Me gustaría ser colibrí para comerme el aire con las alas
y exprimir, en pleno vuelo, los altos gajos de luz
y saltar de luz en luz como un corazón que se esfuma
en la rayuela de nubes que el viento dibujó.
Ganar el cielo en un azar de azahares
tendiendo puentes de plata de tu ventana a la mía,
hermana-hermano,
compañera-compañero,
amiga-amigo.
No hay baile imposible para el hiijo del sol irisado.
En el iris de su mínima pupila está escrito:
Col y Brí
(hoja verde para los Bri)
descansar y no desmayar
hasta sus alas no dar.
Señor Colibrí ¡acompáñame a volar!
Como tejen las ranas su lluviosa canción de despedida.
Como nacen los hombres del corazón del maíz:
con el puño en alto y una canción de amor en el pecho.
Amante fugaz, ladrón de esencias.
Colibrí, picaflor, chupamirto,
lengua y espada, pico y popote
¡cuántos nombres y herramientas
para un solo ladrón de dulzura!
Ladrón que roba a ladrón
es cien años perdonado.
Por robar la luz del sol
a esa rosa la apresaron.
Allá en la comisaría
le leyeron la sentencia:
el beso del picaflor
es tu cadena perpetua.