DATOS BIOGRÁFICOS: CON EL PELO PLATEADO
Por Anabel Sáiz Ripoll
La poesía es algo inherente al ser humano, lo mismo que respirar. Donde haya una persona que sienta, allá se encuentra la poesía. Ahora bien, no todo el mundo sabe engarzar versos y transmitirlos. Julián Ibáñez Sáiz sí tiene ese don. Sabe muy bien cómo llegar al corazón de los oyentes porque su poesía es la de juglar moderno, ya que Julián Ibáñez puede considerarse el trovador de su pueblo, Cañete, en plena Serranía de Cuenca.
Nuestro poeta lleva mucho tiempo escribiendo, sin intención de publicar; aunque, por fin, sus amigos y amigas, sus lectores y lectoras, su familia, podrá gozar de esos poemas, hechos de tierra, de pan, de piedra, de memoria, los poemas que integran su primer libro, “Al orete de mi tierra” (2010) van a poder tener en las manos sus poemas y leerlos una y otra vez; porque cuando la poesía nace para ser oral solamente, corre el peligro de perderse o de transformarse de boca en boca. Nos alegramos de poder tenerlos impresos para poder disfrutarlos en cualquier momento.
Para Julián la poesía es “placer, es bienestar, gozo, admiración, ritmo y rima, es medida, es música, escrita o contada... y yo que sé cuantas cosas más.”
Julián Ibáñez Sáiz se caracteriza por la palabra vibrante y el tono épico. Sus poemas rezuman recuerdo, rezuman fuerza y rezuman poder. Son poemas del pasado, de la historia, de lo que quedó, de lo que pudo ser y al final no fue, del pasado y del presente. Para Julián toda huella es imborrable y se obstina en apresarla en sus versos porque quiere que no nos olvidemos, que nos sintamos orgullosos de nuestra historia, que vivamos con la cabeza bien alta.
Estudio completo en Arena y Cal
Señoras y caballeros
ya lo dije hace unos años
así es CAÑETE, mi pueblo:
sano, porque es serrano,
por ser de Cuenca, sincero,
noble por ser castellano,
y español de cuerpo entero.
Arropado por murallas
y por visera el castillo,
té de risca, mejorana,
madruga por la mañana
verás que olor a tomillo.
A hierbabuena y romero
aromas de maravilla,
a espliego en flor y cantueso,
a té de río y poleo,
a morquera y manzanilla;
date un paseo y verás
que para nada exagero
Julián Ibáñez Sáiz