OPINIÓN ARTICULOS
Los gritos en el cielo del poeta mexicano son puñetazos de silencio
No son tiempos buenos para la poesía los que transcurren en México. En el poema de Brecht, los tiempos eran malos para la lírica porque sólo había amor para el afortunado, de discurso agradable y rostro bello. El poeta, en cambio, prefería cantar a la campesina que a sus cuarenta años ya andaba encorvada, pero lo hacía sin rima puesto que «En mi canción una rima -decía- casi me resultaría una insolencia». Y más que malos, los tiempos son imposibles para la poesía de Javier Sicilia, plantado estos días en el zócalo de Cuernavaca frente al Palacio de Gobierno de Morelos para exigir justicia. Él ha ido mucho más allá que el poeta alemán, hasta proclamar que ya no escribirá poesía al mismo tiempo que dejaba en su último poema toda una poética del silencio: «El mundo ya no es mundo de la palabra. / Nos la ahogaron adentro / como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones. / Y el dolor no se me aparta, sólo tengo al mundo / por el silencio de los justos. / Sólo por tu silencio y por silencio, Juanelo». Juanelo es su hijo Juan Francisco, que fue encontrado muerto y atado de pies y manos en el interior de una furgoneta, junto a otros seis.
La pregunta tantas veces repetida de para qué sirve la poesía parece reclamar hoy respuestas urgentes. Javier Sicilia, desde su rabia y dolor personal por la muerte del hijo, pero también desde un profundo humanismo solidario y fraternal con todos los golpeados por los asesinos, se pone al lado de Theodor W. Adorno -«Después de Auschwitz no se puede escribir poesía»-. El 'Auschwitz' mexicano de estos tiempos son los 35.000 muertos desde que se inició la guerra contra el narcotráfico. Aparentemente, el poeta mexicano no coincide con Gabriel Celaya en la necesidad de la poesía como el pan de cada día, aunque, porque estamos tocando el fondo de la razón de ser humanos, vienen a decir en realidad lo mismo: «nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. (.) Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos». Y lo mismo que proclamaba otro vasco, Blas de Otero: «Escribo como escupo. Contra el suelo / (Oh esos poetas cursis, con sordina, / hijos de sus papás) y contra el cielo».
El poeta Javier Sicilia por ahora ha optado por abandonar la poesía y ha bajado al territorio de la prosa para caminar hacia el horizonte de la utopía. Sus gritos en el cielo (si es que la poesía es cosa de los cielos) son puñetazos de silencio. Pero se equivoca cuando dice que el mundo ya no es mundo de la palabra. Él mismo lo desmiente con sus palabras de estos días, que ahora son otras, pura prosa, sin retórica, pero vivas y de todos, palabras de libertad y de vida: «No más sangre», «Ni un muerto más», «No más guerra»... «¡Los mexicanos estamos hasta la madre!».
Fuente: ElComercio.es
Fuente: ElComercio.es
Foto: Francisco ÁlvarezVelasco |