08.01.11 - 13:07 -
PACO G. PAZ (EFE) | WASHINGTON
El manuscrito es toda una "rareza" porque se creía perdido y contiene las correcciones a lápiz del poeta de Fuente Vaqueros
En el borrador se pueden ver versos que no aparecieron en la edición final de 'Poeta en Nueva York', escrito entre 1929 y 1930
El profesor de la Universidad de Boston Christopher Maurer encontró por casualidad en la Biblioteca del Congreso de EEUU, en Washington, el primer borrador, escrito y con correcciones a mano, del poema de Federico García Lorca 'Oficina y denuncia', incluido en Poeta en Nueva York.
El manuscrito es toda una "rareza", no sólo porque se creía perdido, sino porque contiene las correcciones a lápiz de García Lorca, ha explicado el hispanista. En el borrador se pueden ver versos que no aparecieron en la edición final, publicada en el poemario escrito entre 1929 y 1930 durante la estancia de García Lorca en Nueva York y un posterior viaje a Cuba. "Y me ofrezco a ser devorado por los campesinos españoles", escribió de su puño y letra García Lorca, en un poema que habla de la arrogancia y soberbia de una ciudad, Nueva York, consumida por sus ansias de poner precio y valor a las cosas.
Finalmente esta afirmación desapareció de la estrofa: "Me ofrezco a ser comido/ por las vacas estrujadas/ cuando sus gritos llenan el valle/ donde el Hudson se emborracha con aceite". "Me chocó la riqueza de las variantes", ha señalado el profesor Maurer en una conversación telefónica desde su oficina en la Universidad de Boston, si bien ha reconocido que la corrección que había hecho el poeta fue acertada.
"Un buen poema crea siempre esta sensación, la de la inevitabilidad", el hecho de que el mejor verso es el que estamos acostumbrados a leer, señalaba. No obstante, no deja de ser reveladora la intención de Lorca de intercalar en el poema la idea de ser "devorado", que refuerza la idea mesiánica del poeta "que se presenta como un Salvador, como un Mesías". "Aunque hay que mantener separado el terreno biográfico del literario, en el caso de Lorca todo esto se confunde. Se ha querido leer la vida de Lorca en sus poemas. La verdad es que en Poeta en Nueva York, Lorca crea un protagonista, un alter ego, que a veces tiene poco que ver con el poeta de carne y hueso", explica el profesor.
Un hallazgo casual
El hallazgo de este autógrafo fue totalmente casual, dado que la primera referencia que tuvo del él fue haciendo una búsqueda por internet de material para su próximo libro, que narrará la estancia de Lorca en Nueva York. En su búsqueda vio que la Biblioteca del Congreso de EEUU aparecía el nombre de García Lorca, curiosamente, en un catálogo sobre música. Cuando viajó a la capital estadounidense para examinarlo, descubrió que era uno de los seis poemas autógrafos de Poeta en Nueva York que estaban desaparecidos.
Maurer pasó "meses" intentando reconstruir la historia del recorrido del poema, que se suponía había estado en manos de la familia del poeta canario Jose Maria Millres Sall, aunque la hija de éste le explicó "que no tenía idea de que su padre lo tuviera en algún momento de su vida". El caso es que el manuscrito fue depositado en la biblioteca por el musicólogo Hans Moldenhauer, que lo compró en una subasta neoyorquina por 230 dólares. La biblioteca del Congreso lo cita por primera vez en un catálogo en 2005.
Esta no es la primera vez que Maurer descubre un texto manuscrito de Lorca, dado que el libro que está preparando junto Andrew Anderson sobre el viaje de Lorca a la Gran Manzana contiene documentos inéditos. "Hemos encontrado otros documentos manuscritos. Son cartas relacionadas con su estancia en Nueva York, algunas de las cuales no se conocían. Hay notas suyas manuscritas. Sabemos que Lorca dejó algunos manuscritos en Nueva York, y que amigos suyos conservaron cosas suyas. Eso nos ha llevado mucho trabajo", reconoce el hispanista.
El viaje que Lorca realizó a Nueva York tuvo una importancia enorme en su trabajo. "Transformó su obra, porque allí se encuentra por primera vez con la multitud. Antes de llegar a Nueva York no sabía lo que era una multitud urbana, una sociedad con múltiples religiones y razas. Le abrió una nueva visión de la modernidad. Ni en Granada ni en Madrid había visto antes esa mezcla", explica. El libro, que se llamará Federico en Nueva York y Cuba: Cartas y recuerdos será presentado probablemente el próximo verano en Granada, coincidiendo con la apertura del Centro Lorca en la ciudad.
Fuente: El Comercio Digital
NEW YORK (OFICINA Y DENUNCIA)
hay una gota de sangre de pato. Debajo de las divisiones hay una gota de sangre de marinero. Debajo de las sumas, un río de sangre tierna; un río que viene cantando por los dormitorios de los arrabales, y es plata, cemento o brisa en el alba mentida de New York. Existen las montañas, lo sé. Y los anteojos para la sabiduría, lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo. He venido para ver la turbia sangre, la sangre que lleva las máquinas a las cataratas y el espíritu a la lengua de la cobra. Todos los días se matan en New York cuatro millones de patos, cinco millones de cerdos, dos mil palomas para el gusto de los agonizantes, un millón de vacas, un millón de corderos y dos millones de gallos que dejan los cielos hechos añicos. Más vale sollozar afilando la navaja o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías que resistir en la madrugada los interminables trenes de leche, los interminables trenes de sangre, y los trenes de rosas maniatadas por los comerciantes de perfumes. Los patos y las palomas y los cerdos y los corderos ponen sus gotas de sangre debajo de las multiplicaciones; y los terribles alaridos de las vacas estrujadas llenan de dolor el valle donde el Hudson se emborracha con aceite. Yo denuncio a toda la gente que ignora la otra mitad, la mitad irredimible que levanta sus montes de cemento donde laten los corazones de los animalitos que se olvidan y donde caeremos todos en la última fiesta de los taladros. Os escupo en la cara. La otra mitad me escucha devorando, cantando, volando en su pureza como los niños en las porterías que llevan frágiles palitos a los huecos donde se oxidan las antenas de los insectos. No es el infierno, es la calle. No es la muerte, es la tienda de frutas. Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles en la patita de ese gato quebrada por el automóvil, y yo oigo el canto de la lombriz en el corazón de muchas niñas. óxido, fermento, tierra estremecida. Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina. ¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes? ¿Ordenar los amores que luego son fotografías, que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre? No, no; yo denuncio, yo denuncio la conjura de estas desiertas oficinas que no radian las agonías, que borran los programas de la selva, y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas cuando sus gritos llenan el valle donde el Hudson se emborracha con aceite. Federico García Lorca, 1929-1930 |