Antonio García Teijeiro |
"Yo mantengo que la poesía no se enseña, se filtra, se contagia, se comparte.
Los niños se acercan a ella, o a la inversa, porque sienten su magia en la voz del mediador o mediadora, porque los envuelve su ritmo, su música, porque les dice aquí estoy, dime, siénteme, goza conmigo...
Y los niños y niñas responden, se dejan cautivar por ella. Por eso hay que acercársela, que la noten y sientan cerca.
Ya se irá filtrando a través de su piel para llenar sus corazones de emoción. Hay que dejarla fluir, que corra como un arroyo con su agua rica en palabras, sonidos, pausas, silencios, rimas.
Entonces, ellos se mojan.
Meten primero el pie.
Se dan cuenta de que no está fría, solo fresca, y se dejan querer por la musicalidad del agua poética".