Entradas populares

Con la tecnología de Blogger.

Vicente Molina Foix


Ayer tuve la ocasión de asistir en la Facultad de Filología de Oviedo a la conferencia del novelista, poeta, dramaturgo y crítico de cine Vicente Molina Foix (Elche, Alicante, 1946), galardonado con el Premio Nacional de Narrativa 2007 por 'El abrecartas', una novela que recorre el siglo XX intercalando personajes reales y ficticios.
'El abrecartas' arranca con unas misivas que un amigo de la infancia escribe en los años veinte al poeta Federico García Lorca y concluye en 1999 con un mensaje que se cruzan por Internet dos anónimos personajes. A lo largo de más de 400 páginas desfilan figuras como Vicente Aleixandre, Miguel Hernández, Rafael Alberti, María Teresa León, Eugenio D'Ors, Fernando Sánchez Dragó, Enrique Múgica y Josep María Castellet. Entre medias, y trenzando historias con los primeros, aparecen otros de ficción, como Eulalia Taberner o Setefilla Romero.
 
A partir de ese primer episodio de una correspondencia quizá nunca 'correspondida', el lector seguirá el curso de lo que el propio Molina Foix llama 'novela en cartas', para señalar que no ha querido sumarse al ilustre género de la narrativa epistolar sino hacer un libro en el que cada capítulo, en principio independiente, acaba formando parte de un único argumento desarrollado a través de unos protagonistas que en lugar de hablarse se escriben.
Aquí os dejo la primera carta, sirva de ejemplo y quizá de "tentación lectora".


1
Señorito Federico:
   Usted no va a acordarse de mí ahora porque ha pasado el tiempo y es famoso y yo solo soy un chico del pueblo, de su pueblo eso sí. me llamo Rafael, Rafael González Sanahuja, y a lo mejor lo de Sanahuja le trae algo a la cabezaporque a usted ese apellido mío le parecía de cuento de príncipes encantados, «una aguja que está sana, como tú, Rafica, tan sanísimo y tan buen niño». bueno pues aunque no se acuerde de mí por los años que han pasado sin vernos las caras yo a usted sí le recuerdo de Fuente Vaqueros y de después, porque ser un poeta muy grande nos da esa ventaja a los demás, oigo hablar de usted leo cuando le hacen interviús en los periódicos y me he comprado los dos libros que ha hecho. yo sé muchísimo de usted y usted me ignora.
   Lo que más me gusta suyo es lo que tiene escrito para la obra de «Impresiones y Paisajes» sobre «Mi Pueblo», que es el mío. una conocida me dio hace mucho la hoja de ElNoticiero Granadino, allí cuentan que usted estuvo leyendo trozos del libro en el Centro Artístico de Granada, y sacan ellos entera la parte de «Mi escuela» y «Mis juegos». todo lo que dice de Fuente Vaqueros es como si lo dijera yo, pero usted lo dice con palabras muy bien puestas y yo sólo lo pienso, sin saber ponerlo en ningún sitio más que en mi cabeza. habla usted de la escuela del pueblo y de Don Antonio el maestro y me reí con eso de que «en las mañanas del invierno iba yo con una capita roja con su cuello de piel negra y por eso me envidiaban los demás niños». si fuera la capita roja y nada más. usted Señorito Federico iba cada día más vestido que el anterior, y sólo porque éramos muy chicos no le tomábamos el pelo con chufletas, que a los niños nunca les gusta que otro niño se ponga por encima de ellos en nada. presumido usted ya lo era al poco de echar a andar, pero lo de envidia no.
   Tendrá usted la foto del grupo de la escuela de Fuente Vaqueros que yo tengo, mi madre la quiso y persiguió al fotógrafo hasta Pinos Puente para que le vendiera una, su dinero que le costó. lo serios que estamos todos los niños, ni uno sonriyendo. yo estoy en la última fila por ser de los mayores de la clase que le saco a usted más de dos años. aunque pobrísima al lado de su familia la mía yo estoy de los más aseados en la foto. no le diré cuál soy. mi madre me pasaba el peine una hora por la mañana y aunque corbata o pañuelo no llevo como otros niños de la foto el cuello cerrado siempre iba blanco y limpio. cosa de mi madre también o de ser yo el hijo único. pero lo principal de la foto, sin poder saber nadie entonces que usted sería el que es, es ese niño Federiquillo sentado en el centro de la fila baja con un vestido y botones de dos colores y el sombrero de paja que parece perdóneme usted como para ir a una boda o de romería. ¿qué tendría usted entonces tres añitos?
   Yo siempre le veía salir de su casa porque la mía, sin los tres balcones que tenía la de sus padres, con uno nada más, estaba casi enfrente en la misma calle de la Iglesia, y a mi madre le gustaba ver salir al niño de García Lorca, su hermano Paquito era muy pequeño y no iba a la escuela pero lo sacaba su madre Doña Vicenta al balcón para despedirse los tres. siempre tan bien puestos esos niños decía mi madre, y entonces aún me daba ella más friegas en la cara y más peine en el pelo, que lo he tenido siempre muy duro y levantado. a ver si con esto suyo sobre la escuela que le copio de su «Mi pueblo» se va acordando usted un poquico más de mí. «Mi sitio era en el segundo banco al lado de dos muchachos muy pobres pero muy limpios. Los dos eran grandes amigos míos, y todos los días les llevaba terrones de azúcar o granos de café que les gustaban mucho». qué verdad Federico. todavía con 25 años soy de dulces y golosina. ellos a cambio, dice usted, «me traían frutas verdes que en casa no me dejaban comer y me hacían tarricos con remolacha y faroles calados de estrellas y cometas con los melones que quitaban en las huertas». bueno lo de las moras verdes y la remolacha claro que me acuerdo, y los melones que yo he cogido del campo para comérmelos yo ¿pero eso de las cometas y los faroles no se
lo inventa?
   Tampoco voy ahora a criticarle Señorito Federico. no me sale llamarle de Don a alguien que nació enfrente mío y cuatro años fue conmigo a la escuela y me daba dibujos de risa que hacía en las clases.
Suyo, con afecto
Rafael (perdone usted Federico cómo escribo. Aunque faltas de ortografía habrá pocas porque eso siempre ha sido un orgullo, fijarme mucho y no hacerlas)
< >