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Calvina, de Carlo Frabetti. Reseña de Eudris Planche Savón

Eudris Planche Savón (Guantánamo - Cuba, 1985)
Narrador. Crítico de LIJ.
Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.

CALVINA
¿Pueden ustedes imaginarse sentados en un cine, donde cada persona esté viendo una película diferente en la misma pantalla y, para colmo, a la misma vez? O quizás podrían imaginar un armario-cuarto, una librería-farmacia, una madre-padre, una muerta-viva, una biblioteca-manicomio o manicomio-biblioteca, donde además de libros pueden encontrar a los personajes de estos e incluso a los autores haciendo de las suyas: El Sastrecillo Valiente probándole un traje al pirata John Silver; Silver usando parlamentos parecidos a los del lobo de la Caperucita Roja («Para patearte mejor») como si le hubieran dado el guión de la película equivocada.
Para los que no puedan imaginarse tales cosas, sepan que no son los únicos: Lucrecio el Rata, uno de los personajes de esta noveleta que les presento, al principio tampoco entendía nada, pues a este mundo de aparentes locuras fue a parar el día en que decidió hacer sus fechorías en casa de Calvina o Calvino; y utilizo ambos nombres, porque constantemente nos preguntamos si es niña o niño (¿acaso transexual?) el personaje principal de esta historia.
Con abundantes juegos intertextuales a libros como (y citaré solo algunos): Las Crónicas de Narnia, La Isla del Tesoro, y uno que no podía faltar Alicia en el País de la Maravillas; Carlo Frabetti nos ofrece otra vez, con Calvina, una historia inteligente donde misterio y diversión se combinan, para hacer más atractiva esta propuesta que le hizo merecedor del Premio Barco de Vapor, en 2007 y que fue publicada por Ediciones SM.
Aquellos que se adentran por vez primera en la obra de este escritor con alma de niño, y oriundo de la tierra italiana de donde surgieron otros grandes como: Edmundo de Amicis y su tocayo Carlo Collodi; se preguntarán por qué anteriormente decía que no podía faltar Alicia en el País de las Maravillas, y les responderé con una anécdota: hace algún tiempo le comentaba a un literato amigo, que imaginaba a Frabetti como un señor mayor, medio encorvado, de pelo canoso y partiendo a todas partes con el citado libro bajo el brazo, pues una vez más nos demuestra ser un fiel devoto de la obra de Lewis Carrrol, la que cita en varios de sus libros, dígase: Malditas matemáticas. Alicia en el País de los números, El Cuervo dijo nunca más
Es de destacar en Frabetti el acertado manejo del "narrador omnisciente", que en este caso entreteje sus historias convirtiendo cada capítulo en continuas “Cajas Chinas”, en cuyo interior se nos develan sucesos como la muerte y su repercusión en adultos y niños, el aislamiento unido al temor de no ser aceptado por el hecho de ser diferente, desdoblamientos de la personalidad, la violencia; entre otros temas que el autor logra disfrazar con tal genialidad, utilizando recursos que transitan por un camino de aparentes situaciones absurdas, donde si miramos bien lo inverosímil se torna verosímil, y los verdaderos conflictos pueden estar enmascarados en lo más recóndito de estas cajas. (¿Acaso será esto una especie de trampa para ocultarnos algo o quizás se nos exige un mayor compromiso reflexivo?).
La cierto es, que nos contagia ansiedad por saber en qué van a parar las cosas, debido a la carga de suspenso, al buen manejo de los diálogos, a la facilidad en transmitir ideas profundas y antiformalistas, donde se reconoce la verdad y no se oculta ni simula; unido a otros elementos que ustedes sabrán descubrir.
Por todo esto, me parecen muy acertadas las palabras del editor -en la edición cubana de la noveleta- Enrique Pérez Díaz, al declarar que es un libro: «…valiente, anticonvencional y desmitificador que apuesta por el valor de la lectura como vía de crecimiento liberador…». Y donde según las mismas expresiones de otro de los personajes (la bibliotecaria) «las cosas no siempre son esto o lo otro; a menudo son esto y lo otro» Es de esperar entonces que mientras leamos, nos convirtamos en pacientes, a los que se nos recete leer nada menos que 10 páginas del Quijote para curarnos la locura.
¿Qué pasará con Calvina o Calvino, cuando sorprende al ladrón entrando a su hogar o que le pasara al ladrón? ¿Qué secreto guarda esta historia donde nada es lo que aparenta ser?; son cosas que pueden descubrir si leen esta propuesta que les hago, donde se nos develan mundos tan enredados en el que conviven «locuelos encantadores que se identifican con personajes literarios, o incluso con obras enteras», personas nada cuerdas o quizás sí, pues a veces añoran ser Alicia, piratas como John Silver, escritores como Andersen, Cyrano de Bergerac… y lo asumen, convirtiéndose a mi entender en una especie de travestidos.
En uno de los capítulos finales, alguien se pregunta por qué el libro que sostenía estaba en blanco y las letras aparecieron como por arte de magia cuando lo abrió. Lo que me hace pensar que estas narraciones también son una suerte de juego intertextual, de la Historia Interminable de Michael Ende y me pregunto si esto es una reseña, presentación o talvez una página más del libro.
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