tuvo de dar a conocer su poesía. El duro tributo lo obló en la SADE (2) una fresca tarde de fines de 1.928, ocasión en que recibió un pisapapelazo en su frente (3), segundos después de anunciar el título de una poesía que nunca alcanzó a recitar (4)"

Y la salpica de notas que introducen la sospecha, la reflexión, el juego de espejos. Atrae a su textura a otro de sus personajes, Pedro Menárdez, el Citador de Borges, quien analiza con irónica simpatía el trabajo del poeta.

Convencido de pergeñar una gran broma caldeada por el clima expectante que su literatura ha generado en los seguidores de su blog, Marcelo Suárez De Luna anuncia que publicará la Suma Docena Recuperana: los doce poemas mortales de su poeta. El salero y la puta es el primero. Pero la puerta de la procacidad y la carcajada inmediata que provoca -receta infalible desde que el mundo es mundo- son tomadas por asalto por la extraña fuerza del personaje que le fue deparado a este autor argentino, poderoso lector de Borges: Francis Oliverio Recúpero es un inocente exiliado de la edad de oro de todas las literaturas en la edad de cobre, apareció en el mundo blog porque éste es un terreno tan virgen y fértil para lo literario como la selva misionera a la que se ha retirado Recúpero en la ficción del autor.

El cual le regala en la pequeña e infinita superficie del Primer Poema Mortal y de su glosa a cargo de Pedro Menárdez una juerga juvenil con Borges y una mujer enigmática para que teja su literatura. Francis Oliverio Recúpero es al mismo tiempo poderoso y frágil -como Don Quijote, como Segismundo, como Hamlet-. La "tierra", el mundo en el que ha nacido le es hostil, como La Mancha y la España del Renacimiento y el Barroco al Caballero de la Triste Figura. Esa combinación de fortaleza y fragilidad, de inocencia y de sabiduría, de libertad, de melancolía, de fugacidad y de muerte han hecho de Francis Oliverio más que un personaje, un héroe de la contemporaneidad, el Quijote americano del siglo XXI, nacido como de milagro en el mundo blog... tan amenazado, tan incomprendido, tan sujeto a la parodia, a la burla, a la incomprensión y a ser bajado de las nubes como el Quijote español del siglo XVII.

El texto dialoga consigo mismo en sus tres niveles principales: el autor, el poema y la glosa. El Segundo Poema Mortal ha cambiado de glosador porque los textos de Marcelo también dialogan con la realidad. Este diálogo se expresa a través de los comentarios de los lectores del blog y de la experimentación y colaboración multimedia que ha establecido con algunos de ellos*.
Los lectores intervienen, aportan, meten la cuchara en este irresistible caldo vital de la literatura de Marcelo, ensartan espontáneamente parte de sus sueños, construyen al personaje con su lectura y con su voz. Repiten lo sucedido en la segunda parte del Quijote, cuando Alonso Quijano y su escudero recorren un mundo que ha sido quijotizado, en el que todos quieren no sólo ser parte de las aventuras de Don Quijote, sino de alguna manera, escribirlas... o reescribirlas.

El homo ludens que hay en todos nosotros no necesita ser reclutado ni animado por una campaña de lectura. Francis Oliverio Recúpero suscita este ser esencial y se lleva las voluntades a esa metafísica selva misionera donde permanece retirado y eternamente joven desde hace ochenta años y desde la que despierta -azorado e inocente Rip van Winkle argentino- cada vez que Marcelo Suárez De Luna publica sus poemas.

Poemas Mortales surgidos de un asombroso mundo recuperado y a los que, entre bromas y juegos, tratando desesperadamente de no tomarlos muy en serio -porque intuyen su infinito peligro- quienes los leen se abrazan como a un tronco en alta mar.

* Susana Peiró y Juan Duque, principalmente.
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