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La Poesía de Pedro Villar, por Anabel Sáiz Ripoll



En afortunada coincidencia, en el día del trabajador, Anabel Sáiz Ripoll ha publicado en la Revista Electrónica Arena y Cal, un estudio sobre un gran trabajador de la poesía, de la palabra, de los libros y de la educación: el poeta albaceteño Pedro Villar.

“Nací, que ya es bastante, tengo los años que tengo, soy lo que fui, lo que olvido y lo que siento que soy. Mis deseos, vivir lo que he leído, lo que he soñado, lo que he perdido. Mis primeros recuerdos son las canciones de mi madre, los cuentos de mi abuelo Pedro y un caballo de cartón que desapareció de la terraza una noche de lluvia. No soy nube, ni golondrina, ni árbol, pero me hubiera gustado serlo. Amo la lectura y los viajes, sobre todo en tren. Mi pasión por la poesía se debe al impulso de regresar al lugar donde fui niño y recuperar los juegos, los cantos y las palabras escritas en la arena.”

Anabel aprehende en estas páginas la polifónica vida de Pedro, engarza su sensibilidad de poeta con su franca convicción educadora. Nos lo muestra como es: batallador y sensible, sencillo y hondo, conocedor y amigo. Nos pasea por sus versos para niños y por su poesía para adultos, por su compromiso con la palabra, por su fidelidad a sus mayores y su fe en la niñez. Por el humor, el sueño, la felicidad y el anhelo. Por sus poetas. Deletreamos Federico y Cernuda y Miguel Hernández ... con la voz profunda y cálida de Pedro Villar.
Y con él, soñamos.
(MGE)

La escritura y la lectura: Somos lo que escuchamos o leemos

Pedro Villar, responde a la pregunta desde cuándo escribe contándonos lo siguiente: “La escritura se nutre en un primer momento de la lectura, somos lo escuchamos o leemos. Dice Alberto Manguel: Los libros nos acompañan en nuestra mesilla de noche, en las estanterías. Los libros son la imagen de quienes fuimos y de quienes seremos, y van cambiando ellos como vamos cambiando nosotros. El germen de la lectura nace a partir de las historias que me contaba mi abuelo Pedro y las canciones y coplas populares que escuchaba a mi madre cuando comprendí que los libros traían también cuentos, canciones, adivinanzas, poemas populares como los que me contaron y cantaron. En cuanto a la escritura, realizaba el servicio militar, mi hermano me enviaba cartas donde intercalaba versos de poetas. Fueron poblando un espacio de palabras hondas los versos de Juan Ramón, Lorca, Miguel Hernández, Cernuda, Antonio Machado, etc. Nació la inquietud, la necesidad de comunicar con el lenguaje de la poesía, decir las cosas de otra manera. Tenía veinte años cuando sentí la necesidad de la escritura como un impulso vital, cuando las palabras comenzaron a ser pura magia de significados e imágenes. “Desde la luz y la sombra”, libro de poesía para adultos, fue el primer libro publicado. Lo recuerdo como un sueño desde la emoción de ver editados los primeros versos, las primeras ilusiones reflejadas en el papel, en la tinta del libro. Era un poemario en el que buscaba mi expresión y la voz personal. Contenía defectos e influencias, un primer paso necesario para caminar. Una experiencia inolvidable de la que aprendí mucho y trato de conservar intacta.”

Estudio completo: La Poesía de Pedro Villar
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