En sus esquinas hay cuerpos de toros,
algunos con cabezas humanas.
Y en sus dormitorios
todavía criados medievales.
Es el hotel que tiene su nombre.
Viajero, llego a la esquina de los toros
y sin aliviar mi fatiga,
sin esperar otro naufragio,
descubro que lo llaman Borges,
ofrece el nombre.
Es su hotel, Borges,
se esquina en la antigua Lisboa,
está allí
aunque nada saben
de su nombre.
Cuidan la estatua de Ricardo Reis
o su sombrero
mientras hablan;
quizás imaginen
que mis gafas
son como las de Ricardo Reis.
El peligro, dicen, cuando avanza
no distingue.
Ellos no ven la arteria de sus manos
luchar contra el relámpago
en las habitaciones del relámpago,
donde las señoritas dicen "señor"
y los ascensores aguardan nuestros pasos,
quietos como unicornios domesticados.
Puede que todo se le parezca
menos este hotel
que nombran Borges.
A cada momento
me ilusiona que pueda entrar
o salir,
pero se trata solo de unas habitaciones misteriosas,
de un edificio que se acoda en el viento,
Borges con una máscara diferente.
Una placa de cobre a la entrada,
encima del edificio,
es quien señala su nombre.
No he vivido en este hotel,
cruzo con pasos tranquilos
pensando en los sueños de la próxima noche
o la siguiente.
Al fin del viaje,
esquivando a los porteros,
su largo camino,
veo a María Kodama, el pelo de plata,
atraviesa el umbral.
La llamo arqueando los dedos.
-Acércate, también, dice,
quizás viene enseguida,
quizás te vea.
Pero él no entiende
de los edificios
ni de las esquinas,
aunque una placa de cobre
aquí arriba
señale su nombre.
(c) Abdul Hadi Sadoun
Voz y realización: Alejandra Moglia
Música: Milonga del ángel, Astor Piazzolla
Voz y Mirada, 2011