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Para que nadie nos ocupe, de Luis Miguel Rabanal


PARA que nadie nos ocupe, ni nos rompa en los delirios

de un amanecer como de gaviota solitaria, ni nos sepa

cargados de manzanas, deseos o sillas,

para que ningún tiempo altere nuestras bocas

de azul tendido, para que nadie celebre un adiós como nosotros.

Para los amantes ridículos que vencen cotidianos

otras máscaras de aroma detenido, los rostros más diversos

en la altura, los pequeños asaltantes olvidados

de la voz, los brazos a llevar en días de humo

o de escarcha, los días húmedos en las nuevas cavidades.

Tanta muerte en los paseos, ojos dorados en el porqué

de los instantes, si nada se acerca a los labios de espuma,

si nada perdura como este amor de gratas

ocasiones, como venir cansados en las vistas, si nada lleva

tu calor atravesado en el pecho, en las flores sagradas del camino.

Para que nadie sobreentienda los nombres

atribuidos a los objetos necesarios: esto sería una mujer

que amo lentamente, esto un esmalte con su cara asomando

de vértigos y alardes, aquello pudo ser un irse,

Obdulia o nada o Diane Keaton, esto es la palabra que siempre nos precede.

Para todos los naufragios este día gemido desde tarde,

para los niños asombrados en los portales rigurosos de los sueños,

para ti mis crecimientos predilectos, para ti nuestros rituales

con el agua en los tobillos

para que nadie nos prevenga de los besos y alcoholes del verano.


(C) Luis Miguel Rabanal
Cuaderno de junio
Voz: María García Esperón
Música: Chris Spheeris
MMXI
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