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Toda la luz del mundo, de Francisco Álvarez Velasco

Del viejísimo jugo de la tierra



Las ínsulas extrañas

Francisco Álvarez Velasco



5

  
Toda la luz del mundo junto a tu vientre estaba
y allí pude salvarme,
salir de los naufragios.
Venía brisa fresca de algún alba lejana.
La noche sin resaca, cerrada en sus linderos.
 
Era el paso del tiempo
el paso milenario del mármol cuando fluye.
No de otro modo el río
subterráneo se alza
por el pozo y se asoma
al espejo curvado de los cielos azules.
 
Toda la luz del mundo. Y hoy me quema el recuerdo.
 
Bajo lunas efímeras, bosques, sombras, espumas,
altas estrellas claras,
recorría tu cuerpo palpitante y tendido
como ardiente centeno luminoso,
como árbol que cae y sigue floreciendo.
 
Fuiste después arroyo fugitivo.
Hoguera de luz vívida, destellabas remota,
ocaso al rojo vivo de la tarde.
Era yo el caminante y nunca te alcanzaba.
Silenciosa, intangible te alejaste  
por la turbia hojarasca de mi insomnio.
 
Toda la luz del mundo. Y hoy me quema el recuerdo.



(C) Francisco Álvarez Velasco
Del viejísimo jugo de la tierra
Voz: María García Esperón
Música: Monday. L. Einaudi
MMX
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