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Simbología cuántica, de Wilson Pérez Uribe



Estanque cromático, infalible,
calaíta donde el ojo acuoso
modula al cántaro de nubes y astros.


Cosmos dilatado, ya la pupila es nave
cual la sangre que recorre el rostro.
Espejo de voz, clepsidra virgen,
preciso multiverso, forjador lejano
de ocultos e irreales misterios.


Antaño el viaje sobre vagos números
lento tejía la tela de araña de frágil majestad.
Infinitas alturas alcanzó el pensamiento
cuando Alfa y Omega trenzaron en su velo
el átomo, despertar de nuestro impulso cuántico.


En la jarra celeste y deshabitada,
sobre el umbrío elemento del Yo,
desborda agua del pecado tormentoso;
mas al evaporar su molécula de oxígeno,
comprendimos su esencia de humanas sombras.


Estanque cromático, infalible,
calaíta donde el ojo acuoso
modula al cántaro de nubes y astros.


Universo inabarcable,
de tersas ondas reflejo de su inocencia.
Aliciente para el mortal la naturaleza,
aunque ella con sus edades de perfección,
ha guardado cada línea y figura de geometría celeste.


Pasarán lunas, soles, auroras y eclipses;
habitadas galaxias y el multiverso en su porvenir.
Y aquí quedará el ojo acuoso, viajero del cosmos,
temerario fugitivo de aladas verdades,
descifrando y contemplando el espacio de cincelado oro.



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