Pocas veces en el curso de una presentación de poesía ocurre un intercambio de naturalezas y experiencias como el que vivimos ese 16 de abril, en plena Semana Santa, cuando las calles de San Miguel hierven de fervor y de colores. El motivo fue congregarnos en torno a la poesía de Fernando Álvarez Balbuena que desde Avilés nos envió todo su corazón.
Ecos de ayer es el poemario y CD que viene difundiendo incansable La Caravana del Verso, esa fundación itinerante de poesía y entrega que dirige Joaquín de la Buelga también con un corazón que amenaza escapársele del pecho en cada uno de sus recitales.
Quienes nos congregamos en la Sala Quetzal, un pequeño pero intenso grupo que vibró al unísono con la música de las palabras de Fernando y con la intepretación llena de ángel de Ian Iracheta de piezas selectas de los grandes maestros.
Ecos de ayer resonaron hoy sonoros y sencillos, grandes y plenos entre esas paredes y esos libros, en esos oídos y esos ojos que se llenaron de vida, de reflexión, de endecasílabo y soneto, de elegancia, de sorpresa y de amor.
Arlene Nájera, en representación del Centro Español de Querétaro, leyó el texto que enviara Fernando para esta ocasión. "Desde la lejanía en el espacio..." nos llevó el abrazo y el agradecimiento de un poeta y un ser humano que se hizo entrañable en esa hora que voló en alas de palabra hasta el Avilés de ayer y de hoy.
Leímos también el mensaje de Joaquín De la Buelga, titulado "Afortunada conjunción", en el que da cuenta del inicio de su amistad literaria con Fernando y de la polifacética personalidad del autor, que lo lleva a compararlo, en toda justicia, con un hombre del Renacimiento.
El final de esos minutos que fueron alados, livianos y también sagrados, fue saludado con las notas envolventes del Intermezzo de Manuel M. Ponce y como una improvisación del momento por parte de quien esto escribe, leí el poema final de Ecos de Ayer, titulado Envío, dedicando versos a cada uno de los presentes, tomando su mano y mirando sus ojos. Fue tal la magia que cada verso se depositaba como una palabra especial y a la medida de cada una de esas personas que sin excepción, manifestaron sentirse transformadas.
Tu barca ya está pronta, aparejada
Para iniciar una nueva singladura
Y a luchar con los mares preparada.
Que no hiera el pasado tu ventura
Aún te queda un futuro luminoso
Lleno de paz, de afecto y de ternura...
Sería la luna, redonda y plena y renacida después de su rojo eclipse. Sería ese San Miguel profundo e indígena, misterioso y alquimista, de gitanos y también de anglosajones que lo han elegido como hogar. Serían los días y las noches de amistad compartida con Fernando y con Joaquín a través de la poesía, esa arma cargada de futuro que quería Celaya y que nos hirió para siempre de esperanza esa tarde, en la Sala Quetzal, cuando el corazón de Avilés nos floreció en el corazón de México.
Ecos que resuenan en la Sala Quetzal |
Ecos de Ayer: la sonrisa desde el alma |
Arlene Nájera lee las palabras enviadas por Fernando Álvarez Balbuena
Ian Iracheta interpreta Intermezzo de Manuel M. Ponce
Nocturno en Fa Menor Op. 55 de Chopin