el retorno de un gran poeta marginado
Quien tiene ilusiones y proyectos en su cabeza nunca envejece. O el tiempo pasa de otra manera por su creativa mente. Felipe Prieto es uno de ellos. Este asturiano al que nacieron en Zamora (8-10-1941) como le ocurrió a Leopoldo Alas, «Clarín», ha vivido, con excepcional intensidad, todo lo asturiano desde los 3 años.
Quizás haya sido un tanto premonitorio que su primera obra de artesanía fuesen unos mocasines de cuero idénticos a los que aparecían en las películas del Oeste. Primero vivió de su trabajo como maestro librepensador en Cangas de Onís, Parres y Nava. Durante los veranos aprovechaba su labor como lector de español en Escocia para perfeccionar el inglés.
Un día se encontró por las calles de Glasgow al omnipresente Ramón Fernández-Rañada y fundaron la Spanish Assistant Teachers Association of Scotland. Inquieto como el que más, además de dirigir los grupos de teatro español de las universidades de Glasgow, Strathclyde y Saint Andrews, no perdía el tiempo por las noches y recibió clases de diseño y artesanía en la Art School of Glasgow.
Aunque fue uno de los fundadores de la Academia de la Llingua Asturiana, Felipe Prieto siempre mantuvo su independencia y no «combayó» con nadie, para seguir siendo fiel a si mismo.
Con todo ese bagaje retornó a Asturias y un buen ilustrado como él encontró su lugar en la calle de Jovellanos para montar un innovador taller de artesanía de cuero, "Escanda", que aun regenta, con la ayuda de su hijo, Bruno. En 1971 le concedieron el Premio Nacional de Diseño en el Concurso sobre el Arca, la Caja y el Estuche. Sus trabajos y diseños se encuentran repartidos por todo el mundo, y diferentes jefes de estado, lucen o disponen de portafolios o attachés, obsequio del Principado de Asturias, con motivo de visitas institucionales a nuestra región.
A pesar de sus ideas progresistas en aquella España oscurantista, no lo debía hacer ya nada mal.
En 1980, Xosé Lluis García Arias tuvo la feliz iniciativa de que el Seminario de Lengua Asturiana le publicase un breve libro de poemas en bable con el título de «Esbilla», con el que se convirtió en la principal referencia para los poetas asturianos. Aunque fue uno de los fundadores de la Academia de la Llingua Asturiana, Felipe Prieto siempre mantuvo su independencia y no «combayó» con nadie, para seguir siendo fiel a si mismo. Así le fue. Y como a tantos y tantos que estuvieron en las primeras líneas de la política progresista cuando había que estarlo y no para hacer de ello un oficio de supervivencia durante tres décadas, dio el paso atrás y aquello le llevó a un cierto estado de olvido y marginación.
Pero no ha perdido las ilusiones y, tras superar la muerte de su amada esposa hace unos meses, Felipe Prieto ha vuelto, con más ánimos que nunca, para darnos a conocer una antología de sus poemas -tanto en bable como en castellano- de muy variada temática.
Su reencuentro con todos aquellos que quieren escucharle se produce en los inicios del año 2010, cuando Joaquín de la Buelga, director de La Caravana del Verso, le propone su incorporación a dicha compañía, donde, desde aquél entonces, ejerce su labor como poeta y declamador.
Si tuviéramos que resumir su labor literaria, podríamos hacerlo diciendo que se trata de un gran poeta con una impresionante fuerza expresiva, no exenta de ironía y sarcasmo, porque, tal vez, solamente así se puede sobrevivir en medio de tanta mediocridad imperante. (LCV)