Con el profesor Gudelio Treviño Cruz, Coordinador del programa Estatal de Lectura |
Llegando a Pachuca, la Bella Airosa |
Con Amor López, antes de iniciar la charla |
Los minutos volaron y nos embrujaron las palabras. De la Piedra de Rosetta y el poder de un solo lector -Jean François Champollion- para descifrar los jeroglíficos, del viaje napoleónico a Egipto a la expedición de Alejandro Magno, Aristóteles, los sabios de Alejandría, la Biblioteca, el Faro... la gran Cleopatra Séptima y el haber escuchado como lectora la voz de Cleopatra Selene, niña de letras en su palacio de tiempo y construir mi novela Querida Alejandría como si fuera un barco o como si fuera un sueño...
Del Nilo al Anáhuac, de Alejandría y Roma a la Gran Tenochtitlan. Y de la mano de Copo de Algodón viajar al corazón de ese sueño lúcido que es la poesía azteca, expresión fiel de la cosmovisión del pueblo del Sol, alma de Mesoamérica... Y todo en un diálogo de miradas y de fervor que nos unió en una sola voluntad, la de leer y la de escribir, la de leer y leernos, de escribirnos, de vivir y de despertar.
Como ya viene siendo costumbre, Copo nos miraba desde la mesa, y también escuchaba a esos maestros, muchos de los cuales tienen a su cargo la educación de niños indígenas, siendo su tarea la de preservar y valorar las tres lenguas del estado de Hidalgo: otomí, náhuatl y hñahñu.
Las expresiones se sucedieron en poesía del instante:
-Cada maestro es un jeroglífico, un signo sagrado que el estudiante descifra.
-Quiero verme a mí en la Historia
-Quiero sentir lo que usted sintió al escribir esa novela, al viajar en el tiempo.
-Nosotros vamos a multiplicar lo que aquí aprendimos.
- Me preguntaba cómo hacer para contagiar a los niños el amor por la lectura, ahora veo cómo.
-Ser lector es, simplemente, estar vivo, estar despierto y no dormido.
La mañana del 30 de septiembre de 2011 nos dejó a los reunidos a propósito de ese curso el más grato de los sabores, las más frescas de las esperanzas, la voluntad renovada para seguir en el camino y convertirlo en esa oportunidad de transformación que involucra el gozo y el amor.
Nuestro país requiere de estos fuegos que están encendidos en el corazón de los maestros, de su calor, de su sonrisa, del aporte de su individualidad frente a la clase, de su aventura en los textos, de la recreación que de estos harán en el aula. Podemos leer, podemos leernos. Leamos este tiempo, seamos ya esa revolución y esa evolución que México necesita. (María García Esperón)