Siempre relacioné poesía y vida y eso es mucho. Porque cuando hablamos de vida estamos hablando de emociones, de alegrías, de sufrimientos, de compromiso, de conocimiento propio y ajeno, de lucha, de cariño, de alegrías y sinsabores.
Y podría seguir con un largo etcétera.
Y cuando tú escribes o recitas, las olas pierden su vaivén y se convierten en "escuchadoras", no quieren romper en la orilla y cuando lo hacen extienden tus palabras por la arena.
Y las nubes no son nubes, son sueños blancos.Y lo previsible se cansa de serlo y se vuelve impredecible.
Las rocas pierden su dureza y acarician el agua.
La luna se ríe y mira directamente a tus ojos.
Las calles buscan su voz para sustituir al empedrado.
La luz procura perderse para que nadie la apague.
Las lágrimas de dolor cambian su camisa por una blusa de ternura.
Los lápices se niegan a rayar papeles para aprender los versos que regala tu boca.
La inocencia busca desesperadamente su mayoría de edad para poder gozarte.
En definitiva, consigues que las palabras pierdan sus caretas (todas tienen algo en qué guarecerse) para mostrar la infinitud de los actos sencillos, de los mensajes generosos, de esas pequeñas cosas que le dan mayor sentido al acto de vivir.
Antonio García Teijeiro
* Fragmento de una carta dirigida a todos los que leen, a todos los que escriben, a todos los que miran en voz alta con palabras poéticas.