Me mordió el perro cruel de la ignorancia
Y me atacó la furia de los vientos
Nacidos en colinas de la ira
Que agostaron el valle de mis sueños.
Sufrí las lluvias ácidas de envidias
Vertidas desde nubes de desprecio
Que intentaron ahogar mis esperanzas
En cenagosos charcos de asco y miedo.
Supe de fratricidas delaciones,
De turbias intenciones despiadadas,
De males con perfiles acerados
Hundiéndose en el alma como espadas.
Y me asomé a los gélidos abismos
Donde se agolpan culpas olvidadas
Donde el dolor es norte sin estrella
Y en donde laten sangres derramadas.
Mordí la tierra seca con los ojos,
Sentí todos los males a mi acecho
Y el miedo desgarró mi resistencia
Sin poder defenderme de mi mismo.
El día renunció a sus resplandores
Y me agobiaron risas de desprecio.
Sentí el dolor sin luces ni gemidos
Y el peso de mi carne atormentada
Pero me alcé triunfante sobre el lodo
De tanta indignidad. Me dio su fuerza
Esa llama interior que no se extingue
Porque anida en los sueños más ocultos.
La tarde, ebria de frío, fue la escala
Que me elevó a las pálidas alturas.
Sereno, desde allí, miro hacia abajo
Y guardo en el olvido, sin rencores,
Los recuerdos amargos del pasado.
Marea Interior
Voz: Joaquín De la Buelga.
Selección Musical: Juan Taboada.
Realización video: María García Esperón
MMXI