Cuando los poetas vuelan en un avión... verdaderamente vuelan.
Cuando atraviesan por los aires los Andes, sienten las alas del cóndor.
Gustan, huelen, tocan, abrazan hecha cuerpo y amistad, la esencia de esos sitios que eran nombres en el mapa y ahora son mirada y rostro y calor.
Gracias, Níger Madrigal, por compartir el alma de este viaje tuyo al país que es hermano del nuestro. Ya nos narrarás, como tú sabes, la crónica de ese encuentro. (MGE)