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Amin Maalouf en Oviedo

Maalouf sueña su Europa

El escritor franco-libanés charla con los universitarios asturianos
Amin Maalouf, ayer, en el campus de Humanidades de Oviedo. A. ÁLVAREZ.Amin Maalouf, ayer, en el campus de Humanidades de Oviedo. A. ÁLVAREZ.
22/10/2010 00:00 
Cultura europea frente a burocracia europea. El escritor franco-libanés Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Letras, instó ayer a los países del viejo continente a “recuperar la magia de la palabra Europa” y hacer del mundo un lugar en el que todos “asumamos nuestra identidad y nuestras pertenencias y permitamos que los demás también lo hagan con las suyas”.
Pasaban quince minutos de las doce del mediodía cuando Maalouf era recibido con aplausos por las decenas de personas que atestaban el aula 6 del aulario del campus de Humanidades, el del Milán. Jóvenes estudiantes, profesores, lectores y periodistas escucharon, en silencio durante una hora, las disertaciones sobre la vida y la literatura que llevó a cabo el autor de León el africano . Junto a Maalouf, ejerciendo de presentador y traductor, respectivamente, estuvieron Jesús Menéndez Peláez, decano de la facultad, y José María Fernández-Cardo, director del departamento de Filología Anglogermánica y Francesa.
Antes de dar paso a las preguntas de los alumnos, la mayoría de ellas hechas en un perfecto francés, Maalouf hizo una introducción al coloquio y aseguró que “siempre ha vivido entre dos naciones, lo que al final me lleva a que mi verdadera patria es la literatura”. Un arte que, para el escritor nacido en Líbano, “es en la actualidad más importante que en otros momentos de la historia porque, ahora, estamos perdidos”. “Nos enfrentamos a cuestiones fundamentales como saber hacia dónde va el mundo, cuál es nuestro destino”, señaló Maalouf.
Las primeras cuestiones planteadas por el público le propusieron al premio Príncipe de Asturias de las Letras temas sociales en los que tomaron protagonismo la emigración, las generaciones futuras o las recientes expulsiones de los gitanos rumanos de Francia. “Necesitamos volver a Rousseau y plantear a los emigrantes un contrato social, con sus derechos y sus deberes”, apuntó el escritor, que añadió que “tenemos que plantearnos cómo vivirán nuestras hijos porque hoy por hoy no podemos estar seguros de que lo vayan a hacer mejor que nosotros. Por eso hay que repensar el mundo”.
Cuando un joven estudiante requirió a Maalouf una opinión sobre la polémica decisión del presidente de su país, Francia, de expulsar a los gitanos rumanos, el galardonado no dudó: “Es inquietante, y asociada sin duda a unos cálculos políticos. No podemos permitir que en Europa existan dos tipos de nacionalidades, la tuya propia y la que marca tu conducta, esto es nocivo para conseguir una identidad”.
Los orígenes familiares y la utilización del árabe o el francés en sus textos también ocuparon parte del coloquio. El narrador explicó que “uno de los mayores descubrimientos de mi vida fue conocer la figura de mi abuelo, fallecido en 1924. Fue muy emocionante y casi algo fantasmagórico. Descubrí unos orígenes familiares tan profundos que incluso me dieron miedo”. En cuanto al uso de uno u otro idioma en sus escritos, afirmó que “no se escriben las mismas cosas con lenguas distintas”.
Maalouf defendió la globalización que incluye “fenómenos diferentes, positivos y negativos” y también confesó que su sabor preferido de helado era “el dulce de leche”.
(22/10/2010. La Voz de Asturias)


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