El perfume de la faraona
Kyra Galván
Ilustraciones: Tania Recio
Ediciones El Naranjo
México, 2013
Al leer El perfume de la faraona, de Kyra Galván, al hojearlo y paladearlo, al abrazarlo y dejarse soñar por él, lo primero que viene a la mente es que nunca el libro dejará de ser ese objeto mágico, ese jardín de maravillas que puedes llevar en el bolsillo, y en este caso un trasunto del papiro donde los hombres y mujeres de hace más de 4 mil años escribieron los bellos jeroglíficos.
Bajo el sello de Ediciones El Naranjo, la escritora y poeta mexicana conquista este otoño 2013 el panorama de las publicaciones para niños con esa adorable niña protagonista, Françoise Montpellier, de estructura psíquica tan delicada como el perfume milenario que debe estudiar su padre, Paul, "la mejor nariz de París", y que perteneció a la reina Hatshehpsut, la imponente faraona que supo gobernar Egipto como el mejor de los hombres, que fue a la guerra y dictó leyes y que, nos enteramos gracias a las visiones imaginativas de Françoise, se encuentra en la raíz de un misterio por el que hombres y mujeres del siglo XXI están dispuestos a jugarse la vida.
La novela, ha dicho Kyra Galván, partió de una noticia: investigadores de la Universidad de Bonn estudiaban la composición de un perfume preservado en una botella hermosa como un sueño a través de los siglos. La noticia se trasladó a la estructura literaria de una novela para niños donde la autora da rienda suelta a su conocimiento y amor por el antiguo Egipto.
El resultado es de una belleza transparente como los vestidos de las bellas egipcias que adornan las paredes de los templos. Páginas llenas de deleite a la sombra de los sicomoros de las letras, dulces como semillas de loto, misteriosas como la pantera Kemhet, que surca el tiempo con su diamante en la frente gracias a la ensoñación de una niña.
Las ilustraciones de Tania Recio captan plenamente la atmósfera de la novela, la convivencia de los tiempos: el París del siglo XXI y el Egipto atemporal y místico. La luna llena brilla entre las ruinas y las figuras de Hatshepsut y su pantera son delicadas y sutiles como un jeroglífico.
Están París y el Sena y los museos, están El Cairo y el Nilo y las arenas, están el humor y el misterio, la trama policiaca y la magia, los fósiles y las estrellas. Kyra Galván nos ha regalado este otoño el placer infinito de leerla. Y a través de su Françoise, de apreciar como a una amiga cercana a una reina misteriosa que se llamó Hatshepsut y se sentó, diosa humana y eterna, en el trono de las Dos Tierras:
Por lo que (pon atención en este parte, papá, porque puede servirte para adivinar su gusto en perfumes) Hatshepsut aprendió, a través de su privilegiada educación, los secretos del loto azul que abre sus pétalos hacia el Este al amanecer y despliega tímidamente su dulce aroma por las caudalosas aguas del Nilo. Así creció resguardada por su pantera, la cual tenía un rasgo distintivo: una mancha blanca en la frente, en forma de diamante.