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Enrique Pérez Díaz: Pacto con el hada de la creación, por Martha Isabel Andrés Román

Enrique Pérez Díaz: pacto con el hada de la creación
Martha Isabel Andrés Román, 17 de noviembre de 2011

El hombre crece. A veces olvida su tiempo primero de sueños y fantasías, esa etapa donde el mundo era un misterio a descubrir, donde todo sorprendía y deslumbraba. En ocasiones, cuando sabe que ha perdido inevitablemente la inocencia primigenia, lo asalta la nostalgia por lo que no volverá.
¿No es acaso ese sentimiento el que despierta en Proust la necesidad de ir siempre en busca del tiempo perdido? ¿No es esa añoranza la que hizo a James Barrie inventarse un país de Nunca Jamás donde la niñez fuera una etapa perenne?
Por fortuna, existen seres que desconocen la melancolía, pues la infancia la llevan consigo, no como una fase vivida o como un tiempo pasado, sino como una actitud de la cual es imposible desprenderse. Ellos jamás hablan del niño que fueron, sino del que siguen siendo, del infante soñador que llevan dentro, aunque esté camuflado, escondido tras las marcas inevitables dejadas por los años.
Los asistentes este miércoles 16 de noviembre al espacio El autor y su obra tuvimos el privilegio de acercarnos a uno de esos hombres-niños que llevan a cuestas el alma fantasiosa y desbordada. Rodeado de hadas, seres presentes en muchas de sus obras, Enrique Pérez Díaz fue homenajeado por quienes reconocen en su labor creativa el aporte vital a la literatura infantil de la Isla.
Hasta la Biblioteca Rubén Martínez Villena de La Habana Vieja se dirigieron amigos y seguidores, muchos de ellos, como Nersys Felipe o Nelson Simón, venidos desde Pinar del Río para presentar sus respetos y afectos al escritor, periodista, crítico, investigador y editor, quien asume en la actualidad la dirección de ese sello dedicado a los más pequeños llamado Gente Nueva.
Las hadas de la soledad, de la tristeza, del adiós, de la menta, protagonistas inquietas de las historias de este autor, recordaron al auditorio la magia que vamos perdiendo mientras pasa el tiempo, esa habilidad de construirnos mundos paralelos.
El balance de su obra fue un momento emocionante. Por la pantalla pasaban innumerables títulos de libros de cuentos, poemas, selecciones, compilaciones, antologías, y el auditorio se preguntaba, admirado, de qué fibra estaría hecho aquel hombre tan prolífico.
¿Los personajes de sus textos? Todos los conocemos: además de las hadas abundan los fantasmas, las brujas, los unicornios… un catálogo inmenso de criaturas del disfrute exclusivo de los que conservan intacta la capacidad de soñar.
Aunque son seres conocidos, no por ello dejan de ser singulares, pues Enrique Díaz les adiciona sapiencia, genio creador, maestría, para mostrar a los más pequeños una realidad alternativa, pero no ingenua o paradisíaca. Como dijeran varios presentes, se trata de una literatura sin tabú, donde las situaciones no son edulcoradas, sino recreada según los sueños del creador.
Las hadas cuentan, Se jubilan las hadas, Y si las brujas te salen, País de unicornios, Fantasmas asustados, Porcelana de Cantón, La canción de los mininos, Aventuras en el valle de las tortugas azules, estos y muchos otros títulos, que para el propio autor resultan innumerables, avalan la obra de Pérez Díaz.
Una producción tan fructífera también cuenta con numerosas distinciones que, dentro y fuera de Cuba, dan fe de su destreza para acercarse al siempre exigente y sincero público infantil. Ha obtenido diversos galardones, entre ellos La Edad de Oro, Pinos Nuevos, Ismaelillo, Abril y los premios especiales Abril 2001 y Romance de la Niña Mala por el conjunto de su obra para niños.
Igualmente ostenta el premio Aniversario del Triunfo de la Revolución del MININT y La Rosa Blanca de la sección de Literatura Infantil de la UNEAC, fue finalista del EDEBE de España y mención especial del Premio Iberoamericano Para Leer el XXI.
Los textos de Pérez Díaz gozan de gran prestigio internacional. Su obra se estudia en programas escolares de Estados Unidos, España, Argentina, México, Martinica y República Dominicana y está traducida al inglés, portugués, japonés, alemán, euskera e italiano.
Merecedor de una beca en 1998 en la Internationale Jugendbibliothek de Munich, Alemania, por su proyecto de investigación sobre los Premios Hans Christian Andersen, ha visitado además varios países del Caribe, Latinoamérica y Europa para impartir conferencias.
Pero probablemente uno de los lauros más importantes lo recibió la tarde de este miércoles: una niña de doce años llamada Carla llegó hasta “El autor y su obra” para manifestar su admiración por el escritor. Según reveló, cursaba el tercer grado cuando se encontró por primera vez con un libro de Pérez Díaz, y desde entonces ha sido una lectora voraz de cada texto del autor.
«Antes de conocer los libros de Enrique, y como le pasa a muchos niños de mi edad, no me gustaba mucho leer. Pero desde que empecé a adentrarme en sus historias la lectura se ha vuelto para mí una gran necesidad», confesó agradecida.

Con Nelson Simón y Nersys Felipe
Pero no fue esa la única muestra de cariño que recibió el autor, porque esa grande de las letras cubanas y escritora trascendental de la literatura infantil llamada Nersys Felipe, llegó desde Pinar del Río con un ramo de flores para homenajearlo.
«Pensé que no tendría la posibilidad de venir, pero cuando desperté esta mañana no pude parar de dar vueltas en la cama y pensar que yo tenía la obligación de estar aquí, no podía dejar de compartir este momento», manifestó.
Los reconocidos escritores para niños Omar Felipe Mauri y Nelson Simón fueron los encargados de conducir las preguntas del público y el debate en torno la obra de Enrique Pérez Díaz. El primero de ellos leyó un texto al que tituló “El pre-Enrique o viaje a la semilla”, recuento de sus primeras impresiones con el que devendría una reconocida figura del ámbito editorial cubano.
Mauri recordó la etapa periodística de Pérez Díaz, cuando su presencia en los medios nacionales ya apuntaba la inquietud de creador que crecía bajo la piel del reportero. Rememoró los intercambios de correspondencia, durante los primeros años de la década del ochenta, en los que ambos escritores se enviaban textos, se leían, hacían sugerencias y observaciones técnicas.
Entre los participantes en el encuentro hubo muchos que manifestaron su admiración por el autor, la relevancia de su fecunda obra en tiempos en los que aún existen quienes otorgan a la literatura infantil una importancia menor.
Según ha confesado el escritor, sus lecturas lo han conducido por las obras de figuras cimeras de la literatura infantil en Cuba: Dora Alonso, Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso. De las letras universales lo fascinaron María Gripe y su Papá de noche, Fernando Alonso, Montserrat del Amo, y posteriormente los ganadores del premio Andersen, sobre los cuales emprendió una investigación que permitió conocer en la Isla a muchos de ellos, hasta entonces desconocidos.
En una reciente entrevista ofrecida a Cubaliteraria el autor resaltaba la importancia de la verosimilitud en el intercambio con los niños, la necesidad de tratarlos como seres pensantes y sagaces, capaces de discernir lo que realmente les interesa.
Quizás sea esa una de las cartas de triunfo de Pérez Díaz, pues libros como El terrible sobrino visita a la tía misteriosa, Las golondrinas son como el mar, Inventarse un amigo, La dama del ocaso, Los increíbles piratas del barco de vapor y Los Pelusos. Cuentos policíacos, han sido muy aclamados por el público al que están dirigidos.
Destacable es, además, la actividad de Enrique Pérez Díaz como editor, compilador y antólogo. Fruto de esas actividades son Entre brujas vuela el cuento, A favor de nuestros gatos, Cuentos a caballo, El bolsillo mágico, Desván de América, entre otros títulos importantes.
Entre fotos donde se mostró el recorrido entre el niño que era y el niño que es, Pérez Díaz regaló a los presentes parte de sus anécdotas, de sus experiencias, de los momentos más significativos que han marcado su existencia y su labor creativa incansable.
La tarde de este miércoles fue un recordatorio de que la permanencia de los sueños y la capacidad de fantasear no dependen de la edad, sino de la condición particular, quizás genética, quizás adquirida, de saber arrancarle a la realidad sus mejores matices.
Enrique Pérez Díaz tiene pluralidad de profesiones, cada una de ellas con un inventario extenso de aportes; pero es en su actividad como escritor, en ese pacto que parece haber hecho con un hada, la de la creación, donde radica su legado principal. Seguramente son muchos los pequeños que le deberán, por siempre, el ansia infatigable por la lectura.
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