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El Premio Andersen, una pasión de mi vida: Enrique Pérez Díaz en CUBARTE

El Premio Andersen: una pasión de mi vida
Por: Susana Méndez Muñoz
Fecha: 2013-04-25
Fuente: CUBARTE

Enrique Pérez Díaz. Foto: Susana Méndez. CUBARTE


Por primera vez un intelectual cubano integra la nómina del jurado del Premio Hans Christian Andersen, equivalente en la literatura infantil al Premio Nobel, y le ha correspondido ese honor al periodista y escritor Enrique Pérez Díaz, director además de laEditorial Gente Nueva.

Pérez Díaz, que fungirá como jurado en la edición del año 2014, comenzó a indagar sobre el Premio Hans Christian Andersen en la década de los 90s, y en 1998 por este proyecto de estudio le fue conferida una Beca en la Internationale Jugendbibliothek de Munich, en Alemania.

Desde estos momentos nunca ha dejado de estudiar, investigar y promover este prestigioso premio, la obra de sus escritores laureados y la buena literatura infantil en general.

El escritor tiene publicados más de treinta libros de literatura infanto-juvenil y sus artículos y ensayos sobre este género han aparecido en innumerables publicaciones nacionales y foráneas. Ha recibido múltiples premios y reconocimientos por sus obras.

Pérez Díaz accedió a conversar con Cubarte sobre este tema, que es parte importante de su vida.

En la década del 90 usted escribió un artículo en El Caimán Barbudo que se llamaba ¿Qué pasa con los Premios Andersen en Cuba? ¿Considera que es este el punto de partida del proceso que lo ha llevado hoy a integrar el jurado de este premio?

Sí, yo había leído un trabajo en la revista Revolución y Cultura, de Alga Marina Elizagaray, donde ella hablaba del premio, y ahí me enteré de que existía y de que existían todos esos autores. A mí me pareció imperdonable, al ser yo un lector empedernido desde niño de la literatura infantil, no saber que eso existía y que no se había divulgado en Cuba.

Como soy Aries, en aquel momento me dio la furia por investigar de los Premios Andersen, y coincide que conozco a Alga Marina y me abre las puertas de su muy bien dotada biblioteca, porque ella era en ese entonces la presidenta de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY) y le llegaban libros de muchas partes, conocía a varios premiados en el certamen, inclusive a Maria Gripe, con la cual, gracias a ella, sostuve una amistad epistolar, aunque nunca tuve la suerte de conocerla en persona.

Paradójicamente, de pronto me eligen presidente de la sección de literatura infantil de la Asociación de Escritores de la UNEAC. Ya yo venía estudiando este género, había publicado unos artículos muy críticos, en Juventud Rebelde acerca de lo que estaba leyendo en esos momentos sobre el Andersen, sobre los ganadores hasta ese año, entre otros asuntos.

Cada vez que viajaba al exterior trataba de buscar los libros de estos autores y en el 98 llego a la beca de la Biblioteca Internacional de la Juventud en Alemania; allí uno presentaba un proyecto y si te lo aprobaban, te daban una beca de tres meses para desarrollarlo. En ese tiempo yo leí como un enajenado: de día en inglés todas las enciclopedias y en las noches me llevaba para la casa obras de ficción.

Ahí senté las bases de la antología, que fue publicada en el 2008 por esta editorial, y de la historia del Premio Andersen, que se perdió, y que ahora la estoy reescribiendo, lo cual no me cuesta trabajo porque tengo mucha bibliografía, solo tengo que digitalizar.

Cuando comienzo como presidente de la sección de la UNEAC, en el 93, entro también en el Comité Cubano del IBBY; luego, en el 94, Emilia Gallegos pasa a ser la presidenta del IBBY y a mí me eligen vicepresidente, después fui también secretario ejecutivo, y ahora atiendo las Relaciones Internacionales.

A través de los congresos del IBBY he conocido a muchos de los premiados con el Andersen, que ciertamente se ha convertido en una pasión de mi vida.

¿Cómo es el proceso de selección de los jurados del Andersen?

Las secciones nacionales del IBBY nominan para el jurado, igual que lo hacen con los escritores e ilustradores, y entonces uno tiene que presentar una hoja de vida y argumentar por qué considera que puede ser miembro de este jurado. Esto es muy curioso, yo no sabía qué poner realmente y opté por narrar en dos cuartillas cómo yo había aprendido a través de mi madre quién era Andersen y también expliqué esta historia que te hice de mi descubrimiento del premio, del artículo del Caimán…, y además de todas mis anécdotas personales asociadas al tema y a mi investigación.

¿Cuáles son esas anécdotas?

Por ejemplo, cuando Astrid Lindgren escribió un mensaje para Revolución y Cultura dedicado a los niños cubanos; cuando María Gripe me cedió un cuento que se llama El corazón que nadie quería, para mi primera antología Cuentos sin edad; cuando conocí en un congreso en Cartagena de Indias, en el 2000, a Ana María Machado, a Lygia Bojunga Nunes, a Mitsumasa Anno y a Anthony Brown, destacado autor inglés, y a otros notables escritores que también conocí en el congreso de Basilea.

Les conté también de mi relación con María Teresa Andruetto, y con otros autores premiados con el Andersen que son grandes amigos de Cuba y míos.


Enrique Pérez Díaz. Foto: Susana Méndez / Cubarte

¿Estas relaciones suyas han propiciado la publicación por parte de la editorial que dirige de las obras de algunos de estos escritores?

En cierta medida sí; por ejemplo, a María Teresa Andruetto, que obtuvo el premio en el 2012, y a Bianca Pitzorno, que estuvo nominada en esa edición y lo vuelve a estar este año, las hemos publicado; Lygia Bojunga Nunes nos preparó un libro con toda su obra para poder editarlo aquí en Cuba sin costo alguno, para los niños cubanos, entre otros, todo lo cual te da la medida del rating que va alcanzando Gente Nueva en cuanto a cesión de derechos.

¿Qué cree definiría su aprobación como jurado?

Aunque hay muchas personas interesantes e inteligentes y capacitadas, algunas que leen en cincuenta idiomas, y yo solo en mi lengua, en inglés y en portugués, este cubano, este isleño, ha estado muy vinculado a este certamen, porque lo ha estudiado durante muchos años, pienso que eso quizás haya influido en la decisión del comité ejecutivo del IBBY.

¿Qué piensa de esta designación en lo personal y en lo institucional?

Creo que es un tremendo reconocimiento para el Comité Cubano del IBBY y para nuestro país.

Para mí es una inmensa responsabilidad; no soy el primer latinoamericano, ya han sido jurados escritores de Argentina, Perú y Brasil, y ahora lo integra Fanuel Hanan Díaz, de Venezuela.

De todas maneras la representación de Latinoamérica es minoritaria.

Sí, pero el certamen se ha ido abriendo a la perspectiva de buscar en otras literaturas. Cuando comenzó el IBBY tenía una tendencia muy anglosajona, porque era la literatura más difundida en los años 50 cuando se crea esta organización. En los últimos congresos del IBBY ya ha habido una participación mayor de escritores del Tercer Mundo, de los países menos favorecidos promocionalmente y creo que no es casual que el premio tenga un jurado bastante abierto con personas de Japón, Indonesia, Teherán, Turquía.

Es un jurado muy integrado, me parece que es bastante diferente la composición, hay personas que tienen enfoques desde la academia, hay promotores, libreros, ilustradores, diseñadores free lance, creo que será muy interesante.

Y bueno, cada cual apostará por el autor que más le guste, que más le llegue, como en todos los jurados del mundo.

¿Cuántos autores e ilustradores se están presentando?

Sesenta en total; 31 ilustradores y 29 autores, procedentes de 34 países, lo cual es un buen record pues hay que evaluar muchas obras.

También entre los premiados solo tres son latinoamericanos.

Creo que hay una nómina muy profesional de autores que han marcado de alguna manera el derrotero y la forma de ser que ha tenido la literatura infantil en el mundo desde 1956.

Y sí, ha sido bastante desigual la nómina, solo de Latinoamérica han sido ganadores en 1982 Lygia Bojunga Nunes, y en el 2000 Ana María Machado, ambas de Brasil; y en el 2012 la argentina María Teresa Andruetto, aunque muchos han sido finalistas.

Por supuesto, los resultados dependen de la votación del jurado, del nivel de cercanía que encuentre cada miembro del mismo con las obras. Siempre han sido jurados muy serios y creo que el hecho de que se ha conformado por personas de diversas latitudes y profesiones puede garantizar que se haga un buen trabajo.

¿Existe algún certamen similar al Premio Andersen?

Bueno, existe un premio que ganaron Isabel Allende y Joanne Kathleen Rowling, la autora de Harry Potter, que es un Andersen que confiere Dinamarca y no tiene nada que ver con este que es equivalente, como sabes, al Nobel de Literatura para niños, y además hay un tercero con igual nombre que entrega Italia a autores del país, porque bueno, se utiliza el nombre del Príncipe de los cuentos infantiles, pero son eventos completamente independientes.

¿En qué consiste el Premio Hans Christian Andersen?

Es una medalla de oro con la efigie de Andersen. Hay una anécdota muy simpática de cuando ganó en el 84 el lauro Christine Nöstlinger, una escritora austríaca, que mordió la medalla para ver si era de oro macizo o solo un baño dorado. Esta autora escribe una literatura difícil, es de la generación de los 60s.

En varias ocasiones se ha mostrado partidario de que no se escriban libros para niños, sino libros para personas, que reflejen la realidad, y ha resaltado en este sentido la obra de la Premio Nacional de Literatura Nersys Felipe, pionera en tratar en sus volúmenes temas que antes no se reflejaban en la literatura infantil, temas crudos como la muerte. ¿Tiene que ver esta línea de pensamiento con la tendencia de los jurados del Andersen?

En las últimas décadas esto se ha hecho más evidente; en un inicio, por supuesto, la cuerda estaba en cuentos suaves, de la tradición de las hadas como es la obra de Eleanor Farjeon, que recibe el primer Andersen en el 56; no es el caso de Astrid Lindgren, pues ella abordó temas difíciles, al menos en tres de sus libros.

Ya en los 70 el italiano Gianni Rodari, la sueca María Gripe, la estadounidense Paula Fox y la danesa Cecil Bodker, se van adentrando más en temas difíciles; por ejemplo James Kr?ss, de Alemania y José María Sánchez Silva, de España, que fueron laureados de conjunto en el 68, hacían una literatura más tradicional.

En las últimas décadas se han visto todas las tendencias; una de estas es que ganen muchos autores de álbumes ilustrados, como es el caso del estadounidense Maurice Sendak, laureado como ilustrador en el 70, que tiene ese libro maravilloso que es Donde viven los monstruos y Mitsumasa Anno, que lo fue en el 84, y que son ilustradores que además escriben.

Pero este premio ha vibrado de acuerdo a las tendencias mundiales, por supuesto. En los años de postguerra van surgiendo libros más conflictivos, pero siempre hubo quienes escribieron pura fantasía.

En la actualidad Bianca Pitzorno utiliza una manera fabular, pero a la vez tiene mucha crítica social, al sistema capitalista, a las desigualdades, entre otros temas; muchos autores que he conocido siguen este camino y eso se mantiene.

Ahora, aunque hay una vuelta a la fantasía, después del descubrimiento de Harry Potter en el 98, siguen aflorando en muchos textos los temas difíciles y el Andersen no está exento de estos.

¿Cree usted que desde la posición de jurado del Premio Andersen pueda aportar a una mayor visibilidad de la literatura latinoamericana para niños y jóvenes en ese entorno?

Yo pienso que sí, porque de alguna manera allí conoceré personas de todas partes, pienso llevarme discos con la mayor cantidad de información posible sobre la editorial y su producción más reciente, que comprende la obra de muchos autores latinoamericanos; confío en que, como siempre, las cosas empiecen a bullir, creo que eso es parte de mi sino y de mi intranquilidad congénita.

¿Sabe dónde serán las sesiones de trabajo del jurado?

Creo que serán precisamente en la Biblioteca Internacional de la Juventud, en Munich, allí donde yo hice el proyecto del Andersen; es como un ciclo que empezó allí y ahora continúa.

¿Esta pasión confesada por la literatura infantil se debe a su madre “cuentacuentos”?

Sí, mi madre era “cuentacuentos”, bibliotecaria. Yo no hubiera querido ser escritor nunca en mi vida, me parecía una profesión muy aburrida, pero salí con estas dotes, según dicen los que me han leído; aunque yo tengo más alma de rockero insurgente que de escritor, pero…, en fin.

¿Qué le ha aportado la literatura infantil?

Como vehículo de comunicación, decir las cosas que quiero y de la forma que quiero; la literatura para adultos se mueve en otras convenciones y la infantil te libera de ellas.

Si tú escribes un libro para adultos, como cualquiera de mis libros infantiles, generaría estupor, empezarían a clasificar lo que escribo y en los libros infantiles puede pasar cualquier cosa, es una libertad expresiva muy grande y a la vez, entre líneas, se pueden decir muchas cosas que la literatura para adultos no osa decir todavía.

En la literatura infantil, sobre todo en la cubana y la de muchos países, se han dicho muchas verdades y esto es muy interesante porque esas verdades buscan el crecimiento del lector, sea cual sea su edad, porque a cualquier edad se puede aprender, crecer y llegar a ser una persona mejor en el futuro que son en definitiva las convicciones de IBBY; es decir, fomentar a través de los libros infantiles ideales de tolerancia, paz, solidaridad, cooperación, entendimiento de lo diferente, y mi obra ha ido en ese camino. Creo realmente que esta será una experiencia muy provechosa y le trataré de sacar el mayor beneficio posible para la literatura infantil.


Enrique Pérez Díaz. Foto: Susana Méndez / Cubarte
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