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Cigüeñas, de Beatriz Berrocal


Mira, niño, mira el cielo
han llegado las cigüeñas
como todos los febreros.

Buscando climas mejores
que no hay en otras tierras
las cigüeñas se asentaron
en la torre de la iglesia.

Recogen palos y ramas:
están haciendo ya el nido.
Y pronto será la casa
para albergar a sus hijos.

Primero pondrán los huevos
a los que darán calor.
Después nacerán las crías
y todo será mejor.

-Mamá, ¿y si llueve mucho
su mamá les tapará?
¿Y si no tienen paraguas
las crías se mojarán?

-No, cariño, eso no pasa.
Las cigüeñas con sus alas
cobijarán todo el nido
y cuidarán de sus hijos
como cuando yo te cuido.

Después, cuando pasa el tiempo,
las crías vuelan del nido
como vuelan de las casas
los hijos que ya han crecido.

-No, no, yo no volaré nunca.
Yo estaré siempre contigo
y veremos cada año
las cigüeñas y sus nidos.

La madre besa su frente.
El niño queda dormido
La cigüeña, con las ramas,
sigue construyendo el nido.
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