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Mónica Gudiño y Carlos Blanco Sánchez: Las pequitas de mi flor



Un poema de Mónica Gudiño se hace oportunidad de encuentro entre la voz de la autora y la de Carlos Blanco Sánchez. "Las pequitas de mi flor" reúne dos entonaciones del español: la argentina y la española, dos voces en una sola alma, el alma del poema.

Un viejecito en mis sueños
esta historia me contaba
de un pimpollo que del cielo
le cayó cuando él sembraba.

Lo sostuvo entre caricias
y sus manos temblorosas,
le buscaron suelo fértil,
donde crecen bellas rosas.

La regaba con la nube
mas tiernita que encontró
Y en el sol de su cariño
el pimpollo floreció.

Melodías del ocaso
en destellos caramelos
con formaban los colores
de sus pétalos de cielo.

Desbordaba de sonrisas
Y sonidos silenciosos,
se robaba el corazón
de los duendes primorosos

Si de blanco se vestía
aquel bosque que habitaba,
un ponchito de suspiros
tibiecitos la abrigaba.

Una estrella por las noches
a mecerla se acercaba
le cantaba el arrorró
y en sus ojos la besaba.

Pero un día el abuelito
se debía de marchar,
a ese mundo donde viajas
cuando empiezas a soñar.

Y a pesar de que dejaba
su tesoro mas preciado
el se fue con la confianza
de quien bien ha cultivado.

Una noche la extrañaba
Y la quiso visitar
pero nunca sospechaba
lo que se iba a encontrar.

Su rosita primorosa
con espinas se cubría,
y dañaba sin desearlo
a todo aquel que la quería.

Despacito el viejecito
se acerco muy tiernamente
Y le dijo ¿mi pequeña
se olvido cual es su fuente?

Con su dedo le señala
la radiante inmensidad
Y le dice: esa es tu fuente
el "jardín de la verdad"

La estrellita jardinera,
que le dio su corazón
Y la puso entre mis manos
me encargase una misión.

Recordarle mi pequeña
que en el mundo hay dolor
pero puedes con tu esencia
transformarlo en puro amor.

Ya comprendo, ya comprendo
constesto con gran rubor
¡Y brotaron mil semillas
con pequitas de la flor!

Cada una fue esparcida
por un ángel de color,
Y sembrada en el alma
de los niños con dolor.

Es por eso que en las tardes
si mirás hacia el poniente
verás los matices rojos
de mil cachetes sonrientes.

Pero si acaso te olvidas
Y la noche te sorprende,
cuidá a un niño enfermito
sentí el amor que desprende...
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