Un poema de Francisco Álvarez Velasco en la mirada de María García Esperón
Chapultepec, Ciudad de México, diciembre 2010
En palabras de Paco Álvarez Velasco, en su libro Noche, "la rubiana de los versos siguientes se refiere, muy particularmente, a la que sucede en los ocasos. A ésta la llaman también 'Gloria de Dios' y 'lubricán' (vocablo compuesto de 'lobo' y de 'can'): Es la hora del lubricán / acecha el mochuelo en el pino, / el bandolero en el camino, / y en el prostíbulo Satán. (Valle-Inclán)".
En esa rubiana o nube rojiza del atardecer (y del amanecer) cuyo misterio aprehende el poeta pensé esa tarde de diciembre en Chapultepec y en la mirada de sus versos tomé en movimiento, esta fotografía. (MGE)
Luces de lubricán
Francisco Álvarez Velasco
De repente en las aguas, la sirena.
Y la luz de las ocho arde un instante,
como si fuera el tiempo diamante
que lanzara los rayos en la arena.
Ya se aleja hacia el norte y la cadena
de la luz se deshace. Ella, triunfante,
avanza hacia la noche, fulgurante,
mientras queda en la orilla la condena
de no saber si fue un sueño glorioso
el blanco cuerpo grácil, la mirada
suplicante de amor, la mano abierta
al horizonte en llamas poderoso,
cuando la tarde cae y en la desierta
playa suena sombría marejada.
Noche,
IX Premio Internacional de Poesía "Antonio Machado en Baeza".
Hiperión. Madrid, 2005
